Capítulo 34: Todo por el Bien Mayor...

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Aquel blanco le dañaba la vista. Sentía que penetraba sus parpados y quemaba sus retinas. ¿Debía de conservar sus retinas estando muerta? Bueno, para ser honestos... ¿debería de poder sentir la luz lastimarle los ojos? ¿Cómo era que seguía sintiendo dolor? La sensación ardiente de sus ojos no era nada comparada con la que sentía al ver a Voldemort frente a ella, pero... aun así, era molesto.

Abrió los ojos, esperando encontrar... algo. ¿Había un más allá? ¿Estaba más acá? ¿Alguna vez dejaría de hacer bromas así? La respuesta era no. O bueno... No lo sabía. Lo que se encontró al abrir los ojos, sorprendiéndose de que todavía los tuviera, era la nada absoluta, un blanco pulcro, más que ninguno que hubiera llegado a ver nunca. Se dio cuenta de que podía ver, y aún más, de que podía sentir, pues podía sentir el calor de su cuerpo, y como el suelo bajo este era un poco más frío de lo que recordaba el bosque prohibido. De hecho... era liso, no había ramas ni hojas bajo sus pies, no sentía nada rugoso ni rasposo sobre su pecho.

Fue entonces que se dio cuenta de su desnudez, pero también de su soledad, de cómo no había nada que pudiera juzgarla, ni advertirle de ella, se sintió mal que no tenía consigo el abrigo de su madre, ni el collar de Luna. No sintió su guante oscuro, cubriendo su mano dañada. No sentía las cicatrices de la maldición de Umbridge, no sentía la marca que había dejado el cuchillo de Bellatrix. No sentía para nada las cicatrices que habían dejado las quemaduras en su cabeza, de hecho, sentía aquel cabello que había perdido, le cubría parte del rostro, la zona rapada de su cabeza se había cubierto nuevamente de cabello, largo platinado.

Se dio entonces cuenta de que estaba tumbada sobre su pecho, su cuerpo estaba en una cierta posición, fetal si se podía comparar, y entonces sintió como su pecho se levantaba y bajaba lentamente. Seguía respirando, podía sentir su corazón latir. Cuando pensó que era imposible, sintió como su brazo se le estaba durmiendo por estar apoyada sobre este, por lo que decidió que era momento para levantarse.

Cuando se levantó, se sentó sobre sus piernas, y reparó aun más en su desnudez, y solo por un instante, Se sintió avergonzada por ello. A pesar de que no había ni una de sus amigas más cercanas, quizás con la única excepción de Ginny, que no la hubieran visto así, sintió que solo por un instante deseaba estar vestida. Y de pronto surgió un suave brillo en la neblina que la rodeaba, ajena a la percepción de ella hasta el momento en que surgió ese brillo, y delante de ella apareció una túnica, era de un color oscuro y azul, con los pensamientos arremolinándose en su mente, comenzó a colocársela.

La tela era cálida y suave, se adhería a su cuerpo como el papel mojado, pero ninguna sensación parecía similar a esa alegoría, y su cuerpo moldeo la figura de la túnica, y sus caderas y la curva de sus pechos resaltó aún más en la forma que adoptó la tela, su largo cabello platinado caía sobre la tela, y no estaba segura de que sensación era más cómoda, si la suavidad de la tela tocando su piel, o su cabello tocando la propia tela. Sentía como aquella túnica no sobraba más allá de sus piernas, la había visto tan grande que sintió que le iba a quedar como un abrigo de Hagrid, pero no fue así, le quedaba a la perfección.

Y entonces, cuando estaba admirando aquella hermosa túnica que se había amoldado a su cuerpo, escuchó algo en el vacío. Parecía un suave quejido, como suspiro lastimero que no dejaba de sufrir, de algo que se arrastraba y sacudía ante el frío y calor que parecía haber en el ambiente, aunque Hermione no era capaz de sentirlo a través de esa suave túnica.

Mientras se giraba, se daba cuenta de más detalles de aquel lugar tan extraño, como los altos pilares que se dibujaban a los lados, y como el techo abovedado parecía hecho de cristal puro, el lugar era tan grande como el gran comedor e incluso más allá. Miró al suelo, buscando algo distintivo en este, pero apartó su mirada de sus pies descalzos y un suelo completamente liso y sin marcas, cuando se dio cuenta de que, a unos pocos metros de ella, se encontraba una banca de color blanco, y algo se arrastraba debajo de ella.

Hermione Grindelwald - Tears of Magic BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora