S2: Oscuridad

450 91 8
                                    

—Apartate de ella —oí la voz fatigada de Ronan y, por más que quise moverme, no podía hacerlo.

Por alguna razón no podía apartar la mirada de esos ojos tan espeluznantes y rojos que estaban fijos en mí. Mi cuerpo no reaccionaba, a pesar de que percibía el peligro en esos ojos tan rojos. Jamás había visto una mirada tan aterradora y que fuese capaz de dejarme inmóvil. Mi corazón lo podía sentir latiendo con fuerza y rapidez en mis oídos.

—No te lo repito una vez más. Aléjate de ella...

Su voz se ahogó en el momento en que lo sujetó por el cuello con su mano. Esa cosa frente a mí no me quitó la mirada de encima ni un solo instante.

«¿Qué es eso? ¿Qué tipo de animal cuenta con ese tipo de ojos?».

Deslicé mis ojos hacia Ronan y todo mi ser tembló de miedo. La sangre que brotaba del cuello de este era muchísima. Las uñas de esa cosa se encontraban adheridas a su piel de una manera muy brutal.

Lo más extraño de todo era que Ronan no emitió ningún sonido, solo leves quejidos que se fueron apagando a medida que la sangre fluía de su piel. Es como si lo estuviera asfixiando con su mano, pero atravesando cientos de cuchillos en su piel.

Estaba muerto, lo sabía por la palidez que mostró en cuestión de segundos y esa gran cantidad de sangre que salió de su cuello. Esas uñas deben ser extremadamente largas, como para lograr tal hazaña. El mismo miedo que me corría por dentro no me dejaba pensar ni hablar. Mi cuerpo estaba paralizado por completo, por más que sabía que debía irme antes de tener el mismo fin que Ronan y, probablemente, Wyatt.

Todo encajó en una mínima fracción de segundo en mi cabeza, más no podía mostrarle al mundo ni a la Sra. Bennett esa extraña desaparición de su hijo.

Mis padres fueron en lo único que pude pensar en ese momento de miedo, pánico y ensimismamiento.

Así como lo sujetó con gran facilidad, lo vi tirar el cuerpo de Ronan muy lejos de nosotros. El golpe de su cuerpo al chocar contra el pavimento fue el único ruido en ese silencio tan atroz. No podía dejar de llorar y de temblar.

«Este es mi fin...».

Mis ojos volvieron a esos rojos espeluznantes y más miedo sentí. Era mi turno y no podía siquiera moverme para luchar por mi vida. Era como si mis pies hubiesen sido clavados en la tierra y mi cuerpo se hubiera desconectado de mi cerebro. Me repetía una y otra vez que debía correr, pero no podía hacerlo, ni moverme, ni hablar, ni nada.

«Dios mío, ayúdame, por favor. No permitas que esta cosa me haga daño».

Su rostro se aproximó al mío y cerré los ojos debido al miedo que ese acto provocó. Sentí la frialdad recorrer cada centímetro de mi ser y oí un suave gruñido escapar de esa cosa. Podía sentir como olisqueaba mi cuello y parte de mi pecho.

—¿Qué de interesante tienen los humanos? —esa voz tan gruesa, profunda y masculina me hizo temblar—. Si son como una maldita plaga.

Acto seguido, sentí que mi piel se abría tras esa fuerte mordida. Sus colmillos eran muy filosos y sentía que me quemaban por dentro. Lo oí gruñir y succionar con fuerza, a medida que mi cuerpo se iba relajando en su frío toque y mi mente se iba en blanco.

Mis piernas perdieron la fuerza así mismo como todo mi cuerpo, aún así, podía sentir claramente como seguía succionando mi piel, por ese mismo palpitar de mi sangre en mi cuello y el dolor y quemazón que causaban esos colmillos en mi piel.

Miles de preguntas cruzaron por mi mente, pero no podía pensar en nada más que no fuera en esta situación tan lamentable. Nunca quise exponer a Ronan. Si, tal vez lo hubiera escuchado, ahora mismo seguiría con vida y tendríamos esa oportunidad de tener una relación y mi vida no dependería de un extraño animal con rasgos humanos. ¿Podría tratarse de un caníbal? Eso sería mucho más razonable y explicaría del porqué está mordiéndome con tanta fuerza y devoción.

Mis energías se fueron en cuestión de segundos. Ya no podía mantener los ojos abiertos y sentía que mi cuerpo flotaba en el aire. Ese ardor y dolor le dio paso a la calma y un tipo de adormecimiento que no me provocaba ningún tipo de malestar.

Escuché voces muy a lo lejos, más no podía constatar de que fuera así. Sabía que estaba en mis últimos momentos de vida y que podría tratarse de un tipo de reacción, ese último instante en el que recuerdas toda tu vida y tanto se menciona. Mis padres, Ronan, mis amigos y lo feliz que yo misma me sentía al hacer realidad mis sueños fue en lo último que pensé, antes de que la oscuridad me sumergiera de lleno.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora