George era un joven citadino, una mezcla entre hípster y muppy, lo que a Arya le resulta fascinante en cuanto lo ve llegar. Este les explica que desde anoche encontraron la Tablet, teléfono y computadora, totalmente destrozadas en un callejón cerca de casa.
—He podido rescatar lo más posible, pero considero que si ha perdido bastante información —comenta él con un porte que deja claro que, si bien desciende de alguna familia adinerada, o tiene muy buenos modales.
—Gracias, George —comenta Ayden—. ¿Sabes si tuvieron acceso a los aparatos?
—Por lo que vi, no, sea quien haya intentado acceder terminó bloqueándolos y enojado los destrozó —explica con certeza sin siquiera mirar a Arya—. Fue cauteloso al cubrir la cámara para que estas no tomasen fotos de él. Esta es la memoria dónde está todo cuanto pude rescatar, señor Emory.
Ayden la toma y revisa viendo que esté nueva.
—¿Podrás conseguirle a la señorita Harley los aparatos, pero actualizados? —pregunta Ayden—. Pide a Katty todo el dinero que necesites, los necesitará para mañana —añade él.
—No, no es necesario —interrumpe Arya y por primera vez George la ve—. Yo puedo comprar lo que ocupo, muchas gracias, George.
George, que no era muy fan de hablar con las personas, solo sonríe vagamente, como si le incomodara.
—Lo siento, esto no está abierto a discusión —declara Ayden rechazando la opinión de Arya—. Necesitas tener no solo los mejores aparatos sino también los más seguros. Que, si te los vuelven a robar, no sean fácilmente irrastreables. George puede mejorar la seguridad de los equipos, ah y respecto a eso —recuerda el millonario dirigiéndose a su empleado—. Necesito que lleves a tu equipo a casa de Arya e instalen un sistema de seguridad. Por favor.
—Yo te pagaré —interviene Arya—. Todo lo que necesites o cuanto, no importa, yo te pagaré —dice intentando sonar con autoridad.
—Gracias, señorita Harley. Solo dime la dirección y cuando ir —asegura con el mismo tono de voz, apacible pero controlado.
Ayden se pone las manos a la cintura y suplica al cielo por paciencia.
—Arya, nada más escríbele la dirección —pide Ayden y extiende un papel con una pluma para que ella escriba.
La doctora lo hace de mala gana, pero obedece.
—Mañana estaré ahí temprano —asegura ella—. De igual manera, si quieres ir hoy, está ahí un amigo, se llama Robín Evans. Puedes acercarte ahí y te recibirá.
—De acuerdo, me viene mejor hoy —comenta él revisando la agenda de su teléfono—. Si pudiera decirle a su novio que estaré ahí sobre las dos de la tarde, sería perfecto.
El rostro de Ayden se desencaja del coraje. Nunca pensó en que las personas podrían tomar el que Robín y Arya vivieran juntos como si fueran pareja. Pero reflexionándolo mejor, se da cuenta de que hasta él llegó a caer en esa idea, antes de saber que él tenía otras preferencias.
—Todos los gastos correrán por la compañía, la señorita Harley es la madre de Aryehn y la futura señora Emory —gruñe Ayden con la mirada clavada en George.
Arya está por decir algo, pero Ayden la voltea a ver como diciendo que todo lo que diga podrá ser usado en su contra.
—Una disculpa, señora, señor, Emory. Permiso —dice George y sale como alma que lleva el diablo.
En cuanto cierra la puerta, Arya inicia su ataque.
—¿Era tan necesario que mintieras? —pregunta ella enojada— ¿Y qué es eso de invalidar mi palabra y callarme? ¿Ves por qué no quería volver a tu casa? ¡Siempre has creído que te pertenezco y no es así! ¡No soy tuya y a cómo veo, jamás lo seré!
ESTÁS LEYENDO
El enigma del millonario
RomanceArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?