Todo le daba vueltas, sentía las manos de Delphini, sus largas uñas, encajarse en la piel de su rostro y su hombro, especialmente en su frente, justo sobre su cicatriz, mientras volaba por los aires en dirección al gran lago. El chico de cabello negro agitaba los brazos en un intento por zafarse del agarre de la dama tenebrosa, sin pensar que haría se seguían demasiado alto como para resistir la caída.
Los dos forcejearon, y a lo lejos, podían escuchar las explosiones y los destellos de los hechizos que se desplegaban en el gran comedor, cada vez más y más alejado. La sensación del viento golpeándolo en la espalda y las manos de Delphini clavándose contra su cuerpo no fueron para nada placentera, y en un intento desesperado por librarse, dejó que su mano izquierda se clavara más sobre su hombro y le metió un fuerte puñetazo en el estómago a su vieja amiga. El quejido que soltó también aminoró la presión que ejercía sobre el chico, y entonces, se dejó caer.
Su espalda golpeó una superficie plana y helada, y se deslizó varios metros desde el lugar donde cayó hasta que por fin pudo detenerse, golpeando sus codos contra el frío hielo y forzándose a parar. Cuando por fin quedó quieto sobre el hielo, se dio cuenta del dolor que le recorría el cuerpo. Se quejó audiblemente mientras se ponía de pie. Aún, por obra y gracia de la magia, se seguía aferrando a su preciada varita en su mano derecha, a pesar de que tenía un pequeño rasguño en el anillo de metal cerca de la empuñadura, la cual, de su punta, liberaba un tenue humo plateado que se desvaneció rápidamente.
― ¡POTTER! - gritó una voz muy familiar.
Harry vio como Delphini se levantaba del suelo helado que había conjurado al sobrevolar el castillo, sus alas habían desaparecido y su largo cabello le caía como una cascada que se arrastraba por el suelo hasta que por fin se paró derecha, quedando a solo unos centímetros del suelo. Ambos estaban de pie, separados por al menos unos cinco metros de distancia el uno del otro, y lentamente, comenzaron a caminar hacia su derecha... con varita en mano, como si estuvieran esperando el hechizo del otro.
― ¡Aquí me tienes, Delphini! - dijo Harry, extendiendo un poco sus brazos mientras continuaba su caminar. - ¿Qué me harás? ¿Qué tenías planeado hacer cuando me encontraras?
― Tu sabes perfectamente lo que voy a hacerte, Potter... - la varita de Delphini desplegaba un aliento helado, como una bestia hambrienta en una horrible nevada.
― Supongamos que tengo poca imaginación... ¿Por qué esa obsesión conmigo? - preguntó el chico. - Me sorprende, en verdad, que no le hicieras nada a Daphne o Pansy cuando estuvieron de tu lado. - la pregunta del chico hizo que la joven de largo cabello plateado comenzara a reír por lo bajo. - ¿Es que acaso no recuerdas todas las veces que estuvieron cerca de tu preciosa Hermione?
― Tu siempre has sido el mayor obstáculo... - dijo la chica, y el aliento helado que surgía de la punta de la varita comenzó a rodearse de electricidad.
― ¿Ah sí? Dime... ¿estás enamorada de Hermione, o es la misma obsesión psicótica que tiene tu madre? - preguntó el chico, y de la punta de su varita, una pequeña luz cálida apareció.
Cuando la bruja levantó la varita, una tormenta de relámpagos brotó como el aliento de un titán, y el hielo se levantó como estacas que surgían del suelo en dirección al chico Potter. Harry levantó la varita y la agitó con fuerza delante suyo mientras comenzaba a correr hacia un lado, y un intenso fuego escarlata golpeó el hielo que se formaba delante, haciéndolo estallar ante el calor de las llamaradas rojas, mientras los relámpagos golpeaban cerca de sus pies, mientras su varita se agitaba de lado a lado, y los encantamientos escudos que creaba a su alrededor de forma no verbal desviaban los rayos en todas las direcciones para mantenerlo a salvo del embate de la dama tenebrosa.
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Hermione Grindelwald - Tears of Magic Blood
Fiksi Penggemar- La Tercera Parte de la Saga de la Niña que Vivió. - La Historia de Lady Grindelwald pronto llegará a su fin. Dumbledore a muerto, y el mundo mágico se ha quedado sin uno de sus mayores defensores. Los seguidores del señor tenebroso se vuelven cad...