Lo dicho, dicho está

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Arya se queda dormida finalmente, Ayden decide no irse de su lado, pues está preocupado por ella. En cambio, se recuesta en el sofá que yace junto a la ventana.

Al despertar ella yace observándolo con los ojos hinchados del llanto.

—¿Has podido descansar algo? —pregunta ella.

Ayden se sienta intentando despabilarse un poco.

—No más que tú, creo. Me quedé preocupado por ti —aclara él poniéndose de pie para estirarse—. Me gustaría que me contases que es lo que ha sucedido, tienes un par de días ausente. Sé que algo pasa, pero como te dije...

—No soy adivino —a completa la frase de él haciendo que sonría—. Te diré, pero promete que no te enfadarás.

Ayden ya frunce el ceño y Arya sabe que esa no es buena señal.

—Aún no te digo, y ya te estás enojado —advierte ella señalando las líneas entre sus cejas.

—Perdón, es costumbre mía —Ayden arrastra la silla del tocador y se sienta frente a ella que yace sentada en la cama—. Ahora sí, soy todo oídos.

Arya toma un profundo respiro antes de hablar.

—Mi hermano me ha llamado de nuevo, me volvió a amenazar —suelta ella y Ayden le detiene.

—¿Le diste tu nuevo número?

—No, y no entiendo quién se lo dio, creo que fue Eleanor, más no estoy segura.

—Ah... ya veo —murmura Ayden comprendiendo la situación.

—Yo intenté ignorarlo, quise creer que sus amenazas no son nada, que están vacías —explica Arya con la esperanza de que él crea en ella—. Sin embargo, ¿cómo lo supo? Es extraño que consiguiera mi número de buenas a primeras. Yo solo he hablado con mi madre y Eleanor.

El guapo millonario frente a ella sopesa la posibilidad de que alguien en el despacho de Daniel sea un soplón, pero él pidió que todo fuera estrictamente confidencial, así que eso no era opción.

—¿Y por qué sospechaste de tu amiga?

—Por qué fue ella quien me dijo de esto, ella fue quien me presentó esta... opción —dice llevándose la cabeza entre sus manos—. Lo peor de todo fue que anoche me marcó mi mamá, dice que necesitan hacerle una intervención menor y quería que le mandara el efectivo de inmediato —dice ella mintiendo con la esperanza de que él le crea—, y en verdad... si yo tuviera tan solo otra opción. Incluso pensé en pedirle prestado a Eleanor.

—¿Cuánto le pediste? —pregunta inocentemente el hombre.

—¡Nada, te digo que solo pensé en hacerlo! Y mi madre me dijo que yo era persona mala por no darle el dinero cuando me lo pidió. Ella también me estuvo marcado por la tarde, pero me di cuenta hasta la noche.

Arya comienza a sollozar de nuevo, Ayden se detiene antes de siquiera levantarse.

—No importa cuánto me esfuerce, cuanto haga por ella o por mi familia, nunca es suficiente, nunca me cree —llora de nuevo—. Ella me tiene entre sus manos, es como si yo no fuera parte de ellos, de hecho, Jeff dijo que yo los he arruinado. No sé qué haré, no sé de dónde más...

—¿De dónde más qué? —pregunta Ayden.

—Qué más hacer para ganar dinero —confiesa ella avergonzada. Pero era la verdad, él era su "jefe" si se puede decir así y cubría sus necesidades y gastos del embarazo, pero más allá de eso solo lo justo y necesario de su madre.

—¿Por qué tu hermano dice que los arruinaste? —pregunta con curiosidad sacando de su zozobra a la joven.

—No sé, no tengo ni idea, recuerdo que cuando vivíamos en Cary, en Carolina del Norte, todo era distinto. Al mudarnos algo cambio, pero yo era muy pequeña para recordarlo —rememora ella intentando calmar las lágrimas.

El enigma del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora