Arya había llorado largo tiempo, los chicos tuvieron que llamar a la enfermera para que la sedara y pudiera descansar. Al final Ayden mandó a un médico para que la estuviera revisando y contrató una enfermera que le ayudase con la extracción de la leche.
La joven había estado teniendo fiebres por no extraerla y sus pechos dolían, así como la cirugía. El millonario, a pesar de sentirse traicionado, siguió pagando a los chicos, por los cuarenta días que ella estuviera en reposo.
El funeral sería en quince días, según lo previsto, esto para que Arya pudiera levantarse. Según el médico, la habían dejado muy magullada, seguramente por la urgencia de la cirugía. Por eso había tardado en ponerse de pie. También, Bea había estado mandando de ella a su casa, pero no todo.
De pronto, un día de esos, Bea y Sebas llegaron por ella. Debía ser trasladada a la casa de Ayden.
—Él prometió que no me vería más —dice ella.
—Él ya no está en esa casa, te la ha dejado para que te recuperes —avisa ella y ve a los chicos—. Así ustedes podrán descansar más que en mi sofá. Además, él no te verá, pero Gerard quiere verte.
—No quiero... por favor, no —pide ella en relación a Gerard.
—No va solo, estarán Mark y él —avisa Sebas—. No lo hagas por ti, hazlo como un último favor a Ayden. Él ya les dijo que se van a separar.
Arya lo piensa un poco y aunque no quiera, en casa de Ayden estarán mejor instalados. Quiere preguntar por él, por el niño, pero se detiene.
—Vale, llévenme.
Sebas y Sam la ayudan a ponerse en pie, luego se sienta en la silla de ruedas mientras Bea toma sus pocas pertenencias y las devuelve a la maleta.
Bruno toma la maleta de él y Sam, para luego salir todos juntos.
—Mejor así, no comerás comida de micro. Te haré la comida del sartén a la mesa —dice Bea más animada—. Será como antes, mi niña. Te vamos a consentir.
Bea era una mujer cariñosa, nunca se había casado, pero tenía especial cariño por Arya.
—Además de que tenemos la casa para nosotros solos —añade Sebas. La joven lo ve preguntándose el porqué pro no lo hace—. Ya se mudó, pero quiere que estemos contigo hasta que decidas quehacer.
—Ah... —dice solamente.
El auto, que una vez fue puesto a su disposición, estaba siendo usado de nuevo.
Sebas condujo hasta el edificio y luego de ayudarle a bajar, subieron todos al último piso. Arya suspira al llegar, siente cómo los recuerdos llegan en oleadas a su memoria.
—Ya sé lo que haré, pueden pedirle al abogado que venga hoy, por favor —anuncia ella, con lágrimas en los ojos.
—Claro que sí —dice Sebas.
—Llévenme a la habitación dónde estaba mi madre, necesito estar a solas un momento —pide ella y Sam obedece.
—sus cosas siguen ahí, Arya —advierte Bea.
—Gracias...
Sam la deja en la habitación. Arya pide que la deje a solas y este lo hace. Ella se levanta de la silla con calma, camina a la cama que una vez usó su madre y abrazó su almohada. Aún olía a ella. Abrazándola, se hizo un ovillo y la lloró.
Por la noche Gerard y Mark fueron a darle sus condolencias. Ella les recibió en la sala, pero al notar que estaba incómoda y sufría dolor se fueron sin decir más.
ESTÁS LEYENDO
El enigma del millonario
RomanceArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?