Capítulo 46: El Origen del Protector

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25 de mayo del 2000

Cefalonia, en las periferias de las islas Jónicas, Grecia.

Un estruendo se perdió en el aire, y la aparición en lo alto del Monte Ainos, en lo más alto de la isla de Cefalonia, dejó paso a un viejo Traslador en forma de escombro de mármol, de donde aparecieron, sujetándose de este, dos brujas de cabello rubio, una de cabellera brillante cual rayos de sol y la otra con una melena platinada, que aterrizaron sobre el escabroso terreno de la cima del monte, con la más alta tapándose levemente los ojos ante el intenso atardecer que la cegó por un instante.

Hermione llevaba su característico abrigo verte, arremangado hasta los codos, dejando descubierto el largo guantelete oscuro que ocultaba una buena parte de sus cicatrices, los shorts de mezclilla negra con arneses alrededor de sus piernas que llegaban hasta sus botas de tacón negra, y la funda de su varita con esta adentro colgando de su cintura, mientras que Luna llevaba una blusa de malla negra transparente con un sujetador de tubo del mismo color, una larga falda roja a cuadros oscuros y medias oscuras semitransparentes, con pequeños tacones altos de color negro y rojo.

Sigo sin acostumbrarme a los trasladores. – Hermione se estiró levemente, tronando su cuello.

¿Qué tienen de diferente a las apariciones? – preguntó Luna, extendiendo sus brazos y estirándose hacia el cielo.

Que al menos puedo soportar los mareos. – decía Hermione mientras ajustaba su guante, apretando las cintas alrededor del antebrazo.

El sonido de una segunda aparición las alertó, aunque solo fuera un instante, pues sabían que instantes después de su llegada, la escucharían.

¿Estás segura de que fue buena idea llegar primero a Cefalonia? – preguntó Hermione.

No estamos en una misión oficial del ministerio británico. Así que técnicamente, no deberíamos estar aquí. – dijo Luna, sacando su varita y jugueteando con ella entre sus dedos. – Además, fuiste tú la que no quería esperar al permiso de Lily.

Sabes cómo odio la burocracia. – comentó Hermione, suspirando ante su ultimo estiramiento.

Fleur es la encargada de ese ramo. – dijo Luna, con una sonrisa. – Nos hubiera facilitado mucho la entrada.

Bien... intenta explicarle al ministerio griego que venimos a buscar al mago tenebroso más antiguo por temor a que la bruja tenebrosa más poderosa lo está buscando.

Tienes un punto. – concedió la chica de ojos plateados.

Además, ella no está en Inglaterra, todavía está con Gabrielle en Francia. – Hermione estaba atenta a todos los sonidos, pero el aire en lo alto del monte era un poco más ruidoso de lo que esperaba.

La querida Fleur, siempre cuidando de su hermanita. – dijo una voz entre el viento, y el golpeteo de sus tacones sobre la tierra alertó de su llegada.

Lo primero que vieron fue una larga cabellera negra ondeando por el viento, sus ojos oscuros y su blanca piel resaltaron alrededor de las pequeñas ruinas de mármol que había desperdigadas por la cima del monte. Su largo vestido blanco se mecía con discreción, modelando su alta y marcada figura de proporciones extraordinarias, en compañía de una mujer mucho más baja, de cabello negro y ojos de un rojo intenso caminaba a su lado, llevando un escotado corsé de cuero negro, en conjunto con una falda larga de color negro que ondeaba con el viento, y en las manos de ambas brujas, una varita blanca con la madera torcida en remolino, y la otra de madera negra con incrustaciones de joyas rojas.

Hermione Grindelwald - Tears of Magic BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora