Capítulo 13: Sin Rumbo

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Día 01 – 2 de septiembre de 1997

A la mañana siguiente, Hermione se despertó por un movimiento en su cama. Estaba tan cansada que ni siquiera pudo reaccionar rápido, pero cuando escuchó la voz de Harry, diciéndole que estaba ahí con ella, no sintió la necesidad de chasquear los dedos. Al abrir los ojos, el chico estaba a su lado izquierdo, envolviendo cuidadosamente varias vendas alrededor del brazo de Hermione, con Luna a su lado para colocar, entre las vendas, pequeñas gotitas de díctamo, con la intención de que la venda absorbiera el díctamo y se expandiera para mejorar la sanación.

No soy un experto, pero esto debería sanar tus heridas más rápido. – dijo el chico, al ver que la había despertado. – Buscaré en el libro de pociones a ver si encuentro un encantamiento para regenerar la piel que perdiste.

¿Por qué no usaste el hechizo Férula para esto? – preguntó la chica. Recordaba que ese hechizo lo habían usado antes, para tratar heridas.

Por que tus heridas van más allá de huesos rotos, además, no quería entablillarte el brazo. – dijo el chico, viendo como Luna ponía las ultimas gotas de díctamo en las vendas y haciendo un giro con éstas alrededor de su brazo.

Bueno... sanador no serás, ¿verdad? – dijo Hermione, bromeando.

Que halago. – dijo el chico, sonriendo mientras que, con un pequeño movimiento de su varita, fijó el extremo de la venda y lo ajustó solo lo suficiente para que no se soltara.

Cuando finalmente Harry terminó de vendarle el brazo, vio como Hermione intentaba levantarse, pero volvió a detenerla.

Oh, no, espera, necesitas...

Harry, si vuelvas a decirme que necesito descansar, le diré a Ginny que practiqué contigo lo que le hice a Luna en el baño de la madriguera. – amenazó Hermione, con su voz entre quejidos al momento de ejercer fuerza en su único brazo sano para no lastimar el otro.

Luna chilló repentinamente en un sobresalto, llevándose las manos instintivamente a las caderas, pero deteniéndose en el momento en que se dio cuenta, solo girándose y apartando la cara, completamente roja, de la mirada de Harry.

Además, necesito ducharme. – dijo la chica, apoyándose sobre Eileen, quien se encontraba del otro lado de la cama a su hermano. – Llevo un día entero sin darme un baño y, por si no lo recuerdas, estoy manchada con mi propia sangre.

Ya... tienes un punto. – dijo Harry, llevándose las manos cerca de su pecho, frotándolas instintivamente, casi como si el también quisiera limpiarse como lo estaba sugiriendo Hermione. – ¿Eileen?

Yo me encargo, ¿crees poder cocinar esos conejos que cacé hoy por la mañana? – dijo la hermana, ayudándole a Hermione a mover sus piernas y bajarse de la cama.

No será una comida gourmet, pero podré defenderme. – dijo el chico, tomando su varita y agitándola suavemente. La pequeña estufa en la cocina se encendió, mientras una gran sartén se elevaba. – ¿Me ayudas, Luna?

Mientras ambos se encargaban de la comida, Eileen llevó a Hermione, quien cojeaba al caminar, en dirección a la regadera, cerrando el cancel y ayudándole a la chica a quitarse lo que le quedaba de ropa, que estaba cubierta de suciedad, sangre y algo de sudor. El comienzo del día fue mucho más tranquilo de lo que esperaban, el chivatoscopio que tenían para alertarles sobre la presencia de actividad contra ellos no sonó ni una vez, y la comida fue lo suficientemente pasable como para decir que no se les había quemado nada.

Hermione Grindelwald - Tears of Magic BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora