—Me alegra verte despierto —saluda Arya al verlo bajar las escaleras todo adormilado.
—No jodas, Arya —responde cortante—. No estoy de humor para tus reclamos.
La joven que se había mostrado preocupada por él de pronto cambia su buen humor, así que decide ignorarlo mientras termina de desayunar.
—Gerard nos espera a las siete en su casa —informa ella, dejando su plato sucio en la lava trastes—. John pasará por nosotros a las seis treinta.
—¿Cómo es que te avisó a ti y no a mí? —pregunta él con molestia y confusión. Mientras se sirve un cereal.
—No deberías de beber leche entera, eres intolerante —aclara ella quitándole el bote frente a él del cual ella se sirvió antes y, en cambio, le puso su leche de almendras que suele consumir. Ayden, que no podía discutir por el dolor de cabeza, solo se limitó a verle—. Dijo que te estuvo marcando y mandaste a buzón. Más vale que le des un buen pretexto que incluya un viaje de negocios que le he inventado. Hasta la noche.
—Adiós... —murmura escuetamente.
Arya toma su bolso del sofá y se dispone a salir con John custodiando su salida.
—Ah, te dejé algo en el despacho, es para esta noche —anuncia entrando al elevador.
Ayden solo la observa cuál pajarillo asustado, nunca sabe que se puede esperar de ella. Actúa distinto a las demás mujeres que él ha intentado siquiera conocer. Es más libre. El pajarillo es ella, no él.
Arya cubre su turno como cualquier día normal, al salir Mark se acerca a ella.
—¿Ya has comprado el regalo de cumpleaños? —inquiere mientras revisa unos papeles del alta de un paciente.
—¿El regalo? —pregunta sin saber a qué se refiere.
—Es cumpleaños de Ayden... supuse que no te lo dijo —aclara él sin mirarla—. No le gusta festejarlo, pero padre siempre hace una estúpida cena dónde nos vemos forzados a convivir, pero sin mencionar "el cumpleaños".
—Oh... era eso... —musita ella pensativa—. Lo supuse. Pero ahí estaremos ¿irás?
—¿Y perderme la oportunidad de molestar a mi hermanito? —sonríe intentando mostrarse simpático.
—Nos vemos entonces en un rato —se despide con un gesto y sale, John la espera como siempre.
—¿Sabías que es cumpleaños de Ayden? —pregunta al guardaespaldas mientras este conduce.
—Sí, señorita —responde escuetamente.
—Ah... ¿Me podrías llevar a la repostería de la tercer avenida, la que está en una esquina con muchas flores fuera y mesas moradas con dorado, por favor? La dulcetté creo que se llama.
John asiente y se dirige ahí. Al llegar Arya se baja a comprar algo que él no logra saber qué es y luego de esto la lleva a casa.
Arya se prepara para la cena y deja el regalo de Ayden envuelto en su caja negra con cintilla azul para cuando vuelvan.
—¡¿Lista?! —grita Ayden desde la sala.
Arya sale y lo encuentra con la camisa que le ha comprado. Él se da cuenta del por qué y suelta una risita.
—Esto es tan ñoño.
—Debemos parecer una pareja enamorada —explica ella caminando con pesadez—. Admítelo, nos vemos muy bien. Toma Sebas, toma una foto.
Sebas toma su teléfono y aunque Ayden no le gusta mucho la idea, accede finalmente. Este posa su mano hacia atrás, como si realmente le tocara, pero no lo hace.
ESTÁS LEYENDO
El enigma del millonario
RomanceArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?