Mariana
El tiempo se ha vuelto mi peor enemigo, pero trato de mantenerme serena durante los días y las noches. Extraño dormir, quizás porque es una manera de desconectarse de la realidad y de todos los malos pensamientos que me perturban a cada segundo del día. Mi tormento es un demonio de ojos tan negros como lo misma oscuridad y sonrisa mortal. Se ha vuelto mi sombra, es como si no pudiese vivir sin él. Lo necesito de una manera que no logro explicarme ni tampoco entiendo.
Suspiré, dejando de lado el computador y tomé del coctel que Trinidad me trajo hace unos cuantos minutos atrás. Es entre dulce y amargo, pero no me brinda la saciedad que mi interior tanto aclama. Mi sed es terrible y empieza a desesperarme esa necesidad, como también un fuego arde en mi interior y no puedo mermarlo por más que me acaricie. Pensar en ese demonio acrecienta esa sed y ese calor en mis entrañas.
—Maldito demonio —siseé, caminando hacia la ventana y recostando mi cuerpo del marco de esta—. ¿Cuánto más tengo que esperarte?
En el jardín, Blake y Wyatt caminaban y reían tomados de las manos. Desde que ella volvió él ha cambiado mucho. Ya no hay rastro de su tristeza ni desesperación en su mirada, solo hay un profundo amor que es correspondido con la misma intensidad. Jamás en mi vida he sentido enviada de otra persona, pero ahora mismo desearía poder ser ellos y vivir esa felicidad que sus miradas coquetas, sonrisas cómplices y besos apasionados, transmiten. Los vi abrazarse y sonreí. Se ven tan felices con la idea de estar juntos y de ser padres luego de tanta espera y sufrimiento. La hermana de Ambrose es realmente preciosa.
Regresé a la cama y me sumergí por horas en el computador, escribiendo un poco de cómo era mi vida antes de caer en un mundo diferente y que ha sido, de cierta manera, maravilloso. Escribir sobre ese demonio me ayuda a mantener mi calma, tal vez porque deseo que regrese con todas las fuerzas de mi corazón.
—¿Qué haces ahí? ¿Siempre estás todo el día escribiendo sin para en esa máquina? —inquirió Blake, entrando a la habitación por la ventana.
—Me gusta escribir, es la única manera en la que dejo de pensar.
—¿Qué escribes?
—Antes escribía pequeñas columnas y en mis tiempos libres escribía uno que otro relato de misterio, así que retomé mis escritos. Aunque fue un poco difícil empezar de nuevo, pues han sido tantos, que recordar con exactitud cómo empezaban es casi imposible. Pero estando aquí he tenido nuevas ideas y solo me he dejado ir entre ellas.
—¿Escribes sobre nosotros?
—Un poco —me encogí de hombros y frunció el ceño—, pero no tienes que preocuparte. Nadie verá estos escritos, solo yo.
—¿Y por qué no los muestras?
—Quise ser escritora, pero nunca se me presentó la oportunidad de publicar uno de mis tantos relatos —me sinceré con ella sin saber por qué—. Escribo porque me gusta y porque todo deja de doler. El mundo deja de existir, tus dolencias y malos pensamientos se dispersan. Crear escenarios, personajes, mundos y un sinfín de cosas es maravilloso y apasionante. Te crees Dios, moviendo los hilos a tu antojo para llegar a un final estático, donde todo acaba en felicidad o desgracia.
—Ahora entiendo por qué eres su otra mitad. Eres tan apasionada como lo es Ambrose. ¿Sabías que le gusta leer? —sonrió—. Él puede ser tu primer lector.
Reí, experimentando una leve aceleración en el pecho.
—Puede que lo haga cuando vuelva...
—¿Cómo te has sentido? Acoplarte a este nuevo mundo no es nada fácil, pero te veo y es tan diferente cuando Wyatt se transformó.
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Dulce Prohibido[✓]
FantasyLuego de que el único asistente que ha tenido por más de dos siglos renunciara, este mismo se ve obligado a buscar uno nuevo para sustituir su lugar por un tiempo indeterminado, pero nadie contaba con que un simple humano se postulara a la oferta de...