No puedo y no quiero

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Blake

En todos mis años de vida jamás me habían besado. Nunca se cruzó porque mi mente que mi primer beso sería con un humano. Jamás pensé que besar a mi alma gemela se sentiría tan maravilloso. Aún siento la textura suave y tibia de sus labios sobre los míos. Pienso en ese beso y mi corazón se agita en demasía. Quería seguir probando su saliva, pero el aire escaseaba en mis pulmones y debía alejarme antes de que fuera mi tarde.

Cuando sus labios hicieron contacto con los míos, todas mis habilidades se redujeron a la nada. Sus pensamientos dejaron de llegarme y el incesante latir de sus venas dejó de llamarme. Solo podía sentir la dicha que nos embargaba a los dos y esa plenitud inigualable ante el roce de nuestros labios.

He pasado muchos años en la espera de mi alma gemela y ahora que la he encontrado, una parte de mí no se atreve a dejarla ir. Quiero estar a su lado, poder llenarme de él y entregarle mi corazón sin ningún tipo de obstáculos, pero pensar en que su vida corre peligro me desanima mucho y rompe mi corazón en pedazos. Lo único que quiero es protegerlo, incluso de mí misma, porque este vínculo que nos une y va más allá de cualquier razón es prohibido en mi mundo. No soy capaz siquiera de pensar en el día en que deba volver con los suyos, porque mi corazón duele y siento que mi alma se rompería en pedazos.

Corrí por el bosque en busca de mi última cena del día, pero sumida en mis pensamientos y rememorando el beso de Wyatt, no podía concentrarme para atrapar al débil conejo que huía de mí. Ni siquiera me di cuenta que alguien más estaba cerca de mí y que atrapó al conejo mucho antes de que yo lo hiciera.

Mi madre cerró los colmillos en el cuello del conejo y la sangre empezó a brotar y manchar el pelaje blanco del animal. Una vez quedó satisfecha, arrojó su cuerpo y relamió sus labios, abstrayendo sus colmillos.

—¿Por qué estás tan distraída? —inquirió—. Llevabas detrás del conejo por más de diez minutos, cuando tú los cazas en menos de uno. ¿Ocurre algo?

—No, nada. Solo jugaba con él. Es divertido verlo correr por su vida.

—Tú y Ambrose están actuando muy extraño. ¿Creen que no me doy cuenta de lo que hacen?

La miré de reojo y sonreí.

—Ya no hay rastro del olor del humano en el castillo —siguió hablando mientras yo me mantenía en calma, apoyando mi espalda en un roble—. ¿Lo mataron?

—No, mamá.

—¿Qué hiciste con él?

Pensé en la respuesta que le daría a mi madre por varios segundos. No puedo decirle que ese humano es mi alma gemela y que lo tengo escondido en mi casa para protegerlo del castigo que pueda impartir mi padre cuando regrese, pero más por el hecho de que no soportaba verlo encerrado, triste y en soledad.

—Cariño, sabes que puedes confiar en mí.

—Lo llevé a un lugar seguro.

Soltó un largo suspiro y se acercó a mí. Tomó mis manos en las suyas y las apretó con suavidad.

—¿Por qué lo hiciste? Si tu padre regresa y ese humano no está en el calabozo, se pondrá como loco.

—Ese humano es mi alma gemela, mamá. No puedo soportar verlo encerrado y así de triste. Mi corazón dolía, pero ahora que sé que está a salvo, me siento mucho más tranquila —admití sin poder evitarlo—. ¿Es normal que un humano sea mi alma gemela?

—Sabia que detrás de tu impulso había una razón mucho más fuerte que tu resistencia. Tú estás capacitada para no dejarte llevar, de no ser así, habrías pasado los límites y llegado a la humanidad como muchos otros vampiros jóvenes lo hacen.

Fruncí el ceño y me liberé de sus manos. Contrario a lo que creí, mi madre no sé veía enojada.

—No uses tus poderes en mí, mamá.

—Ambrose es inmune a mis habilidades, por eso no me quedó más opción que usarlos contigo. Sabía que algo estaban tramando ustedes dos y cuando dejé de sentir el olor del humano en la casa, confirmé mis sospechas.

—Detesto que hagas eso. Ahora que sabes la verdad, ¿qué crees debo hacer? No quiero que mi padre lo asesine. No lo soportaría, tú sabes que moriría junto a él.

—Tu padre y los demás Lords lo querrán matar en cuanto la guerra con los lobos termine. En cambio, si está en el mundo de los vivos estará a salvo.

—No puedo estar lejos de él, mamá. He intentado alejarme, pero no puedo. No me pidas que lo deje ir. Han sido largos años en su espera.

—Si él está a salvo tú también lo estarás —acarició mi cabello con dulzura—. Eres nuestra hija y, aunque tu padre haga las cosas de una manera muy abstrusa, jamás vamos a permitir que algo malo te suceda. Recuerda que aún tienes un castigo que afrontar por romper una de las reglas más importantes. Que ellos se enteren de que ese humano es tu otra mitad te condenaría a la muerte eterna y es lo menos que quiero para alguno de mis hijos. Dolerá y vas a entrar en una profunda tristeza debido a su ausencia, pero estando lejos el uno del otro, ambos van a estar a salvo.

Bajé la cabeza y una lágrima se deslizó por mi mejilla. Nunca había llorado por nada ni nadie y siento mucha furia no poder controlarme cuando se trata de Wyatt, pero dejarlo ir es algo que no puedo soportar ni mucho menos aceptar.

—Si lo quieres salvar, debes dejarlo ir, mi amor.

—No puedo y no quiero.

—Si se queda morirá y tú también —limpió mis lágrimas con la yema de sus dedos—. Aprovecha el tiempo que tu padre está fuera para ser egoísta y amarlo. Cuando llegue el momento, elige con sabiduría. Confío en ti y sé que tomarás la mejor decisión para todos nosotros. Recuerda que este mundo dependerá de ti y un mundo sin su gobernante sería un caos. 

Las palabras de la hermana de Lirio cruzaron por mi mente y asentí a mi madre. Si esa bruja tenía razón en la predicción que me mostró, lo mejor será llevarlo con ella y tratar de encontrar ese camino correcto. Tal vez, viendo el destino de Wyatt encuentre una solución a este problema y podamos estar juntos por el resto de eternidad.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora