Juntos

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Wyatt 

Cuando recobré la consciencia, todo ese dolor tan infernal que experimenté luego de esa mordida, había cesado. Mi cuerpo no dolía, ni me sentía cansado y mi cabeza no se sentía pesada, todo lo contrario, me sentía con mucha energía, como si por la sangre me corriera adrenalina de la más pura, algo que me estuvo extraño basándome en las otras veces que Blake me mordió y sentía que un camión había pasado por encima de mi cuerpo. A diferencia de esas otras mordidas, Lirio no se encontraba a mi lado, quejándose de Blake mientras me suministraba sangre.

Todavía más extraño cuando abrí los ojos por completo y pude sentir olores nuevos y diferentes, pensamientos diversos y un olor exquisito en el aire que me atrajo al instante. En la habitación conmigo se encontraba Lirio junto a la bruja que había venido hace unos días a predicar mi futuro, Baco que es hallaba enrollado a mi lado sin quitarme la vista de encima, Blake que sonrió al verme y ese otro vampiro de cabello blanco que tanto miedo me produce. Pero fue la vampiresa la que llamó toda mi atención y me sacó una sonrisa inconsciente. Su profunda, brillante y carmesí mirada conectó con la mía y mi corazón se agitó de ansiedad y emoción.

«¿Por qué hay tantas personas en la habitación con nosotros? ¿Acaso es que solo se trató de uno de los tantos sueños húmedos que he tenido con ella y nunca se hizo realidad lo que tanto deseaba?»

«No fue un sueño, delicia». 

Que su voz se escuchara clara y vacilante en mi cabeza me asustó tanto que me puse de pie de un salto y pegué un grito bastante afeminado. Todos me miraban curiosos y expectantes, como esperando algo de mí que todavía no lograba entender. Sus voces llegaban a mi cabeza a una velocidad y en una maraña que no me permite descifrar lo que quieren decirme todos a la vez. 

—¡Cállense, por un demonio! —cubrí mis oídos y sus voces cesaron—. No entiendo cómo rayos hacen para meterse en mi cabeza todos a la vez, pero ya no lo hagan más. Es exasperante y muy ruidoso, eso sin contar que se siente raro que entren en mis pensamientos de esa manera.

—¿Cómo te sientes, ratoncito? —Blake se me acercó y todo malestar se disipó al percibir su olor, su calor y su sola presencia aquí cerca de mí.

—Bien —la abracé por la cintura, acercándola a mi cuerpo y dejando un beso en su mejilla—. ¿Y tú?

—Espero encuentres una solución a esto, Blake. Padre llegará pronto y sabes bien lo que puede suceder. 

—Ambrose —le advirtió ella, pero él se acercó desafiante, mirándola con molestia. 

—Eres igual a él, siempre haciendo lo que quieren sin pensar en nadie más que ustedes. Que hayas perdido el control es lo de menos y lo sabes. Esto pasa por encima de las reglas y no quiero imaginar lo que va a suceder en cuanto los otros lideres se enteren —me miró por un segundo, antes de volver a fijarse en ella—. Nadie podrá salvarte, ni siquiera papá.  

—Será mejor que nos vayamos —una serpiente extremadamente azul salió de detrás del tal Ambrose—. Blake tiene mucho que explicarle al humano. 

Las brujas desaparecieron sin oponerse a la víbora y esta volvió a refugiarse en el vampiro, emitiendo un siseo sonoro sin apartar su mirada negra y profunda de mí. Esa serpiente es igual de tenebrosa que su compañero, ambos tienen una mirada aterradora que te hace cagar en cuestión de segundos. 

—Yo me encargo de hablar con mamá, tú soluciona esto, aunque no podamos hacer nada —el vampiro se transformó en una sombra apenas perceptible, pero lo más extraño de todo es que podía verlo, antes de que saliera por la ventana. 

—Ve a descansar, Baco —le indicó Blake y él asintió, restregando su cabeza en mi brazo—. Wyatt estará bien. 

—Así es, aunque no sé si corra peligro en tus manos, vampiresa —bromeé y soltó una risita, recostando su cabeza en mi pecho.

—Bien —siseó y se arrastró fuera de la habitación.

Tan pronto quedamos a solas, probé sus labios, apaciguando esas ganas que me estaban carcomiendo desde que nuestras miradas hicieron conexión. Sus labios son tan suaves y deliciosos, no me cansaré nunca de besarla. Me provocan como un demonio y hacen volar mi imaginación y recordar a detalle lo que sucedió en la noche entre nosotros.

—Te deseo —murmuré, dándole la vuelta y recostando su cuerpo en la cama—. ¿Qué me hiciste?

—Delicia—me separó de su boca, apoyando sus manos en mi pecho—, yo también te deseo y me encantaría repetir lo de hace unos días, pero tenemos que hablar primero.

—Espera un segundo —la miré patidifuso—. ¿Cómo así que "lo de hace unos días"? ¿De nuevo dormí como la bella durmiente por días? No lo puedo creer —bufé—. Bueno, supongo que ahora tendré que acostumbrarme, ¿no?

—Shhh —puso sus dedos en mis labios, esbozando una sonrisa ladeada—. Dormiste por unos días, pero es normal que suceda.

—Sí —reí malicioso—. Es que tú me robas todas las energías cada que me muerdes.

—Wyatt, quiero decirte algo muy importante y no puedo hacerlo si no me dejas de hablar —noté su preocupación, por lo que guardé silencio, esperando que soltara la bomba—. Tuvimos intimidad y ahora somos uno solo.

—Lo sé —sonreí avergonzado, pero feliz—. Puedo sentirte mía, en mí.

—Te convertiste por completo en un vampiro —sus palabras borraron mi sonrisa al instante—. La razón por la cual dormiste por diez días seguidos fue por tu transformación. El ciclo está completo y debes alimentarte y aprender a controlar tus impulsos para que no cometas locuras —tomó mi rostro entre sus manos, dándome una sonrisa genuina—. Yo te guiaré, no tienes que preocuparte por nada ni mucho menos asustarte. Entiendo que el cambio se te haga extraño y difícil de entender, pero no es nada del otro mundo.

—¿M-me estás diciendo que soy un vampiro?

—Sí, mi amor. Eli ha estudiado la transformación y descubrió que son dos ciclos; la mitad del cambio es en la primera mordida, donde el veneno se incrusta en tus nervios, y la segunda cuando las dos almas destinadas se hacen una sola y el veneno se activa. 

—¡No me lo puedo creer! —grité, sin saber qué más decir.

—Perdóname por no haberlo evitado, de verdad que no quise que tu transformación fuera bajo un impulso, pero me resulta difícil controlarme cuando se trata de ti —se veía tan preocupada y acongojada—. Yo solo quiero ser feliz a tu lado, pero entiendo que no puedo obligarte a vivir en un mundo que no es el tuyo. Yo...

Por más que me sintiera sorprendido, confundido y con cientos de preguntas en mi cabeza, verla llorar me dolió más que cualquier otra cosa. En su hermoso rostro debería permanecer siempre una sonrisa y no esas lágrimas que laceran a mi corazón.

Besé sus ojos, sus mejillas, su nariz, su frente y por último sus labios, acariciando con dulzura su rostro. Descansé mi frente de la suya y suspiré, sintiéndome contrariado y feliz sin saber por qué.

—No me gusta verte llorar, mi vampiresa preciosa. No tienes que pedirme perdón, porque no has hecho nada malo ni mucho menos adrede. Simplemente... el amor funciona así. Yo soy tu destino y tú el mío, y bueno, ahora podremos estar juntos sin que nadie se oponga, ¿verdad?

Me miró con sus lindos ojos rojos y estalló en llanto, lanzando cuchillos afilados y venenosos a mi corazón. La apreté contra mi pecho y acaricié su cabello, aferrándome de su cuerpo como si se fuese a ir de mis brazos en un descuido. Lo siento, puedo sentir su miedo y su tristeza.

—Pelearé por nosotros y no me importa con quién deba enfrentarme.

—Vamos a luchar juntos, mi vampiresa —besé sus labios—. Recuerda que ahora somos uno y yo no podría dejar que lucharas tú sola por este amor...

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora