S2: Tienes que volver

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—Este... todo indica que estoy muy vivo —vaciló y negué con la cabeza—. También pensé que estabas muerta, si eso te hace sentir mejor.

—¡¿Cómo puedes decirme eso así tan tranquilo mientras yo estuve días llorando por ti y sintiéndome culpable?! Yo te vi morir con mis propios ojos, Ronan. No estoy loca, yo sé lo que vi. Ambrose te mató, sé que lo hizo.

—No te alteres, ¿sí? —se acercó a mí y tomó mi mano, dándome un fuerte apretón en ella—. Es bueno saber que estás bien.

No pude contener más las lágrimas y estallé en llanto, dejándome en volver entre sus brazos. No entiendo qué clase de broma me está gastando la vida, no sé si la peor o la mejor, pero agradezco que Ronan esté vivo. Pese a que es una sorpresa tenerlo frente a mí luego de haberlo visto morir,  me alegro tanto de que esté con vida.

—Estás vivo, pero ¿cómo es posible?

—Lo estoy, Mari. Lo último que recuerdo fue un gran dolor por todo mi cuerpo y pocas energías para mantenerme en pie. No sé qué sucedió, solo sé que cuando desperté, estaba bien y sin un solo rasguño en la piel —se separó de mí—. Ven, déjame presentarte con Adrianne antes de que venga y nos haga pedazos a todos —soltó una risita divertida y le seguí el paso, todavía en shock por verlo vivo y no muerto.

Ronan me llevó a otra mesa, donde una vampira de cabello muy rojo y ojos negros nos veía con fijeza y enojo. Ella se inclinó hacia mí y tomó de la mano a Ronan, acercando todo su cuerpo al de él y dejando un beso en la comisura de sus labios. Solo entonces reparé en su aspecto y salí de mi ensoñación.

Es Ronan, no me caben dudas de que sea él, solo que su piel ahora es tan blanquecina. Si está aquí frente a mí y en medio de este mundo, eso quiere decir que, al igual que yo, ahora es un vampiro.

—Es todo un gusto conocer a la pareja de Ambrose —rompió el silencio ella y fruncí el ceño—. Adrianne Pussett.

—Mariana Aldana. ¿Cómo conoces a Ambrose?

—Somos, podría decirse, que amigos —sonrió ladeado—. Bueno, quizás él no esté enterado, pero ahora que tenemos algo en común, nos vuelve sin duda alguna más cercanos.

—Mi amor, ella es mi amiga Mariana. ¿La recuerdas? Te hablé de ella.

¿Mi amor? Eso confirma que ahora hace parte de este mundo.

—¿Cómo olvidarla, si no hacías otra cosa que llorar por ella?

Se miraron fijamente a los ojos por largos minutos y se dieron un beso largo y apasionado sin importar que estuviera frente a ellos. Por mucho tiempo estuve enamorada de Ronan, supongo que antes me hubiese dolido en el alma que estuviera besando a otra mujer en mi cara, pero en este presente no puedo sentir absolutamente nada más que no sea alegría por saber que está vivo. Todos esos sentimientos que albergué por años ya no existen, porque ahora están dirigidos hacia ese maldito demonio.

Sentí que mi corazón se encogía mientras esa mirada intensa y sonrisa burlona llegaba a mi mente. Ese demonio está muy dentro de mí, no puedo ocultar más lo mucho que lo extraño y lo necesito conmigo. ¿Amor? No sé si estoy enamorada o no, pero esta necesidad de estar a su lado, de verlo, de probar sus labios, de sentir la frialdad electrizante de su tacto, de experimentar ese latir desenfrenado de mi corazón. Nunca me había detenido a pensar en todo lo que siento por él hasta ahora que al fin todos esos sentimientos que creía sentir por Ronan han quedado en el pasado.

Él se ve muy feliz con Adrianne, en su mirada se aprecia el amor que siente por ella. Si él se dio la oportunidad y entregó su corazón, ¿por qué yo no puedo hacer lo mismo? ¿Qué me detiene ahora para amar y permitir ser amada? Además de que estaré con ese demonio por el resto de mi vida. ¿Por qué ese hecho me hace sonreír y latir el corazón con fuerza? ¿Qué es lo que siento por él?

—Debemos regresar al castillo —Vanda me susurró al oído y asentí con lentitud—. Las cosas no van bien.

—¿Cómo así?

—No hay tiempo, tenemos que irnos ahora.

—De acuerdo —me aclaré la garganta y la pareja frente a mí repararon en mi presencia —. Debo irme, pero... me gustaría hablar contigo más adelante.

—Lo llevaré al castillo en cuanto todo se solucione y no haya ningún peligro para Ronan —respondió Adrianne por él.

—Entiendo. Todavía esto es una locura, pero soy feliz al saber que estás bien.

—También me da gusto que estés a salvo —Ronan me abrazó con fuerza—. Sé feliz, Mari. Te conozco más que nadie y sé que te niegas al amor por tus principios y tu forma de ver la vida, pero este es un mundo diferente y ahora hacemos parte de el. No te cohíbas ni luches contra tu corazón. Ama y permite que te amen, descubrirás que no hay sentimiento más bonito que el verdadero amor. Te quiero.

—No sabes lo mucho que extrañé tus palabras —le devolví el abrazo con fuerza—. Espero tú también seas muy feliz con Adrianne. Te quiero mucho, Ron.

Cerrar ciclos siempre te dará la claridad que tanto necesitas para continuar con uno nuevo. Dejar ir a Ronan no se sintió tan doloroso, porque está con vida y es feliz junto a su pareja destinada.

***

—¿Qué está ocurriendo? —pregunté, viendo de Trinidad a Vanda—. ¿Por qué están tan tensas? ¿Por qué estás llorando, Trinidad?

—No sé qué está ocurriendo, pero no puedo sentir a Angus —murmuró, y las lágrimas rodaron por sus mejillas—. Me duele el cuerpo y el corazón, siento un enorme vacío en mi pecho. No puedo sentirlo y eso no me gusta, porque siempre lo siento por más lejos que se encuentre de mí —se llevó la mano al pecho—. ¿Y si ese maldito lo asesinó? No, esto no puede pasar de nuevo. Angus va a regresar a mí, ¿no es así?

Se desvaneció en cuestión de segundos, pero Vanda fue más rápida y la alcanzó a atrapar entre sus brazos. No tengo claro el peligro que ellos están corriendo, pero esa angustia que transmite Trinidad logró despertar en mí la preocupación.

«Tienes que volver a mí, maldito demonio».

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora