S2: Furia

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Las horas en esta habitación tan lúgubre parecen no correr. Me he mantenido despierta no sé por cuánto tiempo, con el fin de estar lista para cuando esa cosa inmunda regrese, pero hasta el momento no ha habido ni una sola señal de su presencia. Es como si se hubiese esfumado o, mejor aún, como si la tierra se lo hubiese tragado.

Esa mujer, de cabello rojizo y llamada Vanda, me ha traído comida y agua, al igual que ropa limpia. Por más desconfianza que quiera sentir a causa de su afabilidad, una parte de mí confía en ella. Es muy insistente y se preocupa demasiado porque me alimente bien. Lo único que no me permite, es salir de esta habitación tan fría y oscura, donde ni siquiera el sol entra por la ventana porque no cuenta con una. ¿Cómo puede alguien vivir en estas condiciones? Por más lujosa y bonita que sea la habitación, parece ser sacada de una película de terror muy antigua.

Rodeé mi cuerpo con esa suave y caliente manta y me hice un ovillo en un rincón de esa espaciosa habitación. Quiero irme, pero no encuentro la manera de salir. Vanda me mantiene muy vigilada y no es para menos, si supongo que "su señor" debió pedírselo. Es cuestión de tiempo para que regrese y me mate, aunque esa mujer me diga todo lo contrario.

Me sentía agotada y soñolienta, pero el miedo de que esa cosa viniera y me hiciera daño mientras dormía, no me permite conciliar el sueño. Por más que me abrace a mí misma, siento mucho frío.

Entre tanto luchar conmigo misma y mantenerme bien despierta y a la defensiva, el sueño terminó ganándome la batalla. Ni siquiera tuve tiempo de levantarme del suelo e ir a recostarme en la cama, sino que me quedé ahí, recostada por el armario cubriendo mi cuerpo con esa manta tan cálida y fría a la vez.

En mi profundo sueño me encontraba caminando en medio de un bosque. La luz de la luna era la única que me brindaba un poco de claridad en esa inmensa oscuridad. Extrañamente, aunque sentía una sensación extraña por la piel, no sentía miedo alguno al estar sola allí. El viento chocaba contra mi rostro y ese olor a naturaleza era muy agradable y abrasadora. En este lugar se siente la paz que tanto necesita mi alma.

Sentí una suave caricia por mi hombro y giré mi rostro para ver de qué se trataba, pero no había nada ni nadie a mi alrededor. Esa caricia se extendió por mi piel hasta situarse en mi cuello, lo que me provocó escalofríos por toda la espalda y me hizo cerrar los ojos. Por de más extraño, se sentía bien ese frío tacto por mi piel. No sé si se trataba del viento o un simple animalito que encontró entretención en mi piel.

Una electricidad me gobernó cuando ese mismo tacto se fue hacia adelante, trazando mi clavícula con una suavidad y lentitud matadora. Mis labios fueron cubiertos por una frialdad desconocida, que solo incrementó esa electricidad y calentó mi piel. Fue un roce ligero, pero sentí a plenitud una presión sobre mi boca.

Esa caricia que inició en mi cuello y se prolongó por el medio de mi pecho me hizo soltar un suave soplo de aliento por la boca. Mi piel caliente y ese toque tan frío logró ponerme la piel chinita. Era como si cientos de hormigas caminarqn sobre mi piel

De repente y sin verlo venir, sentí que rasgabqn mi piel, justamente en mi cuello, lo que revolucionó todo mi interior. Ese toque por mi piel, más ese pinchazo en mi cuello fue algo muy estimulante y que nunca en mi vida había sentido.

Cerré las piernas debido al mismo calor que se presentó en el medio de ellas y un frío se regó por mis labios menores, algo que me produjo un sinfín de temblores y que la respiración se me agitara.

¿Qué tipo de sueño es este? Jamás había tenido un sueño así de húmedo y caluroso en toda mi vida.

No podía identificar si me estaban mordiendo o no, pero podía sentir ese pinchazo y suave succión en mi piel, aunque, en lugar de sentir dolor alguno, sentía que cada uno de mis sentidos explotaban y un sofocante calor por debajo de la piel.

Me dejé ir en esa sensación, en esa electricidad que ese toque me estaba generando.

—Ronan...

De mis labios escapó su nombre y en mi pecho se esparció una inmensa tristeza, sabiendo que nunca más lo volvería a ver, porque aunque fuera un sueño, era consciente de la situación. De mis ojos brotaron lágrimas, a pesar de que me sentía un poco feliz al sentirlo cerca de mí otra vez.

Abrí los ojos y la luna, en lugar de tener su color habitual, estaba teñida de un rojo muy intenso y terrorífico. El bosque que, en un principio se veía hermoso y mágico, se tiñó lúgubre. Las hojas verdes de los árboles se cayeron de sus ramas y se arremolinaron con el viento con una fuerza de otro mundo.

Un aura pesada, furiosa y oscura se cernió en todo el lugar. Podía sentir la ira corriendo por mi ser, molesta por alguna razón que desconocía.

Sentí una viscosidad por mi cuerpo, por lo que bajé la mirada y me di cuenta que un líquido oscuro se hacía parte de mí y me envolvía de pies a cabeza. Esa molestia en lugar de apaciguarse, se hacía cada vez más fuerte. El bosque se tornó muy oscuro y el miedo que sentí días atrás con esa cosa se mezcló con la ira que me gobernaba en ese momento.

—Ambrose... —oí un susurro que aceleró los latidos de mi corazón.

Una serpiente azulada y de ojos completamente rojos se enrolló alrededor de mí, siseando sin parar a la oscuridad y con una postura de defensa, como si estuviera a punto de lanzarse contra su atacante. Estaba paralizada, no podía moverme ni gesticular palabra alguna.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora