S2: Bueno y amable

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Mariana

Hoy al fin pude levantarme de la cama y darme un buen baño, no solo para quitarme de encima ese mal olor que traía y el sudor de mi cuerpo, sino también a ese ser inmundo que ahora se la pasa vagando en mis pensamientos.

Antes le tenía miedo incluso cuando lo pensaba, ahora solo puedo sentir una enorme rabia cada que su mirada se cruza por mi cabeza. Es el ser más cínico y desvergonzado que pueda existir. Es un demonio sin corazón.

Luego de que salí de tomar el baño, vi a Vanda con la bandeja del desayuno en mano y me senté en silencio a comer de el. Hoy es uno de esos días donde el buen humor no es mi aliado y absolutamente todo me irrita, incluso no soporto que me miren. Estoy cansada de estar aquí encerrada. Necesito un poco de aire, ver la luz del sol y cerrar los ojos ante el viento que golpea mi rostro. Deseo ver la luna llena y poder pensar una vez más en la inmensidad del universo. No soporto un segundo más de estar entre cuatro paredes.

—¿Se encuentra bien, mi señora?

Vanda es muy amable conmigo y siempre se preocupa mucho por mí, pero me asfixia tanto. ¿Acaso no tiene nada más que hacer en la vida que estar encima mío cada segundo del día?

—Sí, estoy bien.

—¿Le gustaría comer algo más?

—No, de hecho, no tengo hambre —aparté la bandeja a un lado, recordando el comentario de ese demonio y resoplé.

—No puede pasar el día sin comer, mi señora. Recuerde que debe alimentarse bien.

Claro, para llenarle el buche a ese sinvergüenza. Vanda está con él y por eso me insiste tanto para que coma. He sentido que he subido de peso, pues ella no hace más que traerme comida y yo, al no tener nada más que hacer durante el día, me lleno hasta el hartazgo.

—No tengo apetito, Vanda. Cuando me dé hambre, comeré.

—No puedo irme sin que termine su desayuno.

Suspiré hondo para no soltar mi rabia con la persona equivocada. Ella sigue las órdenes de ese hombre y es a él a quien quiero mentarle la madre.

Varios golpes en la puerta nos interrumpieron, por lo que ella fue a abrirla para ver de quién se trataba. Solo espero que no sea él, porque no estoy de humor ni para verle la cara.

Quedé de pie y muy sorprendida al ver a Wyatt entrar a la habitación. Se veía muy diferente a como en las fotos, pero seguía siendo él.

—¿Wyatt?

—¿Cómo sabes mi nombre? —frunció el ceño, mirándome con curiosidad.

—Lo sabía. Sabía que estabas vivo. Dios mío, tu madre se pondrá muy feliz.

—¿Mi madre? ¿La conoces? ¿Cómo está ella?

—La conocí hace un tiempo. Tu madre no ha dejado de buscarte ni un solo segundo, jamás perdió la esperanza. Ella aseguraba que estabas vivo, que podía sentirlo en su corazón. Y no se equivocó. Ese sexto sentido de madre no falló —me acerqué a él, olvidándome por completo de que Vanda seguía con nosotros—. Puede que sea difícil por lo que me he dado cuenta, pero sé que encontraremos la forma de salir de este lugar y regresar a casa con los nuestros. Todo esto al final valió la pena, a pesar de que caímos en manos de una bestia y no todo salió como lo había planeado...

—Espera, cálmate —se veía confundido—. ¿De qué diablos hablas? ¿Quién eres tú?

—Soy Mariana Aldana, una periodista que vino en tu búsqueda. Tu madre me habló sobre tu repentina desaparición y me aventuré con mi amigo a buscarte.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora