Inconcebible

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Arya sentía cómo todo su mundo se trastocaba por escuchar esa voz y el imaginarse de quién era

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Arya sentía cómo todo su mundo se trastocaba por escuchar esa voz y el imaginarse de quién era. El silencio se hizo presente en la línea telefónica.

—¿Arya? —pregunta de nuevo la voz.

—¿Qué desea? —responde con otra pregunta Arya de manera seca.

No hay emoción que exista que pueda describir la correcta. Se siente contrariada, emocionada, molesta, y nerviosa. Todo un combo emocional.

—No debería estarte llamando, mamá no quiere que te molestemos, pero... ella está muriendo...

—Lo sé, pero ella no significa nada para mí —responde Arya con desdén—. Sinceramente, no sé por qué me buscan.

—Nosotras no sabíamos de tu existencia —confiesa Destiny—. Fue hace apenas una semana que mi madre nos llamó para confesarnos la verdad. Tengo entendido que no te encontrabas en casa, que usabas otra identidad, ¿no es así?

Arya se queda en silencio un momento.

—Mira, no sé qué te dijo tu madre, pero ella me vendió a la esposa de su amante —explica sin tiento y crudamente—. Así qué, por lo que yo entiendo, no me quiso. Por lo tanto, me importa muy poco que esté muriendo, ahí tiene a sus tres hijas para que la cuiden. Las hijas que según me explicó hizo hasta lo imposible por sacarlas adelante.

—No seas egoísta, quieras o no, ella es tu mamá. Ten por lo menos la decencia de venir a despedirla. ¡Ella merece morir en paz!

Arya siente cómo el furor sube por su cuerpo. No puede creer lo que le está pidiendo, despedir a una mujer que realmente prefirió deshacerse del problema, antes que enfrentar al marido y ver por su hija.

—¡No sean hipócritas! Tu mamá me vendió, me mandó fuera y se olvidó de mí. Miente si te dijo que veía por mí. Mirella no supo nada de ella desde que yo tenía tres años. Así que por veinticuatro años Darinna nunca se preocupó por mí —reclama en el teléfono—. Ten claro esto. Ella no significa nada para mí, ni antes ni ahora. ¡No me molesten más!

Arya cuelga el teléfono, consumida en ira. No puede creer que la buscaran solo para eso. Sebas que sabía que algo así la alteraría llamó a Ayden nada más saber que la llamada era de Inglaterra.

—Sí, señor. Ella está en el despacho —explica brevemente—. No lo sé, señor. Solo sé que era una mujer.

Ayden toma su maletín y sale del edificio rápidamente. Cuando llega a casa encuentra Arya recostada en el único sofá de su estudio. Yace recostada echa un ovillo llorando.

Arya lo ve entrar, se levanta corriendo y se lanza a sus brazos. Ayden apenas alcanza a tirar el maletín cuando ella ya está con sus piernas alrededor de su cintura. El llanto de Arya es amargo, es duro saber que su madre nunca la amó y saber que mintió en cuanto a que estaba en contacto con Mirella para saber sobre ella es lo que más le molesta.

El enigma del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora