John medita un poco en lo que Ayden acaba de pedirle.
—Está seguro que no decirle a la señorita Harley es lo más conveniente? —pregunta John dudando seriamente en eso.
—Sí, hace un momento te hubiera dicho que ella ya tenía el lugar indicado para que nos quedemos, pero he hablado con Mark —revela dejando a John anonadado—. Ahora estoy cien por ciento seguro que él está involucrado.
—Señor, si esto es verdad, ¿para qué dejar a la señorita Arya?
—No la estoy dejando, ella sabe que estaré cerca y que tú serás mi enlace con ella —advierte Ayden—. Solo no quiero que sepa dónde estoy. Arya tiene una idea errónea de Mark, ella quiere que nosotros hagamos las pases y siento que es capaz de decir donde estoy con tal de que nos arreglemos. Esto también es por ella, quiero demostrarle que él es el culpable.
John no está de acuerdo con la propuesta de Ayden, pero es su jefe, así que tiene que acatar las órdenes que este le da.
—Bien, dígame que hacemos.
Ayden le explica brevemente el plan, necesitarán irse esa misma noche. Una vez que se ponen de acuerdo, aplican lo que han planeado.
Mientras Ayden busca a Arya, John saca su maleta y la lleva al todoterreno.
—Cariño —llama Ayden a Arya, quien se despedía de Olivia, pues era tarde y no había vuelto a casa—. ¿Me regalas un minuto?
—Olivia, ya vete, es tarde, mañana te veo temprano —le da un beso en la mejilla—. Que te lleve John.
—No —difiere Ayden al escuchar a su novia—. John está ocupado, pediré que te lleven.
—Gracias, señor Emory —dice Olivia saliendo de la habitación de juegos de Aryehn—. Hasta mañana, pequeño.
Con un gesto de la mano se despide del niño que también le lanza un beso.
Ayden llama a Sebas y le pide que alguien de los guardaespaldas lleve a Olivia a casa, luego cuelga.
—¿Qué pasa? —pregunta Arya con su hijo en brazos que ya tiene sueño.
—Saldremos a comprar unas cosas, solo quería avisarte —dice Ayden mintiendo—. Ven, quiero besarte.
Arya recuesta a su hijo y luego se acerca a su guapo millonario. Ella pasa las yemas de sus dedos por la barba incipiente de su hombre.
—Me gusta cómo se te ve, te ves más... —se acerca a su oído y le susurra—. Sexi.
Ayden se siente mal, está a punto de dejarla y ella piensa en la noche que pasarán juntos.
—Mami, tengo sueño —dice Aryehn y su mamá se gira a verlo.
—¿Quieres que te lea un cuento? —inquiere ella acercándose a acariciar su cabello, el pequeño afirma con un movimiento de cabeza y luego bosteza—. Si quieres ir yendo a tú mandando en lo que duermo a Aryehn, te esperaré en la recámara.
El millonario camina a ella y la besa en la frente. Luego besa a su pequeño como si fuera la última vez.
—Te veré luego —dice Ayden desde el marco de la puerta.
Arya asiente y luego ve cómo su hombre se marcha con la esperanza de verlo más tarde y de que por fin sus sueños de estar con él y ser suya completamente se harán realidad.
Ayden sale de la casa esperando no ser visto. Sebas y Bea yacen en sus recámaras al igual que Robín. Este sube al todoterreno rápido, como si le estuvieran persiguiendo.
—¿Listo? —pregunta John notando a Ayden sudando.
—Sí, vámonos.
Ayden mira por el retrovisor su casa, deja atrás a Arya, Aryehn y todo cuanto ama, por ir en la búsqueda del asesino de su padre y quien también quiere hacer daño a la mujer que ama.
—¿Y si no son el mismo? —pregunta Ayden pensando en voz alta.
—¿A qué se refiere, señor?
—Qué tal si no es la misma persona la que asesinó a mi padre y quien acosa a Arya ¿Si son dos personas? —cuestiona Ayden pensando en que quizás sea una enorme posibilidad—. Piénsalo, lo de mi padre, el asesinato en su casa, es alguien que conoce. Pero a Arya no se le ha acercado, ha mantenido su distancia ¿Por qué?
John no había reflexionado en eso, los modus operandi en ambos casos son distintos.
—Tiene razón, señor, el asunto con la señorita Harley, parece ser más un acoso para amedrentarlos. No para dañarlos —deduce John.
Las manos de Ayden tiemblan, que tal si es lo que espera el acosador. ¿Que este deje a Arya sola para tener su oportunidad con él?
—Regrésate... tengo algo pendiente que hacer —declara Ayden.
—¿Señor?
—Sí, hay que volver y planear bien donde nos quedaremos. Pero al menos, por esta noche me quedaré en casa —dice Ayden sintiendo nervios.
El sudor perla su frente, un presentimiento le invade la boca del estómago. No quiere pensar en lo que pasará cuando deje a Arya definitivamente.
Se pregunta si Mark la buscará en cuanto sepa que él se ha escapado.
—No te quedes, ve prepara todo para mi viaje fantasma en avión. Llévate mi maleta, y no vuelvas hasta que te lo ordene. Tampoco le digas a nadie donde estoy, ni a donde voy, hasta que te diga —pide Ayden pensando mejor las cosas.
—¿Lo dejo en la entrada principal? —pregunta John.
—No, ve a la entrada secreta. Necesito entrar sin ser visto.
John se dirige a la calle trasera, justo en la esquina, lo que parecen ser ladrillos detrás de un árbol, es una entrada secreta por donde se introducía alcohol en los años de 1933. Su bisabuelo, solía dedicarse a la venta de alcohol ilegalmente. Cuando su abuelo heredó la propiedad, taparon esa entrada. Pero ahora con Ayden, él había pedido a John que se habilitara en caso de que necesitaran escapar.
John lo deja a media calle de ahí, Ayden camina y al llegar a la esquina, se percata de no ser visto por nadie. Se esconde detrás de los arbustos y abre la puerta secreta. Tal como se lo pidió a su guardaespaldas de confianza, esta ha sido habilitada completamente. Levanta el interruptor y la luz se enciende.
Unas angostas escaleras en picada se iluminan y él baja por ellas. Sigue por un pasillo un poco más amplio y llega a lo que parece un búnker. Ayden no tenía ni idea que eso estaba ahí. Ese es el lugar perfecto para esconderse, piensa para sí mismo. Sigue por un pasillo y de nuevo se encuentra con unas escaleras que suben. Al llegar arriba abre la puerta con cuidado que da a su estudio. Detrás de la estantería de licores.
Sale del escondite y entra a su casa sin hacer ningún ruido. Todo está oscuro y parece ser que todos duermen ya.
¿Nadie ha cenado? Se pregunta cuando ve todo escueto. Ve la hora, no pasan las diez de la noche ya.
Sube las escaleras intentando hacer el menor ruido posible. Afortunadamente, están en buen estado por la reciente remodelación, así que no crujen con sus pasos. Pasa por la habitación de su hijo y lo encuentra durmiendo. Prosigue su camino y llega a su recámara. Esta permanece cerrada.
La abre con cuidado y se encuentra a Arya dormida en la cama. Una sensación de tranquilidad lo invade. Ella está bien, su hijo también.
—¿Cariño? —pregunta Arya.
—Volví.
—Sabía que lo harías —dice ella y se destapa dejando ver nada más y nada menos que un revelador baby doll color negro.
—Nena... —musita Ayden antes de que esta se lanzara a sus brazos y lo bese apasionadamente.
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El enigma del millonario
RomanceArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?