Desde el corazón

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Arya se despierta en medio de la noche un poco acalorada. Cuando se da cuenta en dónde está, su corazón sufre un vuelco. Su pequeño yace abrazado a ella, envuelto entre sus brazos. Eso es algo con lo que soñó y por fin lo tiene. Está tan conmocionada que las lágrimas caen por sus ojos.

Acaricia el pequeño rostro de su hijo y le da un beso en la frente.

—Eres tan precioso, hijo mío —murmura—. Te he amado tanto, te he extrañado tanto.

Aryehn se acurruca más a ella buscando calor, sus manitas yacen acomodadas debajo de su rostro y unidas.

—Pareces un angelito hermoso —susurra Arya sin dejar de pasar sus dedos por el cabello del pequeño. De pronto un suspiro se escapa del niño.

—Mami...

Arya siente su corazón palpitar emocionado, él ha llamado a su mamá en sueños sin saber que la tiene a un lado.

Luego de un tiempo, ella se levanta, necesita agua y un baño.

Al salir al pasillo del lado opuesto de la puerta de su hijo, yace entreabierta una puerta. Dentro la lámpara de una mesita está abierta. Ayden yace leyendo una revista de negocios, sentado en la cama, con el torso desnudo y con gafas que solo hacen que luzca más sexi de lo normal.

—Hey —llama Arya abriendo la puerta.

—No te escuché al salir de la recámara de Aryehn —confiesa Ayden bajando su revista y mirándola fijamente—. ¿Te quedarás esta noche? —inquiere él de nuevo. Ella saca el celular de su bolsillo trasero y se da cuenta de que se ha quedado sin carga.

—No sé qué hora es... —Ayden levanta su reloj inteligente que aún lleva en su muñeca y observa la hora—. Es cuarto después de la doce, puedes quedarte en esta habitación, si gustas —sugiere el millonario poniéndose de pie.

Arya observa el lugar y es grande, con los mismos tonos de colores y estilo de cama.

—Wow, es incluso más grande que tu anterior habitación —comenta ella entrando—. ¿Por qué? —pregunta ella a Ayden y este no sabe a qué se refiere.

—No comprendo.

—¿Por qué quieres que me quede? —cuestiona ella mirándolo.

Nunca fue muy tímida para hablar, pero ahora, al verla más adulta, toda una profesional, se da cuenta de que es muy segura de sí misma.

«Por qué te extraño, te necesito» piensa él, pero no dice nada.

—Es noche, no es seguro para ti que andes a estas horas sola —comenta divagando.

Aunque sus intenciones no son cien por ciento puras, al menos lo que dice no es mentira. No quiere que se exponga al peligro.

—Vale... igual estoy muerta de sueño para irme ya ¿Tienes alguna habitación disponible? —pregunta ella con inocencia.

Es cierto que le dieron un tour por la mansión, pero él evitó decir cuantas habitaciones había y cuantas podían ser usadas.

—No... a menos que quieras dormir con Sebas —declara él sonriendo.

Arya lo ve incrédula, no sabiendo si miente.

—Necesito agua y un baño —pide recordando la sequedad en su garganta.

—Vale, ya vuelvo con el agua —dice y señala una puerta al costado de su recámara—. Ahí está el baño, el closet está ahí —señala una pared extraña con unas ligeras ranuras cobres—. Puedes tomar algunas de mis pijamas si quieres dormir cómoda. Ya vuelvo.

El enigma del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora