Capítulo 35: Hermione Granger está Muerta

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Sus ojos se abrieron de pronto. El bosque parecía más alto y oscuro visto desde el suelo. Podía escuchar murmullos a su alrededor, pero cuando abrió los ojos, todo ruido similar a una voz desapareció, solo hubo pasos entre la maleza y las ramas rompiéndose a sus pies. Sus ojos azules miraron el entorno que lo rodeaba, y se dio cuenta de que se había caído de espaldas al suelo, sentía la hierba tocando su nuca y sus manos, cuyos dedos aún sostenían la varita de saúco entre sus afiladas uñas, aferrándose a ella.

La voz de Bellatrix precedió a su cabeza surgir, como una sombra que apenas se aclaraba para su visión.

Mi señor... oh, mi señor, ¿está herido? – preguntaba la mujer con una ternura impropia de ella, como si la psicótica bruja homicida que era no fuera más que solo un cuento para asustar a los niños de noche.

Por un segundo, no supo donde estaba, su boca sin labios se abrió, y su cabeza se levantó. Pudo escuchar el paso acelerado de sus seguidores alejándose de su alrededor. Parecía que habían estado rodeándolo, ansiosos de saber que era lo que había pasado. Y él también... ¿Qué había sido eso? Sintió un golpe terrible en el pecho, tal y como aquella vez en Privet Drive hace tantos años, cuando la maldición asesina le rebotó en contra... el dolor de aquella maldición imperdonable no se le iba a olvidar nunca.

Mi señor, déjeme...

No necesito tu ayuda. – sentenció Voldemort, mientras se erguía.

Sentía cada hueso de su cuerpo arderle, cada articulación y vena en su interior parecían haber recibido el impacto de la maldición, pero fue su pecho, justo en el centro, el lugar donde la sensación era incluso peor. El hombre posó sus dos manos sobre el suelo para apoyarse, y se dio cuenta, cuando se levantó y se llevó una mano al pecho por puro instinto, que el lugar le ardía como si de verdad, la maldición le hubiera rebotado, pero no había ni una sola marca. A su alrededor, sus mortífagos ya no lo veían a él, sino hacia el frente.

Bellatrix intentó ayudar a su señor, tomándolo del brazo para que tuviera algo sobre lo que apoyarse, pero en el momento en que Voldemort estuvo lo suficientemente erguido, la empujó, tirándola hacia atrás, sacando un gemido de sorpresa de la mujer de cabellera y ropas negras, mientras que el señor tenebroso enfocó su visión en lo que tenía en frente. Tardó unos segundos, pero entonces, por fin, la enfocó.

Hermione estaba tendida en el suelo. Su largo cabello rubio platinado estaba esparcido por el frío y húmedo suelo, sus piernas estaban dobladas una sobre otra y podía ver, por encima de su torso, sus brazos caídos hacia el suelo. No la veía respirar, no veía su espalda agitarse ante un intento desesperado por tomar aire como lo había hecho él un instante después de levantarse.

Voldemort miró hacia los lados. Bellatrix, agitada todavía por el empuje de su señor, se había erguido a su lado, Delphini estaba detrás de ella, con su varita aferrada en la mano mientras contemplaba el "cadáver" de Hermione a la distancia. Shui, Malka y Alizee estaban las tres juntas, observando, expectantes, que era lo que iba a suceder a continuación. Kara estaba al lado de Sigrun, sosteniéndola por los hombros y con sus miradas fijas sobre el cuerpo de Hermione, Elizabeth Carrow tenía la boca semi abierta, con los ojos muy abiertos, como si hubiera esperado algo durante muchísimo tiempo, y ahora, no supiera como reaccionar.

Unos pasos le llamaron la atención, y la voz de Lucius diciendo "Espera" le hizo comprender que, aquella figura de vestido negro y bordado blanco, de cabellera castaña oscura y rubia, acercándose al cuerpo de Hermione, era Narcissa Malfoy.

La niña... ¿está muerta? – preguntó Bellatrix a su hermana menor, y Voldemort pudo identificar un cierto tono de... miedo.

La mujer de cabellera rubia y castaña oscura giró la cabeza para ver hacia atrás. Todas las fuerzas de los mortífagos la miraban con expectación, y cuando estaba a medio camino, vio la varita de Hermione tirada en el suelo, entre maleza y tierra salida, ligeramente húmeda, como si el rocío del bosque hubiera empapado la tierra. No tenía varita, puesto que se la había dado a su hijo para que se defendiera, así que tomó la varita de Hermione, y sujetándola casi como un cuchillo de cocina contra su pecho, se acercó lentamente hacia el cuerpo de Hermione.

Hermione Grindelwald - Tears of Magic BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora