S2: De vuelta

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Blake

Aunque no podía abrir los ojos debido a la misma debilidad que sentía en mi cuerpo, podía sentir su olor en mí y su dulce sabor en mi paladar. No tengo noción de lo que sucedió luego de perder el conocimiento, por lo que no sé quién me sacó de ese lugar donde Bacon me tenía encerrada. Y, siendo sincera, poco me importa eso ahora, pues al fin puedo percibir a mi dulce ratoncito muy cerca de mí.

Extrañé tanto su sabor. Su sangre es un dulce manjar que se desliza por mi garganta como agua y me brinda poco a poco la energía y fuerza que mi cuerpo tanto exigía.

Conforme pasaban los segundos y mi debilidad disminuía, oía voces a mi alrededor. Me sentía en calma porque podía sentir la presencia de Wyatt y una suave caricia en mi vientre.

—Te extrañé tanto mi preciosa vampiresa —sentí una suave presión en mis labios que me hizo sonreír—. ¿Tú también me extrañaste?

«Como no tienes idea, dulzura».

—Necesita alimentarse más, Lirio.

—Sí, mi señor.

—Mi tesoro... —oí la voz de mi madre y apreté su mano—. Pronto estarás bien.

***

Abrí los ojos de golpe tan pronto tuve la suficiente fuerza para hacerlo. Wyatt, mi madre, Lirio y una cara nueva y desconocida me veían con fijeza.

Wyatt no me dio tiempo siquiera de decir palabra alguna, cuando su cuerpo se estrelló con el mío en un abrazo que me devolvió más que la vida. Hundí el rostro en su cuello, llenándome de su delicioso aroma y suspiré.

—Tuve miedo de no verte nunca más —admití, demostrando por primera vez lo asustada que estaba—. Pensé que...

—No pienses más en eso, mi amor. Estamos aquí juntos y nadie nos va a separar nunca más —me engulló más fuerte entre sus brazos—. Estás conmigo y es lo que importa.

Percibí la humedad de sus lágrimas en mi piel y las mías se desbordaron de mis ojos sin poder contenerse por más tiempo.

—Nunca más voy a permitir que los aparten de mi lado. Perdóname por no llegar a tiempo, mi amor. Perdóname...

Tomé su rostro entre mis manos y lo hice mirarme a los ojos. Como si fuese la primera vez, observé con atención el bonito color de sus ojos y cada rasgo de su rostro, sintiendo que mi mundo volvía a unirse al suyo. Deseos, añoranza, extrañeza, nostalgia, desesperación, furia, desesperanza, un amor que jamás imaginé que sentiría se mezcló en mi pecho. No tengo nada que perdonarle, porque no es su culpa ni la mía que nuestros destinos fueran el mismo. Amar no es un pecado.

Hablamos en silencio, porque así funciona nuestro vínculo. No necesitamos palabras para demostrar nuestros sentimientos. Yo sé lo mucho que me ama porque lo siento y lo veo en su mirada, y él sabe que mi corazón le pertenece desde el primer instante en que su aroma nubló mis sentidos.

Unimos nuestras bocas en un beso largo y suave, rozando nuestros labios con total calma y ternura hasta que la desesperación y la pasión se abrieron paso entre nosotros. Sus manos me acariciaron y apretaron contra sí mientras las mías se adherían a su cuello con fuerza, queriendo unir su cuerpo con el mío en un solo abrazo. Necesitaba beber directamente de él, sentir bajo mi tacto la forma exquisita en la que vibra y susurra mi nombre.

—Es normal estar emocionados, pero no olviden que no están solos —la risita de mi madre nos hizo separarnos—. Entiendo que se necesitan, pero yo también quiero abrazar a mi hija.

—Lo siento —Wyatt me soltó y me quejé, ansiosa de hundir mis colmillos en su piel—. Pronto estaremos en casa, mi amor.

Antes de que pudiera saltarle encima y acabar con mi tortura, mi madre me estrechó entre sus brazos, diciéndome lo mucho que me extrañó y lo asustada que estaba. Verla llorar no me agradó ni un poco. Se veía vulnerable y podía sentir su angustia y desesperación por mi padre y Ambrose.

—Disculpen si interrumpo, pero debemos revisarla, mi señora.

—Es cierto —mi madre se separó de mí, limpiando sus lágrimas y me regaló una sonrisa genuina—. Necesitamos saber que mis nietos están bien. Cuando llegaste su pulso era muy débil.

Miré a Wyatt, estudiando su reacción y en su rostro no cabía la sonrisa que esbozó. Aunque su mirada mostraba temor, se veía muy feliz por la noticia, lo que me hizo respirar con calma.

—¿Nietos? —enarqué una ceja, recostando mi cuerpo por la cama tal cual lo pidió Lirio.

—Escuché dos latidos —Baco frotó su cabeza contra la mía y sonreí, dejándome envolver por el.

Lirio se encargó de revisarme y, en efecto, habían dos fuertes latidos y aseguró que mis bebés se encontraban en perfectas condiciones, sanos y fuertes.

—Gracias por darme el privilegio de ser padre, sobre todo, de conocer este sentimiento tan bonito a tu lado. Tú y mis hijos lo son todo para mí. Los amo, mis amores.

Wyatt me besó en los labios con brevedad, antes de plasmar un beso en mi vientre y permanecer recostado contra mí, acariciando con suavidad y ternura mi abultado vientre.

En esa oscuridad y encierro no me había dado cuenta de lo crecido que mi vientre ya se encontraba. Aunque podía sentir como mi bebé crecía dentro de mí, es la primera vez que palpo el bulto y me entero que no es uno, sino dos bebés los que llevo en mí. La emoción no cabe dentro de mí, más al ver a Wyatt tan feliz susurrándoles palabras hermosas a nuestros hijos.

—Los amo —susurré, acariciando el cabello de Wyatt y mi vientre a la vez—. Los amor con todo mi ser.

El silencio que se formó entre todos fue un poco tranquilo. Sentía la angustia de mi madre, pero también sentía su alegría por la noticia de mis bebés y de verme de vuelta en casa.

La fuerte presencia de esa cara nueva me sacó de la burbuja en la que me encontraba. Su mirada estaba fija en nosotros, pero su mirada se encontraba vagando en sus pensamientos. Transmitía desesperación, así como tristeza.

—¿Quién es ella?

—Oh, mi amor, por poco lo olvidaba. Ella es Mariana, la pareja de Ambrose.

—Y también fui humana —completó ella por mi madre y enarqué una ceja—. Pero ahora soy como ustedes. En fin... ¿cuándo regresará Ambrose? ¿Por qué no vino con ustedes?

—Parece que cosas interesantes sucedieron en mi ausencia —miré a Wyatt—. Yo también quiero saber por qué papá y Ambrose no están de regreso como nosotros.

—Todo fue una locura, pero Ambrose logró dar contigo y te sacó del lugar en el que te tenían encerrada cuando pensé que todo iba muy mal —bajó la cabeza, en un acto de nerviosismo—. Cuando te saqué de allí, el Sr. Angus estaba inconsciente y Ambrose y los demás vampiros se quedaron en medio de una guerra con Bacon. Quería quedarme y ayudarlos, pero mi prioridad eran tú y mis hijos. Lo siento, Trinidad, pero espero que me puedas entender.

—Te entiendo, no tienes que preocuparte por ello —mamá tragó saliva—. Hiciste bien al traer a mi niña. Angus es fuerte y Ambrose es el mejor guerrero de este clan. Sé que pronto volverán. Aquí en mi pecho siento que así será...

El silencio nos envolvió una vez más. Me sentía feliz de estar de vuelta y que mis bebés se encontraran bien, pero también sentía angustia por mi padre y mi hermano.

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora