Hermione Grindelwald - Tears of Magic Blood

Capítulo 05: La Última Voluntad de Dumbledore

31 de Julio de 1997

Hermione se despertó inmensamente tarde. Se quedó dormida hasta altas horas de la noche hablando con Harry, felicitándolo por su décimo séptimo cumpleaños, aunque Eileen se había quedado dormida para antes de la media noche, Luna se había quedado a dormir con ella hasta cerca de las 9 cuando fue levantada por Eileen cuando esta le mordió por accidente. Parecía que había quedado con hambre la noche anterior.

Cuando Hermione se levantó, se encontró con un periódico al pie de su cama. Por un momento, la idea de que Hedwig le había tirado el periódico en la cara y se había caído al piso por no despertarse temprano para felicitar a Harry, le había provocado una sonrisa, pero en el momento en que recordar la realidad, en un intento por no llorar, se frotó los ojos con el dorso de su mano y tomó el periódico.

En primera plana, se encontraba el rostro de Dumbledore, sentado en su silla como director, dormido. Descansando. Como si aquella pintura, que representaba su imagen en la sala del director en lo alto de Hogwarts, fuera una fotografía que habían logrado tomarle al director en un momento de cansancio.

El encabezado resaltaba casi por encima de la misma fotografía, acompañada de un largo texto que era casi el total de la portada.

Recordando a Dumbledore
Por Elphias Doge

Conocí a Albus Dumbledore cuando tenía once años; durante nuestro primer día en Hogwarts. Nuestro acercamiento y posterior amistad surgió debido al indudable hecho de que ambos nos sentíamos como intrusos en aquel hermoso castillo.

Yo, con los restos de una viruela de dragón que me golpeó antes entrar al colegio; Albus, con una notoriedad non grata: Su padre había sido condenado y enviado a Azkaban, apenas un año antes de entrar Hogwarts, al haber atacado brutalmente a tres jóvenes muggles, acusaciones que Albus jamás negó.

Muchos pensaron que Albus odiaba a estos y a los nacidos de Muggles, infundados por las acciones de su padre que moriría en Azkaban, pero, todo lo contrario: resultó ser uno de los más fervientes defensores de los derechos de los no magos, razón por la que se ganaría incontables enemigos, y la fama que había ganado por las acciones de su padre fue rápidamente opacada por su propia fama, pues había pasado de ser el hijo de un criminal anti muggles a ser el alumno más brillante que jamás haya pisado Hogwarts.

No solo fue un amigo en tiempos de necesidad y una persona generosa, sino un alumno excepcional que mereció todos y cada uno de los más importantes premios del colegio, y una persona que llamó la atención y, aún más importante, se ganó la amistad de muchas de las celebridades más destacadas del mundo mágico tales como Nicolás Flamel, el famoso alquimista; Bathilda Bagshot, la renombrada historiadora, y Adalbert Waffing, el teórico de la magia.

Las relaciones y la prominente carrera de Dumbledore prometían que su futuro deparaba solo la grandeza, y más de uno solo esperaba el momento en que anunciaran su candidatura a Próximo ministro de Magia. Sin embargo, por mucho que la gente hiciera teorías de que ese era el año en que Dumbledore asumiría el cargo, jamás tuvo alguna ambición política.

Si bien a los tres años, llegó Aberforth, el hermano de Albus al castillo, la relación entre ambos era lo suficientemente cordial como cabría esperar entre dos hermanos, que eran como la luna y el sol, con uno siempre siendo la menos protagonista. Aberforth prefería los duelos a la diplomacia y era particularmente peor que su hermano en todos los aspectos, pero eso no quita que era un buen mago.

Cuando Dumbledore y yo terminamos nuestros estudios, planeamos hacer juntos la entonces tradicional vuelta al mundo, visitando y observando a los magos y brujas de otros países, antes de emprender nuestras respectivas carreras. Pero se produjo una tragedia: la víspera del inicio de nuestro viaje murió la madre de mi amigo, Kendra, y él se convirtió en el cabeza de familia y su único sostén.