Capítulo 26: Los Hermanos Dumbledore

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1 de mayo de 1998, 10 de la noche.

Se aparecieron en Hogsmeade. Las calles estaban prácticamente iguales a la última vez que visitó el lugar; los oscuros escaparates, el contorno de las negras montañas detrás del pueblo, la curva de la carretera que conducía a Hogwarts, las ventanas iluminadas de Las Tres Escobas... pero el sentimiento de nostalgia que los invadió se vio completamente interrumpido ante un chillido espectral y aterrador, como si un gato chillara violentamente contra la boca de un alto parlante.

Rápidamente, Harry tomó la mano de Luna y los cuatro comenzaron a correr lo más rápido posible a través de las estrechas calles del pueblo, al tiempo que la puerta de Las Tres Escobas se abría de golpe y una docena de mortífagos con túnicas oscuras salían a la calle a toda prisa blandiendo sus varitas.

Podían escuchar a los mortífagos salir de todas partes. Tuvieron que doblar en una esquina por que salieron de la tienda de Pociones J. Pippin. Y por poco tropiezan con unos que acababan de entrar a la oficina de correos. Escondidos en la oscuridad de un callejón, pudieron escuchar como el Señor Goyle, con aquella voz rasposa y desagradable que tenía, gritaba.

¡Se que estás ahí, Granger! ¡No puedes escapar! – decía Rinnodonus Goyle, amenazando prácticamente al aire, sin saber donde se encontraban los "intrusos"

¡Suelten a los Dementores! ¡Tendrán que usar su patronus para salvarse! – gritó Ekarina Crabbe, con aquella voz para nada amable, no muy lejos de donde escucharon la del Señor Goyle.

No tomó mucho tiempo antes de que Hermione sintiera aquel frío atroz y antinatural que le precedía a los Dementores, se apagaron todas las luces del entorno, incluso las estrellas, y en medio de la oscuridad impenetrable, la chica sintió la mano de Harry sobre su hombro, jalándola hacia él, como si le dijera que lo mejor que podían hacer en ese momento era desaparecer y buscar otra forma de entrar al castillo, quizás en el bosque prohibido, o incluso atravesando el lago para entrar por el pasadizo submarino de la cámara secreta... no pudieron desaparecer.

Habían lanzado encantamientos anti-aparición en el momento en que llegaron, para impedir cualquier intento de escape. El frio cada vez estaba más cerca de ellos, pudo notar como las ventanas de las casas fuera del callejón empezaban a congelarse lentamente. Lentamente, en la boca del callejón, las oscuras figuras de los Dementores hicieron acto de presencia al poner sus manos sobre las esquinas de los muros que formaban el callejón, como si en lugar de volar con sus oscuras "capas" negras, reptaran por las paredes... y la sensación de volver a estar en la cueva llena de inferís produjo en Hermione un escalofrío terrorífico.

No lo pudo resistir, sacó su varita y la alzó para lanzar el encantamiento patronus, pero una varita más se le adelantó. La luz azul y plateada brotó y una figura cuadrúpeda con cuernos se lanzó contra los Dementores, envistiéndolos y alejándolos rápidamente de ahí.

¡Ahí está! ¡He visto su patronus! – gritó un mortífago, no muy lejos de ellos.

Aquí, Granger. – susurró alguien cerca.

Hermione se asustó, en el momento en que la puerta aledaña a ellos se abrió de repente.

Rápido, pasen y no hagan ruido. – dijo la voz áspera en un murmuro.

Hermione guardó su varita nuevamente en su funda y se metió por la puerta que se había abierto. Harry la siguió, pero se le quedó viendo al hombre que había intercedido por ellos, y por poco se cae por las escaleras cuando iba bajando, mientras Luna y Eileen iban detrás de él, mientras el hombre salía a la calle y cerró la puerta de golpe.

Hermione Grindelwald - Tears of Magic BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora