Ayuda

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—De acuerdo, yo te haré saber todo lo que sepa —dice Jeff por su honor

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—De acuerdo, yo te haré saber todo lo que sepa —dice Jeff por su honor.

—Gracias, tenemos que irnos —se pone de pie y Robín la sigue.

—¿Quién eres? —pregunta Jeff con curiosidad al mirar al amigo de su hermana.

Puede notar el temor en su mirada y en su semblante.

—Es mi amigo, es como otro hermano para mi Jeff —revela Arya y aunque Robín siente orgullo en esas palabras, Jeff entiende que él no fue un mejor hermano para ella—. Es mi colega, Robín Evans.

—Mucho gusto, Jeff —saluda Robín, no olvidando la cortesía.

—El gusto es mío, me alegra saber que mi hermanita tiene a alguien que cuide de ella afuera. Ella solía ser muy ingenua, por lo que he visto eso ha quedado en el pasado —explica Jeff reconociendo las agallas que tiene su hermana últimamente.

No es la misma que él conoció y a la que amedrentó durante años. De la que abusó emocional y económicamente. Ahora, él se refugia en la fe, pero sabe que nada de lo que haga o cuantas veces tenga que pedir perdón, podrá lograr que el pasado cambie.

Pero ahora tiene una nueva oportunidad, no importa si viste de reo y está aprisionado. Él conoce una manera de poder ayudar a su hermana y lo hará.

—Bien, nos vamos, estamos en contacto Jeff y... gracias —a Arya le cuesta decir esas palabras, no por orgullo sino por credibilidad—. Me avisas lo que sepas.

—No agradezcas, adiós hermanita, adiós Robín, cuídala, por favor, incluso de ella misma —comenta Jeff, antes de ser llevado por un guardia a su celda.

Al inicio Robín no entiende a que se refiere Jeff, y no le da muchas vueltas al asunto. Lo que quiere es salir de ese lugar inmediatamente. Se siente nervioso, toda la situación lo tiene así.

El doctor solo sonríe tensamente antes de comenzar a caminar tratando de salir lo más rápido posible. Arya solo se despide con un asentamiento de cabeza y sigue a su amigo directamente fuera.

Jeff es llevado a su celda, mientras Robín y Arya van a por la custodia de sus pertenencias para luego salir.

—Por favor, Ayden seguro estará afuera montándome un lío porque vine sin avisarle. Súbete al auto y no digas nada —pide Arya—. Tengo cosas que hablarle y se va a poner fea la cosa.

—Huy, pelea de mamá y papá... —se burla Robín más relajado—. Dile que se relaje, dale té o clonazepam si el consejo de relajación no funciona.

—Que chistosito.

—¿Crees que tu hermano te ayudará a buscar información sobre el loco? —inquiere Robín rascándose un poco la cabeza de la ansiedad.

—No lo sé, ni tengo idea si lo hará, pero es mi único contacto en el mundo maldito de afuera —responde Arya mientras cruzan la puerta de salida de Rikers. Mira hacia enfrente y como lo dedujo, estaba el auto de Ayden estacionado fuera—. Te dije, está ahí Ayden.

Robín se ríe de que ella dedujera lo que él haría.

—O es muy predecible o eres bruja —expresa en broma.

—Es predecible —aclara ella con seriedad avanzando.

—Yo digo que eres una bruja, y muy maldita por hacer enojar a tu millonario —dice en tono divertido mientras se encuentra con el millonario.

Ambos pueden ver lo encabronado que esta, pero Robín se alegra de que no sea con él.

—Le dije que no viniéramos, pero ella no escucha, sin embargo, te la cuidé —comenta haciendo gestos y articulaciones exageradas.

—¡Robín, sube al auto, ahora! —regaña Arya sin dejar de mirar a Ayden cara a cara.

—¡Huy, estás tensa hoy! Ambos deberían medicarse, par de intensos.

Robín camina hasta el auto dónde venía con Arya antes y sube.

—Henry, llévame a la casa, Arya se irá con su millonario encabronado —pide y este le da órdenes al chofer para que sean trasladados.

Mientras tanto, Ayden y Arya se entrelazan en un duelo de miradas. Él está pensando como decirle las cosas y ella, espera para contraatacar. Luego de un par de minutos, Arya pone los ojos en blanco y se ríe.

—No sé a qué juegas, pero me largo. Tengo hambre, quiero ver a mi hijo y estoy cansada —revela intentando salir del camino de Ayden, pero este la detiene de los hombros.

—¡Espera! —reclama él a ella.

—¡Suéltame! ¿Para qué quieres que espere? ¿Para que me sigas mirando así?

Ayden la suelta de inmediato, no quiere lastimarla.

—Te dije que no vinieras. Y no hiciste caso —recrimina enojado.

—A veces no hacerte caso es lo mejor que puedo hacer y ya deberías entenderlo.

Él le lanza una mirada acusatoria, pero ella lo ignora y sale de su camino. Ahora sí, él la deja ir. Arya sube al auto a la parte trasera y se pone el cinturón de seguridad.

—¿Qué esperabas que hiciera? —inquiere ella en cuanto Ayden sube—. ¿Qué me fuera a casa a esperar a que me salvaras? Por supuesto que no. He cuidado de mí sola desde hace tiempo y creo que puedo seguir haciéndolo.

—Sí, lo has hecho excelente... se nota —responde él con sarcasmo. Arya no hace más que abrir la boca al ver cómo la contradijo—. Te siguieron y tú ni en cuenta. Además, has dicho bien, cuidabas de ti sola. Ahora tienes un hijo. No deberías tomar en broma tu seguridad.

Arya no hace más soltar un bufido, sabe que en parte él tiene razón, pero no quiere sentirse inservible.

—De acuerdo... pero ten en cuenta que puedo ayudar en algo. Jeff, va a intentar averiguar algo con sus contactos de fuera —informa ella.

Ayden no había pensado en ello. Pero ahora que Arya lo planteaba como una posibilidad, encontró en ello un beneficio. Quizás, después de todo, él pueda averiguar todo. El millonario no había querido exponer sus preocupaciones ante ella. No quiere agobiarla con sus meditaciones sobre el posible responsable.

Ha pensado incluso en su hermano, no obstante, al igual que al resto de la familia, lo tienen vigilado. Lo que lo hace prácticamente imposible. 

El enigma del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora