Cuando se levantaron para salir del cementerio, y dejar la tumba de Vinda atrás, Harry giró su cabeza muy disimuladamente hacia atrás. El cuerpo se le puso rígido, y Hermione lo notó al instante.
― ¿Qué sucede...? – preguntó Hermione, al darse cuenta de la rigidez de la mano de Harry.
― Hermione, nos están viendo... por la iglesia. – susurró el chico, apenas moviendo los labios.
Hermione, muy lentamente, sacó su varita del interior de su abrigo, y con un movimiento muy suave, giró su cabeza para mirar por encima del hombro, en dirección a la entrada del cementerio, y cerca de la entrada de la iglesia, detrás de la barda, se encontraba una figura bajita y encorvada, vestida con múltiples telas y bufandas que resaltaban un poco más su joroba, y llevaba una capa corta con capucha que le cubría de la nieve, pero su rostro era perfectamente visible; era una cara arrugada, muy anciana, con las mejillas caídas y la papada colgante, su cabello era blanco como la nieve pero parecía que no se lo lavaba en un par de días, y sus ojos tenían ojeras pronunciadas con unos parpados ligeramente rojizos.
Aquella anciana mujer, quien parecía haberse dado cuenta de que la estaban viendo, con disimulo comenzó a caminar de vuelta a la calle, como si solo se hubiera quedado a ver un rato el cementerio en un momento melancólico, y continuó caminando calle abajo.
― Creo que es ella... – murmuró la mujer de cabello negro, guardando su varita nuevamente en su abrigo.
― ¿Qué...? Ella...
― Bathilda Bagshot. – murmuró Hermione, viendo como aquella mujer ya se había alejado del terreno de la iglesia.
La pareja, aún tomada de la mano y el brazo, caminó por el cementerio lentamente, como si estuvieran presentándole sus respetos al resto de cuerpos en eterno descanso, y salieron del lugar caminando con cuidado por la acera. Las luces dentro de las casas parecían estar apagándose, unas más tarde que otras, mientras podía escuchar los villancicos siendo cantados en alguna casa cercana, perdiéndose mientras se alejaban, siguiendo a la anciana mujer.
― Esto no me está gustando, Hermione. – dijo el chico, cuya barba oscura cubría parte de su boca.
― Harry, ella conocía a Dumbledore y a mi padre. – murmuró Hermione, entre dientes. – Podría tener la espada.
Pronto, en el camino de seguir a aquella mujer, Harry se detuvo de pronto, y Hermione fue jalada por él, al estar tomados del brazo. La mirada de la mujer fue a la del chico y pensaba en decirle que continuaran siguiéndola, pero cuando la mirada del joven nunca llegó a ella, la siguió, y entonces se dio cuenta de donde estaban.
Estaban delante de su casa.
El hogar de los Potter estaba hecho ruinas. El jardín, antes hermoso y adornado con flores y pequeños setos de arbustos, ahora estaba quemado, ennegrecido por completo de no ser por la nieve que lo cubría, pero el rastro del fuego había llegado hasta la casa, cuyas paredes se mostraban también negras y llenas de hollín. La hiedra se había elevado y había quedado congelada en las nevadas del invierno, pero podía notarse perfectamente que buscaba reclamar la casa.
El techo del segundo piso estaba completamente destruido, especialmente el del lado derecho, donde se encontraba la habitación de Harry, había un enorme boquete que había derribado el muro y sus escombros estaban desperdigados entre la habitación y el jardín, y había una densa capa de hielo mágico que resaltaba por encima de la nieve, que parecía seguir desperdigando un humo blanco por su baja temperatura, y el muro del salón principal estaba prácticamente abierto de par en par, con la sala completamente desordenada y despedazada, no pareciera que hubiera nada que salvar.
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Hermione Grindelwald - Tears of Magic Blood
Fiksi Penggemar- La Tercera Parte de la Saga de la Niña que Vivió. - La Historia de Lady Grindelwald pronto llegará a su fin. Dumbledore a muerto, y el mundo mágico se ha quedado sin uno de sus mayores defensores. Los seguidores del señor tenebroso se vuelven cad...