Ambos están desnudos uno junto al otro. Arya se siente la mujer más afortunada del mundo. Ayden despierta enredado de las piernas junto a su bella amante. La sensación de plenitud es inmensa, se siente completo y extasiado.
Abraza a Arya a su cuerpo, ella duerme plácidamente entre sus brazos. No había pensado en lo que sería realmente estar en la intimidad junto a la mujer que ama. Eso lo excede todo. Para él fue la mejor de las experiencias jamás tenidas.
Por mucho eclipsa lo que sucedió en su pasado. Si bien sintió por un momento que colapsaría en sus recuerdos, las palabras de Arya lo trajeron a la realidad y eso le ayudó bastante.
Él huele su perfume, en el hueco detrás de su oreja. Fragancia, mezclada con sudor, con sexo. Ayden suspira al sentirla tan cerca de él.
La sensación de paz, de calma dura poco, recuerda el plan que tiene en mente. Debe irse. Observa el reloj sobre la mesita junto a la cama y ve que son pasadas las cuatro de la mañana. Poco a poco se va separando de ella, hasta salir de la cama completamente. Toma su ropa con cuidado y sale de la habitación sin hacer ningún ruido. Se viste en el pasillo y va a su despacho. Ahí escribe una nota para Arya y está por abandonar su casa cuando piensa en algo que resuena en su cabeza.
Algo que puede impedir todo.
Se sienta en la silla de su estudio y llama a su abogado, seguramente duerme en ese momento, pero es lo que quiere.
Gabriel responde de mala gana, apenas había podido conciliar el sueño.
—Gabriel —responde—. ¿Quién habla? —inquiere sin ver el identificador de llamadas.
—Soy Ayden Emory —se identifica con voz baja—. Tengo una pregunta que hacerte.
—¿A las cuatro de la mañana?
—Sí.
—Dime entonces para volver a dormir —pide Gabriel a su cliente.
Ayden no sabe qué dirá al respecto, pero no le importa. Él busca una forma de irse y dejar todo de la mejor manera posible para que Arya y su hijo no tengan problema alguno.
El abogado escucha atentamente la solicitud de Ayden, no puede creer lo que le está solicitando, pero comprende de forma inmediata y clara el por qué lo pide.
—No considero prudente hacer ese tipo de cosas ahora que estás tan vulnerable —refiere Gabriel pensando con prudencia—. No obstante, si insistes, de acuerdo.
Ayden insiste en ello y luego de ponerse de acuerdo con él cuelga. Los nervios se instalan en todo su cuerpo. La sensación no deja su estómago y pronto va a hacerse un te para calmarse.
Regresa a la habitación con Arya y se sienta en el sofá de la esquina a esperar que sean las siete de la mañana. Mentalmente, repasa todo lo que hará, envía mensaje con instrucciones claras a John, va por lo que necesita aún cajón oculto en su closet y luego despierta a la mujer que ama.
—Cariño, despierta —dice moviéndola y esta se remueve entre las sábanas—. Amor, anda... te tengo una sorpresa.
—Tengo sueño... —responde ella.
—Ponte esto, te espero en mi despacho lo más rápido que puedas.
—¿Qué? —pregunta ella no entendiendo.
Se sienta en la cama cubriendo su desnudez. Ayden le da un beso en la frente.
—Anda, te veo en un momento —expresa saliendo de su habitación.
Ayden se dirige a su despacho y ya está ahí John con Gabriel.
—¿Y Arya? —pregunta su abogado.
—Ya viene, esperemos solo un poco —pide sintiendo ansiedad en cada parte de su cuerpo.
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El enigma del millonario
RomanceArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?