Arya estaba anonada con la confesión de Ayden. No podía creer que este creyera que Robín sería capaz de algo tan atroz. Pero ese no era tanto el problema, sino que no la había considerado.
Estaba cansada de eso, de la falta de comunicación, de la desconfianza, de que él la siguiera excluyendo de cosas importantes por temor.
—Llévame a casa —pide Arya subiéndose molesta al auto.
Ayden se sorprende de que ella actúe así, creyó que le reclamaría y que le diría de cosas, en cambio, solo pide que la lleve a casa.
Él se sube de inmediato y John inicia el recorrido.
—Arya, yo puedo explicarte...
—No quiero hablar ahora —interrumpe molesta y se gira a ver por la ventana.
El trayecto parece una eternidad para Ayden, pues no sabe qué esperar. Arya, sin embargo, va tomando resoluciones en su cabeza. Cuando llegan a la casa de Ayden, era la hora del almuerzo. Sin embargo, entraron directamente hasta la alcoba.
En cuanto entran, Ayden intenta abrazarla, pero ella se aleja.
—¿Sabías que mi padre está muerto? —suelta sin comentarios preliminares.
Ayden se siente acorralado. Sabía que tarde que temprano se enteraría, pero no de esa manera. Por eso no quería que fuera a la cárcel, en realidad nunca se imaginó que visitaría a su hermano.
—Sí... Hace unos años —aclara.
—Y que estuvo en la cárcel, ¿lo sabías?
Ayden asiente con la cabeza.
—¿Y cómo no saberlo, verdad? Si lo cazaste para que pagara por sus pecados. ¿Sabías que Eleanor está muerta? —pregunta ella reclamando.
—No... pero me imaginé.
—¿Qué pasó con Robín? Dime la verdad y no mientas —exige indignada porque él no le tuvo la confianza para hablar sobre su mejor amigo.
Ayden se debate en sí decir o no la verdad, no obstante al final su decencia gana y confiesa.
—El detective me habló, dijo que había colillas de una marca de cigarrillo en específico—. Luego, cuando dijiste que creíste ver a alguien en el hotel, Salí y fuera de la habitación había cigarrillo de esa marca. Al llegar conseguí los videos. Había una silueta y creí... pensé que podría ser Robín —informa sintiéndose apenado.
Arya se toca el puente de la nariz. Ya no puede más.
—Desde que te conocí me has dado órdenes. Toda mi vida empezó a girar en torno a ti y ¿sabes qué? No me gusta. Te amo, pero no estoy dispuesta a pasar por alto estas cosas. No soy una mujer a la que tengas que "proteger" porque desde que tengo uso de razón siempre pude cuidar de mí misma, y ver por mi mamá cuando nadie más pudo. Te aprovechaste de mí, en un momento vulnerable, me dejé llevar por la desesperación y sí, hicimos un trato, pero tuve el mejor regalo de mi miserable vida, que fue Aryehn.
» ¡No pienso seguir siendo tu sombra! —exclama Arya dolida—. No quiero ser la señora Emory, cuando solo soy un adorno. ¡Dios! ¡Ni siquiera podemos tener sexo como la gente normal! Tú no me dejas conocerte, y es claro que tampoco quieres que lo haga, por qué no me tienes la suficiente confianza ni siquiera para hablar de mi amigo, y mucho menos de tu trauma, ese maldito enigma que mantienes tan oculto que me vuela la cabeza. Me siento estúpida. Me has visto la cara...
—No es cierto, sabes que te amo, que te respeto...
—¡Dime de que sirve el respeto cuando no puedes siquiera decirme la verdad de las cosas! De nada, no sirve de nada, Ayden.
—Cariño, yo lo siento... —dice mortificado acercándose a tomarla de los brazos.
—¡Suéltame, no me toques! —Arya retira el anillo de compromiso de su dedo—. Yo no puedo hacer esto. No cuando me ocultas tantas cosas. No quiero tomar una decisión premeditada basándome solo en lo que siento y no en lo que veo.
Arya deja el anillo en la mesa junto a la cama de Ayden y sale de ahí. Al llegar abajo observa que su hijo juega con Olivia en el jardín, pero no los molesta.
—Sebas, tengo que irme —dice ahogada en llanto—. Discúlpame con Olivia, dile que le llamaré más tarde. Dale un beso a mi niño, por mí.
La joven no se espera a que este le conteste. Simplemente sale. Su chofer está estacionado fuera, pero lo ignora, cruza la calle y avanza hasta la esquina. En cuanto pasa un taxi se sube y la lleva a su departamento.
Robín no ha llegado así que pone todo con seguro, no quiere que ningún intruso la moleste. Mientras tanto, Ayden permanece sentado en la orilla de su cama, se siente destrozado, pero sabe que Arya siempre ha sido una mujer de armas tomar.
Saca su teléfono y llama.
—Con el doctor Steven —menciona y se lo pasan—. Hola Doc., sí... creo que es tiempo.
—¿Puedes mañana a las seis? —inquiere el hombre corpulento del otro lado de la línea.
—Sí. Gracias. Hasta mañana —se despide y solo hasta que escucha que le responde cuelga.
Guarda el anillo en su cartera.
Fue en el momento en que le hablaron de la cárcel para informar que Arya Harley, la hermana del recluso, había llegado para una visita, es que sintió temor.
Agradece que el llorón de su hermano no le contara cómo es que le había sacado la información a golpes.
Después de eso baja para el almuerzo con su hijo y cuando este le pregunta por su madre, le dice que se sentía un poco enferma. Mientras tanto, Arya llora. No es que no quiera a ese hombre, pero sabe que si sigue por ese camino se va a arrepentir.
Nadie debe estar con alguien que le oculta cosas solo porque sí. Ella siempre ha sido capaz de procesar los momentos difíciles. Eso es su vida como doctora, se adapta. Pero Ayden, él simplemente no se abre a compartir nada más sobre su vida.
Al llegar la noche, su amigo llegó. Arya le cuenta todo mientras sigue llorando a su lado. Después comienza a sacar conclusiones y argumentos, muy enojada. Un bote de helado se vuelve su compañero. Ella está agradecida con que Robín esté ahí, porque de lo contrario se sentiría mil veces peor sola que estando acompañada.
A altas horas de la noche logra escuchar un golpe seco en la puerta. Robín y ella salen a ver y al abrir se encuentran con una caja de regalo y un sobre.
Ella toma el sobre y lo abre, cuando lo lee siente que se le va el alma a los pies.
—Ustedes son los siguientes... —lee Robín en voz alta cuando Arya le pasa la tarjeta.
Cuando miran lo que hay detrás de esta encuentran una fotografía del niño de Arya, jugando en el jardín con la niñera.
—Esto es de hoy... hoy estaba vestido así —revela ella sintiendo que su mundo se vuelve a derrumbar.
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El enigma del millonario
RomanceArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?