Capítulo 04: L.B.N.O.

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La luz de la vela iluminó su camino en el oscuro corredor, las escaleras resonaban por el golpeteo de sus pasos sobre el mármol, y el hierro rechinó violentamente cuando su mano blanca agitó su varita con fuerza, abriendo la puerta del calabozo con rabia. El suelo, diferente a los escalones de mármol, era de piedra tallada, estaba erosionada por las gotas de humedad que caían del techo, los pilares no eran más altos a dos metros, y la oscuridad penas dejaba ver más allá de 3 metros de la luz que dejaba entrar la puerta.

Sus pasos golpearon el agua estancada en el piso, y los pasos de aquel anciano en el fondo de la oscura habitación fueron vacilantes, tanto que por poco y se cae hacia atrás de no ser porque se le había acabado el espacio para retroceder.

¡Me mentiste! – gritó Hermione, en un eco atronador que cimbraba su mente. – ¡Me mentiste, Ollivander!

El anciano se tambaleó y se arrodilló en el suelo, era muy delgado, su cabello parecía haber perdido toda fuerza y le caía por la cara como cortinas, vestía con harapos y tenía sus tobillos y muñecas magulladas.

¡No! ¡No! Le juro que pensé que otra varita funcionaría...

¡Querías ayudarle a escapar! ¡A escapar de mí!

¡No! ¡La conexión solo existe entre esas dos varitas! ¡Lo juro!

De pronto su odio invadió su ser por completo, y la mano blanca de Hermione, como la misma ceniza, blandió su varita como un afilado hueso y de pronto, el anciano se retorció de dolor en el piso en un grito de agonía.

De pronto, Hermione despertó, tenía la cara repleta de sudor, pero estaba temblando de frío. Los gritos del señor Ollivander resonaban en su mente todavía a pesar de que, poco a poco, se iban desvaneciendo. Hermione quiso levantarse un poco, pero se dio cuenta de que no estaba en su departamento en Londres, ni en aquellos hoteles de paso donde pasaba una o dos noches en las que apenas y dejaba un rastro para dar pistas falsas a los mortifagos.

Estaba en la madriguera, y no estaba sola en la habitación.

Se encontraban en la vieja habitación de Ron, tendida sobre una de las dos camas de la habitación, las sabanas cubrían su cuerpo, llevaba un camisón de un verde oscuro y una ropa interior negra, pero era el cuerpo de Luna y Fleur, abrazadas a cada lado de ella, que apenas la dejaba moverse en su propia cama. Ginny se encontraba en la cama de al lado, abrazando la espalda de Harry, mientras este tomaba sus manos con las suyas, ambos estaban cubiertos hasta los hombros por las sabanas y sus pijamas eran de color rojo con cuadros negros.

Hermione suspiró pesadamente, tomando de la cintura a Luna suavemente, el vientre desnudo de la rubia se pegó aún más a las caderas de esta, y sintió como sus piernas abrazaban con algo de sutileza la pierna derecha de la joven de ojos esmeraldas.

...

Los días en la madriguera pasaron volando, aunque no lo parecía. Durante los días antes de la boda de Bill y Gabrielle, la familia Weasley y Potter se encargaron de dejar el lugar impecable, a pesar de las perdidas que había sufrido la orden con la perdida de Ojoloco, y la desaparición de Hagrid. Ninguno de los dos había dejado rastro alguno, salvo el guardabosques, cuyo lugar de impacto había dejado la tierra volcada en un paramo desierto y sangre manchando el lugar, pero de Ojoloco, nadie supo nada. Jamás encontraron su cuerpo.

Hermione les prometió a Harry, Eileen y Luna de que se iba a quedar en la casa hasta que los hermanos cumplieran la mayoría de edad, y por supuesto a la boda (Fleur mataría a Hermione sino se quedara a la boda de su hermana menor). El Señor Weasley era de los pocos que podía salir a trabajar "tranquilo", debido que ambos padres Potter se habían quedado sin trabajo al renunciar al departamento de misterios en pos de mantener seguros a sus hijos. Sirius no tenía tanta suerte, pues aún debía cuidar del primer ministro muggle, algo que dijo que haría aún si lo despidieran, como favor personal para Astoria para mantener a su familia a salvo.

Hermione Grindelwald - Tears of Magic BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora