Entrega

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—Muero por hacerte mía —gruñó, arrebatando mis labios con fiereza mientras sus manos me presionan contra su palpitante y endurecido sexo—. ¿Tú también lo deseas?

—Ya eres mío, Wyatt.

Una de sus manos se aferró de mi cabello y una electricidad desconocida, pero exquisita me gobernó todo el cuerpo tras ese beso tan rudo que me robó. Su beso más ese firme agarre despertó un deseo inexplicable en mi interior. Es imposible que pueda frenar los deseos cuando él también anhela lo mismo que yo.

La mano que tenía en mi cadera la guio a mi trasero y apretó entre ella una de mis nalgas a la par que tiraba de mi labio inferior con sus dientes, provocando con ello que un gemido más escapara de mis labios. De todos los besos que me ha dado este ha sido el más intenso, sumando al ataque mordidas de labios y movimientos circulares con su lengua. Todo de este humano me atrae y me fascina cada vez más, sobre todo esa manera en la que deja mis defensas por el suelo y me tienta a beber todo de él con un solo roce de su dulce boca.

Estaba tan entregada a sus besos y a todo lo que me hacía sentir que me tomó por sorpresa que me tumbara hacia un lado y subiera sobre mí. Nuestras bocas se separaron durante esa acción, pero volvió a besarme y esta vez sus manos se movieron ansiosas por mi cuerpo. Acarició mi cadera, mi vientre, mis brazos y me hizo cosquillas al rozar la yema de sus dedos por mi cuello. Sus caricias son fuego puro. Jamás imaginé que podría llegar a sentir tanto junto a mi ser amado.

Descendió sus labios por mi barbilla y eché la cabeza hacia un lado, dándole acceso para que sus labios abarcaran sin problema alguno mi piel. Sentí su lengua recorrer por un lado en dirección al centro de mi pecho, de una manera muy lenta y deliciosa que me hizo estremecer. Su boca es muy suave y su lengua se percibe húmeda y tibia. El contraste de nuestras pieles al tacto me provoca escalofríos. Su boca se siente muy bien.

Wyatt me miró por un segundo, pero no me dijo ni una palabra, solo sonrió mientras, a paso lento, me desprendía de la ropa. No podía sentirme más a gusto y feliz, siendo observada de manera intensa y lasciva por esos ojos tan bonitos y que me hechizaron desde el primer instante que los vi. Sus labios hinchados, sus mejillas rosadas y varios mechones de su cabello desordenados cayendo en su frente lo hacen ver muy atractivo y sensual.

En cuanto quedé desnuda bajo su cuerpo, sus ojos verdes con motes amarillos me recorrieron por completo, llenando su cabeza de un sinfín de pensamientos bonitos y perversos que me hicieron sentir hermosa y deseada. Por primera vez me sentía avergonzada. Tenía muchas ganas de escuchar de sus labios todos esos pensamientos que tenía en la cabeza y llegaban uno detrás del otro sin detenerse a mí.

Pero lo único que hizo fue morderse los labios, antes de volver a besarme y presionar contra mi vientre su evidente erección. Su beso era más fogoso y ardiente cada segundo, rozando su cuerpo con el mío y haciéndome vibrar de ansías. Wyatt está fuera de sí, alucinando con el hecho de sentirme por completo y de esa forma en que tanto lo deseo.

—Santo Dios, Blake, no puedo soportar un segundo más —volvió a deslizar sus besos por mi cuello, esta vez, guiándose por mi tatuaje a lo largo de mi pecho y vientre—. Preciosa. Eres simplemente perfecta.

Su boca por toda mi piel detonó en mí gemidos y temblores incontrolables. Besó, lamió y succionó a su antojo partes de mi cuerpo que en ese instante se encontraban muy sensibles al tacto. Pero la mejor experiencia fue cuando su boca se adueñó de esa zona latente y que se humedecía con rapidez, devorándome con hambre mientras sus manos me sujetaban de las caderas y me presionaba contra su rostro, hundiendo su lengua una y otra vez en mis adentros sin descanso alguno. Escucharlo jadear y succionar me arrebataba las fuerzas al igual que esas corrientes que esos actos tan depravados y eróticos traía consigo. El fuego que corría en mis entrañas era grande.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora