Deseo

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Wyatt

No sé en qué estaba pensando cuando permití que mis pensamientos se escaparan en voz alta, pero debo confesar que me siento muy atraído por ella y no dejo de pensar en todo lo que sentí y me gustaría volver a experimentar.

«¿En qué clase de pervertido me he convertido? ¿Puedo considerar esto como algún tipo de gusto o fetiche extraño? Porque no creo que sea normal querer sentir de nuevo esas vibraciones recorrer por toda mi piel, ¿o sí?».

Después de comerme ese desayuno tan rico que la vampiresa me había traído, tomé una ducha refrescante. No tenía a la mano ningún producto para la piel y ese me hecho me hacía sentir muy incómodo, pero no tenía más opción que quedarme así durante el transcurso del día. Esperaba no transpirar tanto o tendría que volver a ducharme.

Bajé a la primera planta una vez estuve listo y escuché que Blake discutía con Baco, por lo que traté de volver a la habitación, pero ya me habían visto y la víbora decidió desaparecer sin decir una sola palabra. La vampiresa se acercó a mí, luciendo más tranquila y con una sonrisa que me ponía muy nervioso. Ella me pone nervioso con facilidad, más al saber que estamos solos en esta casa tan grande.

—¿Te sientes más cómodo aquí? ¿Estás a gusto?

—La verdad es que sí. Ese calabozo era muy frío y oscuro. La comodidad en cuanto a todo no se puede comparar. Gracias por sacarme de ese lugar y dejarme quedar aquí, aunque no sea necesario, Blake.

—Recuerda no salir de la casa.

—¿Ya te vas? —terminé de bajar los dos escalones que me faltaban y quedé frente a ella

—Debo irme.

—¿No vas a alimentarte? Es decir, tienes que tener energía para pasar el día y ser fuerte, ¿no?

«¿Qué demonios estoy hablando?». Mentalmente me di un par de cachetadas, pero esa vampiresa tiene la culpa de todo. Su presencia me altera tanto que me pone en modo idiota.

—¿Estás seguro que quieres que beba de tu sangre, Wyatt? —cortó el poco espacio que nos separaba y de nuevo me sentí flotando en su mirada—. ¿Estás dispuesto a ser mi cena diaria?

—Sí...

Esa afirmación salió de mí sin que pudiera retenerla. Su oscura mirada tiene un poder tan enigmático y único, que solo alimentan mis ganas de descubrirlo todo de ella.

Rodeó mi cuerpo con sus brazos y cerré los ojos al aspirar su dulce aroma. Me sentí ligero y, seguidamente, mi espalda chocó contra la suavidad de algún cómodo lugar. Abrí los ojos y los suyos totalmente rojos me estremecieron. Me encantan sus ojos, ese color tan único y maravilloso y que hace juego con su blanca piel son muy lindos.

—No quiero que te vayas nunca de mi lado —murmuró, subiendo encima de mi cuerpo y descansando su mejilla en mi pecho—. No podría soportar perderte ahora que te encontré.

—No quisiera irme tampoco, pero llegará el momento en que deba hacerlo -la abracé por impulso y con el corazón latiendo muy deprisa.

—Si tan solo fueras... —levantó su rostro y me dio una mirada cargada de tristeza, acariciando con suavidad mi mejilla—, todo sería muy diferente.

Por alguna extraña razón podía sentir su tristeza como mía. Sentía en mi pecho una ansiedad y necesidad loca de consolarla y asegurarle que me quedaría con ella, pero solo es cuestión de tiempo para que me marche de este lugar. No sé ni siquiera cómo voy a salir de aquí, si vivo o con los pies por delante.

Antes de que pudiera decir palabra alguna, sus labios se adueñaron por completo de los míos. Sus besos me debilitan y me hacen desear más de ellos. Sus labios son muy suaves y saben delicioso. Quisiera poder detener el tiempo y sumergirme en su boca sin que nada ni nadie pueda evitarlo.

Empezamos a besarnos lentamente, pero conforme pasaron los segundos, la intensidad de nuestras bocas subió de sobremanera. El roce frenético de nuestros labios, el contacto de nuestros cuerpos y la posición tan comprometedora en la que nos encontramos me activó enseguida. Suficiente tengo con su boca, para que ahora se frote de esa manera encima de mí.

Puse mis manos en sus caderas y la apreté contra mí, provocando que nuestras bocas se busquen con mayor ímpetu y ansias. Me hace falta aire en los pulmones, pero justo ahora no me quiero separar de esos labios tan suaves, carnosos y deliciosos. Moví sus caderas, instandola a realizar movimientos y un suave gemido escapó de sus labios.

El deseo de hacerla mía me gobernó tanto que no pude controlar ese impulso de apretar sus caderas hacia abajo y hacerla sentir mi erección. Jamás me había sucedido algo como esto ni mucho menos había sentido tantos deseos de estar con una preciosidad como ella.

Blake se apartó de mi boca, dejándome con ganas de seguir probando sus besos y me miró fijamente con esos ojos de tonalidad carmesí, antes de empezar a recorrer con sus labios mi mejilla en dirección a mi cuello.

Su respiración agitada chocó contra mi piel y mordí mis labios, no solo por esos besos tan suaves y húmedos que me estaba dando, sino también por la fricción de nuestros cuerpos. Ella se dejaba guiar la cadera por mis manos y la presión se acumulaba en la punta de mi pene, haciéndome temblar y moverla con mayor rapidez.

—Quiero sentirte, mi vampiresa preciosa —gemí, apretándola con más fuerza.

—¿En dónde me quieres sentir? —susurró, enterrando su rostro en mi cuello—. ¿Hum?

—Quiero sentirte completa —aceleré sus caderas, creando un frote muy delicioso de nuestras partes—. Te deseo y no logro entender cómo es posible que me sienta de esta manera por ti. No me explico por qué me pareces una criatura fascinantemente preciosa y que deseo conocer muy a fondo.

Enterró sus colmillos en mi cuello, arrebatándome hasta la conciencia con cada una de las sensaciones que me recorrieron. Era imposible, pero me había hecho venir con una fuerza arrasadora en solo cuestión de segundos. Los temblores me hacían gemir. Succionó con fuerza, emitiendo un fruñido satisfactorio que me calentó más de lo que estaba. Mis energías se fueron en esa mordida tan dolorosa y placentera y en ese orgasmo que no pude controlar por más tiempo.

Cerré los ojos, preso del cansancio y agotamiento, sintiendo como sus colmillos se afincaban más en mi piel y sus uñas recorrían mis brazos.

—También te deseo, pero mis deseos van hasta la eternidad, delicia —fue lo último que le escuché decir, antes de caer en un sueño profundo. 

Dulce Prohibido[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora