1945 - Parte 02: Blood Upon the Snow

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El sonido de cristales rotos llenó el ambiente, al igual que grandes pisadas hundiéndose sobre el hielo resquebrajado. El escudo conjurado por Dumbledore se destruyó en pedazos cuando la ráfaga de luz y fuego lo desmoronó hasta convertirlo en vidrio, pulverizándose contra el lago congelado. Las grandes bestias de aladas, alzando sus cabezas muy por encima de él, rugían con furia mientras se abalanzaban contra el profesor.

Albus alzó su varita, y la punta se bañó en un intenso fuego escarlata. Su barba plateada se iluminó con la luz que emanaba de su varita, y que rápidamente se transformó en un látigo llameante que se movió con el agitar de su brazo. Las llamas escarlatas se movieron con rapidez y envolvieron el cuello de uno de los grandes dragones blancos. Su agarre se afianzó y, con fuerza, el fuego lo arrastró y lo jaló contra el suelo congelado, soltando un alarido bestial.

Una llamarada esmeralda surgió justo detrás de la cabeza de aquella bestia encadenada por el fuego escarlata, y la magia oscura de Vinda se lanzó nuevamente contra el hombre de barba plateada. La mano libre del profesor se alzó por encima de su cabeza, y el fuego verde se estrelló contra una barrera invisible que dispersó las llamas hacia los lados.

El fuego esmeralda dispersado se volvió rápidamente de un color azul brillante, e impregnándose en el suelo congelado, el fuego se solidificó rápidamente, y grandes púas se alzaron en su lugar, perforando la barrera encantada de Dumbledore, atravesándola con una facilidad aterradora. El rostro de sorpresa del hombre se hizo mayúsculo cuando los aguijones de fuego solidificado volvieron a convertirse en flamas mágicas que se lanzaron contra él nuevamente, esta vez en el interior de la barrera.

Agitando violentamente sus brazos, Dumbledore hizo añicos el hielo que estaba bajo sus pies, y como si unos largos tentáculos lo jalaran hacia las profundidades del lago, el agua lo consumió por completo, salvándose a escasos instantes de ser alcanzado por las lenguas de fuego mágico oscuro. Lamentablemente, la enorme bestia que había sido apresada por el fuego escarlata fue liberada, y su rugido hizo que el hielo resquebrajado por el que había entrado Dumbledore retemblara y se partiera aún más.

Extendiendo sus largas alas, la gran bestia blanca se puso de pie y estiró su cuello en dirección a la abertura que había quedado en el lago, y junto a un terrible grito, de la boca de la criatura emanó una luz infernal de la que brotaron rayos que chocaban entre sus dientes, liberando así un estallido de luz blanca que se lanzó directamente contra las aguas intranquilas bajo ellos, y al tocar el fondo del lago, la luz rebotó como en un espejo, e incontables estelas de luz regresaron a la superficie, destrozando el suelo congelado y haciendo vibrar la tierra del colosal impacto.

Sin embargo... los haces de luz comenzaron a desestabilizarse, a convertirse en remolinos de fuego que pasaban de un blanco puro como el más infinito vacío, a un intenso huracán de fuego escarlata que se desvió de su punto de origen, y como una tormenta de fuego atronadora y voraz, las flamas de color rojo intenso envolvieron a la bestia blanca rápidamente, resquebrajando su cuerpo y haciéndolo pedazos, estallando en una radiante explosión de fuego rojo y azul, mientras una sombra se apartaba rápidamente de los restos carbonizados de lo que quedó del gran dragón blanco.

¡Albus! – gritó Gellert mientras volvía a tocar tierra, observando como los restos de hielo encantados de su criatura favorita ardían en un intenso incendio escarlata. – ¡Para ser un perro viejo que se jacta de aprender nuevos trucos, no estás impresionándome, viejo amigo!

El fuego escarlata se dispersó, pero no desapareció. Como largas lenguas de fuego, las llamas rojas viajaron por el aire hasta enrollarse alrededor de los cuellos de las criaturas dracónicas restantes, y en un aullido terrible, los dragones se convirtieron en hielo nuevamente, y el fuego las carbonizó hasta convertirlas en pedazos de piedra negra, desmoronándose bajo las llamas escarlatas. Vinda, quien se encontraba cerca de una de las criaturas, se envolvió a sí misma en una violenta esfera de fuego verde que la protegió de las llamas de Dumbledore.

Hermione Grindelwald - Tears of Magic BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora