Hermione Grindelwald - Tears of Magic Blood

Capítulo 41: Un Nuevo Milenio

2 de mayo de 2000, Este de Asia

Zhangjiajie, un hermoso lugar cubierto de montañas, como largas columnas afiladas que arañan el cielo, una densa vegetación verde y cubierta por neblina. Para la población muggle común, era un sitio hermoso para contemplar una maravillosa vista. Para la comunidad mágica internacional, se trataba de la reserva natural de Dragones "Bolas de Fuego Chino" más grande del mundo, donde dichas criaturas volaban a sus anchas a lo largo y ancho de los poco más 48 kilómetros cuadrados de aquella reserva, tan custodiado por los magos y brujas del este de Asia, cuya densa neblina mágica alejaba a los turistas demasiado curiosos para su propio bienestar.

Hasta ahora.

Una enorme explosión arrasó con una de las largas columnas montañosas del valle, generando una columna de humo y polvo que se levantó en el aire a gran distancia, y la neblina mágica que rodeaba el área se disipó sutilmente, mientras la onda expansiva de la explosión azotó con fuerza todo a su alrededor. El rugir de los dragones en la reserva fue estruendoso, y el batir de sus alas agitaron la columna de humo que dejó atrás la explosión, y el estruendo de las rocas chocando con las burbujas de los encantamientos Protego resonaron al estallar en pedazos.

La onda expansiva levantó su larga cabellera platinada, su abrigo verdoso se levantó por el viento y las plumas alrededor de su cuello se movieron violentamente. El escudo protegió sus piernas al descubierto de los escombros que volaban por los aires, los arneses oscuros con anillos de plata que iban desde sus altas botas hasta sus muslos sujetaban firmemente sus shorts rotos de mezclilla negra, y el ajustado brazalete negro cubría su mano izquierda, la cual presentaba pequeños signos de cicatrices y quemaduras.

Hermione agitó su varita y la burbuja protectora desapareció, cuando el estruendo se detuvo, el polvo se asentó y lentamente bajó. La joven mujer tosió ante la densa nube de humo que la rodeaba, y con un fuerte movimiento de su varita, agitó el aire a su alrededor y la densa nube de polvo y tierra se esparció. Ahí, en lo alto de una de las tantas montañas como pilares que la rodeaban, la densa nube de polvo dibujaba la sombra de una pequeña figura, delgada y de cabello corto, que se alzaba con un brillo inusual cerca de la palma de sus manos.

― Para ser una jovencita, me está sacando de quicio. – mencionó Hermione, irguiéndose con un leve tono de dolor.

― ¿Y dice que va a convertirse en Profesora, Mi Lady? – mencionó una voz, que se acercó rápidamente a su lado en lo alto de la montaña en forma de pilar.

Una manada de murciélagos envueltos en sombras golpeó el suelo de la cima de la montaña justo al lado de Hermione, y la figura de Cámula apareció envuelta en tinieblas que se materializaron en un precioso vestido negro de encaje, su largo cabello rojo sangre se movió con el viento, mientras observaba a aquella figura delgada y pequeña más allá de la muralla de polvo que aún no se disipaba por completo.

― Me educó Severus Snape, Cámula. Por supuesto que voy a ser gruñona con esta clase de jóvenes. – dijo Hermione con cierto tono irónico. El recuerdo de su antiguo profesor por poco abre una herida que no debía abrirse en un momento como este.

― No esperaría encontrarme con alguien como ella, mi Señora. Especialmente luego de que asesinara a sus compañeros. – respondió una segunda voz, elevándose en el aire mediante una hermosa escoba de ramas doradas.

Ciara se elevó hasta la altura de Cámula y Hermione, aferrándose a su escoba con una mano mientras en la otra llevaba su varita. La bolsa que colgaba de su hombro y el cinturón que se ajustaba a su cintura llevaban pequeños frascos que tintineaban ante su golpeteo, y el liquido de varias de estas brillaban ante aquellos suaves roces. La joven de cabello castaño tenía su kimono blanco atado por encima de la cintura, cayéndole como un largo vestido que se elevaba por el aire, mientras su vestido rojo con botones negros mostraba algunos signos de quemaduras suaves.