Final: Primera parte

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Blake

Desperté desorientada y con mucho dolor en el cuerpo y de cabeza. Por más que intenté moverme, no podía hacerlo. Sentía un firme agarre en mis brazos y en mis piernas que me impedía dar un solo paso entre la oscuridad. Veía tan barroso, que no podía distinguir el lugar en el que me encontraba y mis sentidos no funcionaban correctamente, lo que me puso en estado de alerta y mi corazón se agitó. Solo podía sentir el frío corriendo por mi piel y una oscuridad que es más densa que la misma noche me rodeaba.

«¿Dónde diantres estoy?»

Intenté tomar mi forma de sombra, pero no logré hacerlo, así como intenté hacer comunicación con Baco y fracasé. Me sentía muy agotada física y mentalmente, también sentía mucha hambre. Deseaba con todas las fuerzas de mi ser beber un poco de sangre, en espacial, esa tan dulce que me lleva a la calma.

«¿Dónde está Wyatt? ¿Por qué no puedo sentir su aroma? ¿Le hicieron daño? ¿Qué sucedió con él?».

Intenté llamarlo, pero mi voz tampoco salía. Me desesperé tanto al no poder salir y hacer uso de mis habilidades. Jamás me había sentido tan vulnerable y que corría peligro en todos mis años de vida.

El dolor en mi cabeza se agudizaba cada segundo y podía sentir como el ardor en mi piel me gobernaba. Era como si me tiraran lava ardiente directamente en el cuerpo. No podía, por más que quisiera, evitar ese malestar que me estaba haciendo perder la fuerza poco a poco. Cuando una tenue luz llegó a mi campo de visión, caí en un profundo sueño, trayendo a la mente esa sonrisa tan dulce y esa mirada llena de inocencia de mi ratoncito.

***

—Ya es hora de que despiertes, Blake —sentí un chuzón en mi brazo y por mi sistema correr la tibia y dulce sangre.

Abrí los ojos y moví la cabeza hacia un lado, pues esa luz era más intensa y no me permitía ver absolutamente nada. Sentía el estómago muy revuelto y la cabeza pesada, pero esa sangre entrando en mi sistema me estaba llenando de fuerza poco a poco, más no lo suficiente para liberarme de las cadenas.

—¿Cómo estás, pequeña? —esa voz me confundió por un momento—. Te pido una disculpa por la manera en la que te trajeron, pero tú más que nadie debe saber cómo funciona esto, ¿verdad? Cuando un vampiro real infringe las leyes, este trato es lo menos severo que merece.

—¿Papá?

Oí una risita malvada y sentí en mi mentón una puntiaguda y filosa uña que giró rostro hacia él. Si no fuera por esos ojos extremadamente rojos, juraría que se trataba de mi padre, más su olor y aura es muy diferente.

—Así que eres la hija mayor de Angus, ¿eh? Eres muy parecida a mi hijo, ¿no te lo han dicho? — su uña se clavó en mi piel y esa sensación de adormecimiento volvió a dominarme—. Es una lástima que vengas de la sangre sucia.

—Mi madre no es ninguna sangre sucia —murmuré en un hilo de voz.

—Eres digna descendiente mía, ¿eh? Eres resistente y fuerte —sonrió ladeado—. No pensé que conocería a mi nieta en este tipo de situación, pero ¿qué se puede esperar de un vampiro que es mitad humano? Podría haber hecho parte de tu vida si no fuera porque mi hijo se fijó en una basura.

Intenté atacarlo, pero ese dolor tan agudo que sentí en mis adentros me hizo retorcer de angustia y desesperación. Sentía que por cada centímetro de mi ser corrían un sinnúmero de filosas cuchillas.

—¿Dónde tienen escondido al humano? —preguntó con calma—. Coopera conmigo, querida nieta, y no habrá mayor repercusión para ti.

—El humano ya no existe —sonreí ladeado—. Si estoy aquí es por el castigo que se me será otorgado, no para hablar de alguien tan insignificante.

Presionó mi quijada con mucha más fuerza, entornando los ojos y dejando a la vista sus puntiagudos y filosos colmillos. Por más que luzca amenazante y aterrador, no me da ni un poco de miedo. En el pasado daba la vida por conocer a mi abuelo, el rey más importante y renombrado de todos los tiempos, pero ahora conociendo el tipo de bastardo que es, quiero que esté muy lejos de mí y de Wyatt. Pensar en que puede arrebatarle la vida si se entera de que es mi pareja destinada, me condenaría en la eternidad.

—No trates de encubrir al humano que yo más que nadie conozco la razón que te llevó a morderlo. Si no me dices dónde está, destruiré uno a uno de los tuyos frente a tus ojos.

—¿Serías capaz de matar a tu propio hijo?

—Dejó de serlo desde el momento en que se fijó en esa cosa que salió de esa humana.

—Mi abuela no tiene la culpa de nada y mi madre es un vampiro real y completo. Mi abuela se enamoró al igual que mi abuelo. Si el destino los unió en la eternidad sin importar siquiera del mundo que venían, ¿por qué tuviste que separarlos tú?

—En este mundo no debe existir ni un solo rastro humano —sus ojos se tornaron de un rojo carmesí muy intenso y diabólico y sonrió ladeado—. Con que se repitió la historia, ¿eh? ¿Quién lo diría? Estamos condenados a vivir el mismo suceso y, así como en su momento acabé con la vida de esa simple y asquerosa humana, acabaré con la del tuyo. Eres la siguiente al trono, ¿por qué lo defiendes? ¿Por qué mezclarse entre sí? Las razas que están consolidadas no deben ser alteradas.

—No te atrevas a hacerle daño.

—¿Y quién lo va a impedir? —sonrió con sorna—. ¿Tú? ¿Angus? ¿O el insignificante humano? No olvides que el único con el suficiente poder para modificar al clan soy yo. Angus es débil ante mí y él jamás intentaría ir en contra de su padre. Tú no harás falta alguna, porque el nuevo líder del clan ya está listo para tomar tu lugar.

«Es un maldito desgraciado, que no le mueve el corazón siquiera su propio hijo».

Espero que Ambrose siga mis instrucciones y se lleve muy lejos a Wyatt, de ese modo, podré tener tiempo para idear un plan y escapar de este lugar. Mientras él esté a salvo, todavía tenemos una oportunidad de reencontrarnos y ser felices como tanto lo deseamos.

Todo está pasando tal cual en la visión que la bruja me enseñó, lo que me hace pensar que tendré el mismo destino que mi abuelo. No es justo que no pueda amar a Wyatt ahora que al fin lo encontré.

«Si fuera verdaderamente prohibido, ¿por qué el destino tuvo que unirme a él? ¿Por qué hacerme sentir felicidad y luego una indescriptible y gran tristeza? ¿Por qué lo nuestro tiene que acabar así? ¿Por qué no podemos amarnos sin remedio alguno? ¿Podré sobrevivir estando a cientos de kilómetros de él, aun sabiendo que ambos nos necesitamos mutuamente?».

Ahora lo entiendo todo, el mayor castigo que pueda recibir no es el físico, ni la falta de sangre, ni las amenazas que reciba por parte del que es mi abuelo, sino de la agonía, la soledad y el vacío que siento aquí dentro de mi pecho al estar tan lejos de mi ser amado. El peor castigo es no poder estar entre sus suaves y reconfortantes brazos.

***

Nota: La segunda parte estaré publicándola en este mismo libro en los próximos días...



Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora