Ayden había hablado con su abogado para que llevara a cabo todo el trámite del embarazo subrogado. Nunca en su vida imaginó que algo así tuviera que hacer para poder obtener la empresa familiar. Lo único que le faltaba y de lo cual no se sentía orgullo era de tener que explicarle a su padre.
—Buen día, padre —saluda al entrar a su oficina.
Gerard Emory, ya esperaba sentado frente a su escritorio con un puro en la boca y una taza de café en la mano.
—¿Qué hay de buenos? ¿A caso no ves el puto clima de mierda? —señala el cielo gris desde su despacho—. No esperaba que estuviera soleado, pero al menos que no estuviera nublado.
—¿Otra vez estuviste mirando el clima? —pregunta Ayden sentándose frente a él.
—Lo que yo vea o no, no es de tu importancia. ¿Sabes lo que sí importa?
Ayden quisiera poner los ojos en blanco ante el comentario y pregunta de su padre, pero se aguanta. Hacer algo así supondría una reprimenda. Gerard era muy estricto con sus hijos y con quien sea.
—¿Qué ganen los Yankees? —inquiere con sarcasmo.
—Como te decía —sigue comentando su padre ignorando su pregunta—. Lo más importante es que te decidas a darme un nieto, un heredero, alguien que se haga responsable del legado que con tanto esfuerzo he construido. Si no... sabes que no te dejaría la empresa. Antes mejor se la dejo a tu hermano, aunque con ello suponga que la destino al fracaso.
—¿Preferirías destruir el legado familiar antes de darme lo que me corresponde?
Su padre toma el café, se gira en su silla y observa el cielo gris que yace asentado sobre la gran manzana.
—Nunca se ha tratado sobre si construyo o destruyo, al final de cuentas esto es mío y si quiero morir llevándome todo a la tumba, lo haré —sugiere el anciano haciendo que Ayden se indigne.
—Lo sé, para ti un nieto sería solo una transacción más.
Gerard se ríe a como puede y se acerca a la ventana.
—Te daré un mes, si en un mes tú no me das un nieto, olvídate de la empresa. Pero al paso que vas, siento que te necesitarás más tiempo.
—Ay padre... —se mofa Ayden—. Las cosas privadas, me gusta que sean así, privadas.
Ayden se pone de pie y camina donde su padre parándose a su lado mientras ambos miran por la ventana.
—Tengo novia —confiesa Ayden haciendo que Gerard sonría de lado—. Solo que ella no es una transacción con la que tú puedas jugar, por eso no te la he presentado.
—Vale, haré como que te creo. Tráela a cenar mañana a casa, ya sabes, será algo familiar —invita Gerard absorbiendo de su puro—. Si es cierto lo veré por mis propios ojos.
—De acuerdo, ¿a las siete te viene bien? —inquiere Ayden si mirarlo.
Juntos, pero sin resistirse las miradas.
—Está bien.
Gerard no tiene más que decir y su hijo lo sabe, así que solo lanza un escueto "Adiós" y se marcha.
Ayden camina de prisa fuera del edificio y una vez que está fuera llama a su abogado para presionarlo con los trámites. Luego de esa llamada, le marca a Arya, pero no le contesta, así que decide dejarle un mensaje.
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Ayden_3:48 p.m.
Cena familiar mañana en casa de mi padre. Llámame. Urgente.
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El enigma del millonario
Storie d'amoreArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?