Castigo

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—¿Vas a ver a tu abuelo? —inquirió Baco, arrastrándose con lentitud para reposar al lado de Wyatt—. Hace mucho tiempo no lo ves.

—Si tiene las respuestas de todas mis preguntas, no tengo más opción que ir con él.

—¿Olvidas que el viejo rey odia a su propio clan? 

—Lo tengo muy presente, Baco, pero... —le di una mirada a Wyatt y suspiré—. Si existe una manera de estar a su lado y mi abuelo lo sabe, soportaré su odio por él, porque no quiero perderlo. Espero me puedas entender. 

Se irguió hacia mí y puso su cabeza en mi hombro, haciéndome recordar cuando era una cría y se escondía en el hueco de mi cuello y reposaba tranquilamente por largas horas sobre mí.

—Te entiendo y nada me hace más feliz que después de tanto tiempo esperando tu destino haya llegado, pero que sea humano lo complica todo. Tu padre será tu más grande obstáculo, Blake. 

—¿Crees que no siento miedo por cómo vaya a reaccionar mi padre? —recosté mi cabeza en su cuerpo y suspiré—. Lo matará a él y a mí me llevará con los lideres. No me perdonará el hecho de haberme enamorado de un humano. 

—Es tu alma gemela y él sabe lo que puede sucederte a ti si lo asesina. Eres muy importante para tu padre, además de que tu madre no va a permitir que te lleven a juicio.

—Por ahora solo quiero conocer las respuestas de mis preguntas. Todavía no quiero pensar en el enfrentamiento con mi padre ni mucho menos en el castigo que me impondrán por desobedecer una de las reglas más importantes —tomé la mano de Wyatt y dejé un suave beso en el dorso de esta—. Cuídalo por mí, ¿sí?

—Siempre lo haré. 

—Gracias —acaricié su cabeza como cuando era una niña y sonreí ante el siseo que emitió—. Por cierto, no pierdas de vista a esa bruja, no le tengo ni un poco de confianza. 

—Lo que sientes son celos —se burló y bufé, dándole la razón.

 ***

Mi abuelo vive a las afueras del pueblo en completa soledad, en un castillo lejano que solo es habitado por él y su fiel compañero Dagda. Él nunca aceptó la relación de mis padres, por lo que mi madre tomó la decisión de no visitarlo más y menos en compañía de mi padre, pues sus discusiones eran muy intensas y le hacían mucho daño. Desconozco las razones por las que mi abuelo odió la unión entre mis padres, pero muchos dicen que el odio entre la jerarquía de ambas familias reales se dio desde el inicio de los tiempos, por lo que no sé cuán real son los rumores.

Mi abuelo siempre fue muy bueno conmigo, cariñoso y muy sobreprotector. De no ser porque mis padres se dieron cuenta que escapaba con frecuencia para visitarlo, nuestro lazo hubiese sido muy fuerte.

Llegué al castillo y fruncí el ceño al fijarme en lo deteriorado que se encontraba el lugar. Las paredes hechas de roca se desmoronan lentamente. Las estatuas relucientes y esas flores exóticas que rodeaba el imponente castillo no tienen brillo alguno ni vida. Es un lugar muy diferente al que recuerdo. Es como si estuviera perdiendo la vida, pero eso es imposible.

«¿Qué es lo que ha pasado aquí? ¿Por qué el castillo del abuelo se está viniendo abajo?».

Me acerqué a la puerta y, antes de dar un paso más, esta se abrió, dejando ver a Dagda que se arrastraba muy lentamente hacia mí. Luce débil, como si le costara arrastrar su propio cuerpo.

—Blake.

—¿Qué ocurrió aquí? ¿Por qué se están cayendo tus escamas, Dagda? — me acerqué a él de un solo paso y acaricié su cuerpo con suavidad—. ¿Estás enfermo?

—Mucho peor.

—¿Cómo así?

—Estoy muriendo —su confesión me dejó consternada por un momento.

—¿Eso quiere decir que el abuelo? Es imposible...

—Incluso la vida eterna tiene un único fin.

—Pero ¿cómo ocurrió todo esto? ¿Cómo es posible que el abuelo esté muriendo?

—Ve con él, estoy seguro que responderá cada una de tus preguntas —se arrastró con la misma lentitud hacia las escaleras—. Me alegra mucho volver a verte.

Lo seguí hasta la habitación del abuelo en completo silencio, haciéndome un sinfín de preguntas en la cabeza. El ambiente en la casa está cargado de tristeza, soledad y la muerte se percibe en el aire.

Dagda me permitió entrar a la habitación y nos dejó a solas. El abuelo se encontraba tendido en la cama, su cabellera blanca se veía muy opaca y una mancha negra lo cubría por completa. Su piel, que una vez muy blanca, lucía cada vez más oscura. Tenía los ojos cerrados y una bolsa de sangre lo alimentaba a través de una sonda en su muñeca. No podía imaginar la razón por la cual se encontraba así, muriendo muy lentamente.

—¿Abuelo?

—Blake —abrió los ojos y mi corazón se quebró ante su mirada blanca y cristalizada—, egresaste.

—Abuelo, ¿por qué estás? ¿Qué fue lo que te pasó? —me senté en la cama y tomé su mano.

—Estoy muriendo, pero la muerte para un vampiro no es más que el mayor de los infiernos —le costaba hablar y respirar a la vez—. Me gustaría verte, mi pequeña.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. La muerte de un integrante del clan y más si se trata de la familia, es dolorosa.

—Sigo sin entender por qué estás muriendo...

—Este es mi castigo, mi pequeña.

—¿Por qué te castigaron, abuelo?

Una sonrisa ladeada, pero triste se dibujó en sus labios negros.

—Por haber amado a una humana y convertirla en uno de nosotros.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora