Viernes 13 de Octubre del 2000, Noruega
La luz que la cegó se desvaneció, y el espacio que la rodeaba volvió a convertirse en el valle que la gran serpiente del mundo habitaba como su hogar. El lago que le cubría los pies se sentía frío, más no húmedo, y las sensaciones que la habían embargado al llegar se habían disipado. En cambio, los olores que llegaron a su nariz eran los típicos que se podrían encontrar en cualquier caverna: ajeno al agua que le llegaba hasta los tobillos, el olor a humedad era penetrante, la tierra y piedra mojada y el olor a hierba encerrada durante años en cavernas... pero había algo que no cambió.
Cuando Hermione abrió sus ojos, los cristales en la arena del lago se mostraban claramente, y también habían surgido a lo largo y ancho de la caverna. La ilusión que la tomó por sorpresa hace tan solo unos minutos se había desvanecido, y ahora solo encontraba una caverna repleta de cristales preciosos... y la gran serpiente, más grande que el mismísimo castillo de Hogwarts, no era muy diferente a ella en su forma animaga. Si, seguía siendo extremadamente grande, pero a diferencia de aquel monstruo que había visto antes, rodeando montañas y que parecía ser capaz de tocar el sol, aquella criatura se encontraba enroscada en si misma, subida en la cima de un montículo de piedras, tanto comunes como preciosas, con una piel grisácea y descamada, con una mirada lechosa en uno de sus grandes ojos, con su cabeza ladeada sobre su cuerpo serpentino avejentado y débil, como si le costara respirar.
— Es decepcionante cuando la vez por primera vez, ¿no lo crees? – dijo una voz, como un eco distante en la oscuridad.
Hermione bajó la mirada de la serpiente, con sus ojos abiertos y sus labios ligeramente temblorosos, al tiempo que sentía un intenso escalofrío que le recorría la espina. El sonido de unos suaves pasos llenó la muda soledad de la cueva; no eran similares a aquellos que tocaban la tierra y el polvo, con el sonido de la textura porosa bajo sus zapados... sino a las pisadas que uno escucharía sobre el piso reluciente de mármol de una enorme catedral. La figura de un hombre, cuyo cuerpo se materializaba lentamente en una forma difusa y espectral... no era ni un fantasma, ni una sombra, pero tampoco era nada parecido a lo que el hechizo de la piedra de la resurrección podría haber conjurado. Aquello era algo más, y era rodeado por la luz que emitían los cristales.
— No te preocupes... las serpientes del mundo no son fáciles de matar, ni siquiera por muerte natural. – dijo el hombre, acercándose con una tranquilidad de muerte. – Su cuerpo muta, cambia y se separa. Lo que para otras serpientes sería una muda de piel, ellas dejan la carne y los órganos viejos para surgir nuevamente como una nueva serpiente... tómalo como un fénix con un renacimiento un tanto brusco.
La silueta tardó poco en terminar de dibujarse frente a ella. Su rostro seguía siendo aparentemente joven, pero eso era más bien un juego de la poca luz de la caverna, combinada con la luz que apenas formaba su aparente figura espectral. Su cabello platinado no se movía, pero el pliegue de su túnica ondulaba suavemente con sus pasos, como si hubiera una brisa que la moviera sutilmente. El ojo blanco brillaba más que nunca, mientras su sonrisa era diminuta, casi culposa. Sus manos estaban posadas detrás de su cintura, como siempre lo había visto. Como siempre lo recordaba.
— ¿Sorprendida...? – preguntó la voz de Gellert. Había un poco de sarcasmo en su voz, pero Hermione quizás lo atribuyó al eco de la caverna.
— No realmente... – a pesar de que la sorpresa estaba atragantada en la garganta de Hermione, la chica se cruzó de brazos, en un intento por permanecer impasible. – De hecho, te tardaste...
— Bueno... ¿Quién tardó dos años en regresar con sus amigos para que todo se pusiera en marcha? – el hombre ladeó su rostro, con una suave sonrisa socarrona.
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Hermione Grindelwald - Tears of Magic Blood
Fanfiction- La Tercera Parte de la Saga de la Niña que Vivió. - La Historia de Lady Grindelwald pronto llegará a su fin. Dumbledore a muerto, y el mundo mágico se ha quedado sin uno de sus mayores defensores. Los seguidores del señor tenebroso se vuelven cad...