S2: Enemigo

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ANGUS

Desde que era tan solo un niño, carecía del amor de mis padres. Siempre fueron distantes, severos y poco afectivos. Nunca vi que se demostraran amor o se dieran un solo beso delante de mí. La comunicación entre ellos era escasa y muchas veces terminaban discutiendo por nimiedades.

En mi edad adulta, cuando llegó mi pareja destinada, descubrí lo que ellos pretendían ocultarme. No entendía por qué se empeñaban en seguir juntos, si entre ellos no había más que una unión para que el clan no se disolviera. No podía creer que, durante tanto tiempo, se atrevieran a permanecer juntos y tenerme a mí, sin ninguno de ellos sentía amor.  Entendí que no eran el uno para el otro cuando mi madre encontró a su pareja destinada y se marchó con él, olvidándose de la vida que formó junto a mi padre; incluso de mi existencia.

Mi padre cayó en desgracia, pero no era porque sintiera dolor o despecho alguno por mi madre, sino porque se avergonzaba de haber compartido siglos de su vida con alguien que no amaba y se sentía frustrado de no encontrar a su pareja tal cual lo hizo ella. Se volvió todavía más severo y rígido con el paso de los años hasta que tomé mi lugar como líder y me casé.

Desde el principio Bacon se impuso a mi unión, pero no tenía más opción que aceptar a regañadientes a mi pareja. Sabía que si se deshacía de ella, moriría y el clan se vendría abajo. Para él no hay nada más importante que el clan, ni siquiera se preocupa por sí mismo o por mí, y no es para menos, si es que yo no soy producto de su amor eterno, sino simplemente una asociación para que nuestro mundo no se viniera abajo.

Por mucho tiempo fui como él, rígido y severo, porque esa fue la forma en que me crio, pero gracias a Trini supe lo que era amar y ser amado. Cuando supimos que seríamos padres por primera vez, me hice la promesa a mí mismo de darle lo mejor a mi pequeño tesoro, que nunca le faltaría un abrazo, un beso o un te quiero. No deseaba ser como mis padres, así que me dediqué a ser buen esposo y un buen padre. Aunque fallé terriblemente al permitir que mi tesoro sufriera y, con ella, mi amada familia.

Mis hijos lo son todo en mi mundo, así como lo es mi esposa. Es por eso por lo que el dolor de ellos es tan mío y me siento tan ahogado con el. Quisiera poder remediar mis errores, pero es tarde. Lo único que tengo es la esperanza de encontrarla a salvo. Si Wyatt no ha presentado perdida de vida, es porque ella sigue respirando.

No sé qué pasaría si mi propio padre matara a mi hija, sangre de su sangre. Enloquecería, es lo más seguro. Esa sería la gota que hiciera derramar el contenido de un vaso que se encuentra a su límite. Todo se lo puedo perdonar, pero jamás le perdonaría que le hiciera daño a mis hijos.

Suspiré frustrado, repasando el mapa por enésima vez por si me había faltado algún lugar que revisar, pero todos estaban marcados con una "X" en rojo.

Luego de largos días de recorrer montañas y bosques, no encontramos ni una sola pista de Blake, lo que tenía a Wyatt pensativo y decaído. Por más que no me agradara la idea de que fuera antes humano, debía admitir que tenía agallas y era el mejor partido para mi hija. No ha descansado ni un solo segundo para encontrarla. Admiro su fuerza y determinación, así como sus habilidades y su resistencia. Pero su desesperación y su tristeza empiezan a ser más notorias.

—Mi señor, le tengo una mala noticia.

Aparté el mapa con calma y miré a Demetrius. Por su seriedad comprendí al instante que algo andaba mal.

—¿Qué ocurre?

—No hemos podido hacer contacto con el grupo de Ambrose.

Demonios.

—Que lo intenten hasta que logren hacer contacto.

—Desde ayer hemos intentado entablar comunicación, mi señor —se acomodó sus espejuelos con nerviosismo—. Ya saben lo que dicen del mar...

—Ambrose no es estúpido. Él más que nadie sabe cómo sobrevivir a esas aguas —guardé el mapa en mi mochila, siendo observado por cada uno de los vampiros—. Seguiremos el camino hasta la isla. Si todavía no han entablado contacto con Ambrose, irás en su búsqueda.

—Sí, señor.

Seguí el camino con los demás siguiendo mis pasos. El líder, por más presión y desesperación que sienta, no debe caer por nada del mundo o todo su clan se vendrá abajo. Mi fuerza les da la motivación suficiente para avanzar y no rendirse. Aunque no tenga paz por no saber dónde está  mi hija y me preocupa la seguridad de mi hijo, no puedo quebrantarme.

—Debe ser difícil para ti, ¿no es así, suegro? —Wyatt me alcanzó y lo miré de soslayo—. Yo sé que sufre con todo esto, pero sabe guardar la compostura.

—¿Te das cuenta de los vampiros que siguen mis pasos y confían en mí? Si yo bajo la guardia, demuestro mi debilidad o me siento a llorar, estaríamos muertos. Son mis hijos, lo más importante y bonito que me dio esta vida. Sufro, pero confío en mi buen presentimiento, así como también confío en las habilidades de ellos —sonreí—. Te aseguro que son mucho más valientes de lo que fui yo a su edad. Ellos apostaron por su pareja, saltando las reglas y enfrentando incluso a la muerte. 

***

Llegamos a lo alto del risco, desde donde podía ver la isla en la que mi padre vivía desde hace mucho tiempo en completa soledad. Si el camino estuvo tan tranquilo, debe estar enterado de que veníamos a su guarida. Lo único que me preocupa es que Ambrose todavía no se haya contactado, más no puedo esperarlo, ya que siento un mal presentimiento. No quiero llegar tarde y arrepentirme por el resto de eternidad.

—Demetrius, envía un grupo en la búsqueda de Ambrose.

—Sí, mi señor.

—Wyatt —lo miré por un instante—, no olvides lo que te dije. No hagas nada estúpido, solo mantén un perfil bajo hasta dar con mi hija. Pero no bajes la guardia, porque todo puede pasar y es a ti a quien están buscando. En cuanto encuentres a Blake, llévatela sin pensar en nada ni en nadie más, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —en sus ojos había dudas, así que lo insté a hablar—. ¿Y qué piensa hacer con su padre? ¿De verdad cree que él sería capaz de matar a su propia sangre?

—De Bacon se puede esperar cualquier cosa, pero él empezó esta guerra al llevarse a mi hija —la furia empezaba a crecer en mi interior—. Y yo sí amo a mi hija, como para permitir que le hagan daño. No me importa pasar por encima de mi progenitor, porque aunque me haya dado la vida, jamás lo podré considerar como un padre. Ahora él es un enemigo, no lo olvides, yerno.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora