S2: Muerte

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AMBROSE

—¿Por qué no acabas conmigo de una vez por todas? ¿Qué te detiene para matarme?

—Solo mi padre tiene la potestad sobre tu vida —respondí fastidiado.

Volví a sumirme en mis pensamientos, deseando irme pronto de aquí para estar con mi dulce rosa y devorarla como tanto lo ansio. ¿Pensará en mí tanto como yo la tengo en mente? Quisiera haber estado para ella cuando despertara, pero sé que tomará la transformación de buena manera, después de todo, ella es aguerrida.

Me siento tranquilo porque Wyatt pudo salir con éxito de la isla, llevando consigo a una débil, pero viva Blake. Me duele no haber llegado a tiempo, pero sé que ella y mis sobrinos son fuertes y van a resistir el viaje de vuelta.

Me enoja no haber llegado antes para darle apoyo a mi padre. Ahora debo esperar que todo el veneno salga de su sistema, lo que puede tardar varios días. Mientras tanto, debo soportar lo fastidioso e irritante que es Bacon. Lo mataría sin pensarlo dos veces porque yo nunca le perdonaré lo que le hice a Blake, pero esa decisión no me concierne. No tengo el suficiente poder para terminar con su vida.

—Angus es un inservible. No es capaz de acabar con la vida de su padre.

—Te oyes muy seguro de eso, Bacon —sonreí—, pero tú mismo te vas a llevar la sorpresa. Padre es tan terco como tú, como lo soy yo, como lo es Blake. Jugaste sucio con tu propia sangre, así que no te confíes, que una vez despierte, lo hará con furia y dispuesto a acabar con tu patética existencia.

Me recosté por la pared y resoplé, tratando de reunir una paciencia que no poseo. Pensar en Mariana me ayuda a bajar las revoluciones, me lleva a un lugar donde solo existe ella y su adictiva dulzura. Al principio me fastidiaba tener todo el tiempo en la cabeza, pero ahora no puedo dejar de pensarla y de desearla. Solo espero que, cuando regrese a casa, no siga siendo tan terca y orgullosa.

***

Cinco días fue lo que tuve que esperar para que el veneno saliera del cuerpo de mi padre y soportar los ridículos comentarios de Bacon. Mi paciencia ya estaba a su límite cuando papá despertó desorientado y agitado.

Luego de alimentarse y recuperar su energía, se quedó mirando a Bacon por largos segundos. Se veía furioso y no era para menos, pues es tan orgulloso que sé lo enojado que debe estar por dejarse atrapar por el enemigo.

—¿Dónde está Blake? —inquirió por lo bajo.

—A salvo —lo tranquilicé, viendo distraídamente por una de las ventanas de la mansión de mi queridísimo abuelo—. Wyatt la llevó a casa. No quiero perder más tiempo aquí, además de que no estamos arriesgando demasiado. ¿Qué vas a hacer con él?

Papá pareció pensarlo por unos segundos. No quiero estar en su posición, después de todo, es de su padre del que estamos hablando. No sé qué tan buena o mala fue su relación en el pasado, pero en la mirada de mi padre veo odio y muchos sentimientos encontrados que lo hacen titubear. Él le dio la espalda cuando se casó con mamá, repudiando que ella viniese de una humana.

—Te lo dije, Angus es demasiado débil. Es una vergüenza que seas el líder y el próximo en ocupar mi lugar como rey.

Mi padre ha sido el mejor líder. Es terco y hace lo que le plazca, pero jamás ha sido un mezquino como sí lo es Pussett. Nuestro clan es el más pacífico y agradable de todos. Nuestro pueblo es seguro y muy pocas veces hay desertores o desterrados. Trabajamos con madera y en el campo para ganarnos la sangre de manera limpia, algo que Pussett todavía no comprende porque tiene el estúpido pensamiento de que los humanos solo son comida y, por ende, muchos integrantes de su clan cazan humanos.

Él mismo incumple las reglas, pero siempre se sale con la suya porque tiene el gran poder del rey Bacon encubriendo su mal proceder.

—Un verdadero líder no piensa para proteger a los suyos, todo lo contrario, acabaría con todo aquel que quiera hacerles daño, sin importar que ese enemigo tenga su misma sangre.

—¿Te consideras enemigo? Por mucho tiempo creí que era igual al gran rey Bacon, lo que me hacía sentir contrariado. Siempre quise ser como mi padre, pero al tiempo odiaba esa idea. Pero ¿qué crees? —lo miró fijamente, estirando sus labios con una media sonrisa—. Hace mucho dejé de verte como mi padre, Bacon. Me dejaste en claro que no hacía parte de tu familia en el instante que me diste la espalda cuando me casé con Trinidad.

—¿Es que no pudiste enamorarte de otra? Esas mierdas humanas son una maldita plaga.

—Cuida tus palabras, pero te las dejo pasar porque tu resentimiento me causa un poco de gracia. Es tan lamentable ver a un vampiro tan viejo viviendo en soledad. Supongo que tu pareja aún no nace y dudo que lo haga —se encogió de hombros—. Nunca la vas a conocer y jamás vas a sentir la felicidad.

—Tú no sabes nada.

—No y tampoco me interesa saberlo. Has hecho sufrir a mi Trini con tu maldito odio. No conforme con eso, intentaste quitarle la vida a mi tesoro.

—Sabes que merecía recibir su castigo. Rompió la regla más importante.

—Es un punto y no voy a contradecir tus palabras, pero es molesto que no todos reciban su castigo. Pussett ha roto la misma regla infinidad de veces, pero tú prefieres encubrir su mal proceder.

—Él es un buen líder.

—No voy a perder mi tiempo tratando de sacarte de tu error.

—Entonces, ¿vas a matar a tu propio padre? ¿Siquiera eres consciente de lo que vas a causar si asesinas al rey?

—Un rey mezquino jamás será recordado, ni mucho menos extrañado. Crecí odiando a los humanos, pero ahora que tuve la oportunidad de convivir con uno de ellos, no son tan malos como lo hacías creer. La humanidad es lo que le hace falta a los vampiros.

Bacon se removió furioso, intentando liberarse de las cadenas que lo aprisionan. Sus ojos ya no eran negros, eran tan rojos y destellaban un odio indescriptible.

—Su manera de ver la vida y el amor es muy distinta al de nosotros, pero no dejan de ser fuertes y apasionados. Esa mierda humana, como sabes llamarlos, me hizo dar cuenta de que estaba siendo tan mezquino y mal padre como tú con mis hijos. Wyatt me hizo ver el camino que tanto odié pero seguía sin darme cuenta siquiera, que por encima del clan y de todas esas ridículas reglas que impusiste, estaba mi familia. Y amar sin importar qué eres no debe ser un castigo para nadie.

Siempre he admirado a mi padre, pero verlo reconocer sus fallas y ser mejor de lo que de por sí ya es, me hace sentir muy orgulloso de él. He notado su cambio gracias a Wyatt, inclusive yo he cambiado un poco mi forma de ver a los humanos, aunque para mí no dejan de ser molestos.

—Es momento de que el mundo de los vampiros cambie. Han sido miles de años regidos por el mismo rey, así que un cambio será refrescante.

—Tu madre creó a un estúpido e inservible vampiro —rugió y mi padre soltó una risita.

—Me creaste tú, padre.

Sin verlo venir, tomó la espada que descansaba a un lado de Bacon y le cortó la cabeza, la cual rodó hasta llegar casi a mis pies y manchar mis pulcros zapatos con algunas salpicaduras de sangre.

—Es tiempo de un nuevo reinado, ¿no crees, hijo?

—Depende quien sea el nuevo rey —fruncí el ceño al ver su sonrisa—. No pienses en mí, que bastante tengo que lidiar siendo uno de los protectores del clan.

—No pensé en ti —rio, limpiando la espada en el atuendo de Bacon—. Wyatt me cae bien.

—Guardaré tu secreto, padre.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora