Ayden había decidido ignorar completamente a su hermano. No quería gastar sus energías en andar rogándole para que se uniera a su cruzada de mantenerlos a todos a salvo. Mark siempre fue un maldito con él.
No había querido contarle nada a Arya sobre lo que pasó entre ambos cuando eran niños. Ya suficientes traumas tenía con lo que había pasado con su madrastra y le pesaba que Arya se hiciera un pésimo concepto de Mark por ello.
En muchas ocasiones él le había pedido que se mantuviera alejada de Mark, pero era casi imposible. Ella le había tomado una especie de cariño que él no lograba comprender, respetaba eso hasta cierto punto, porque sabía que su medio hermano había sido mal influenciado por su difunta madre. Se sentía con paz mientras no intimaran demasiado, o mejor dicho, más de lo normal.
Arya y Robín se habían presentado a su primer día de trabajo en hospital. Ambos estaban emocionados y contentos por comenzar esta nueva etapa.
—Bienvenidos —dice la doctora Swan, jefa del hospital.
—Muchas gracias, es un gusto poder incorporarnos de lleno después de todos los eventos anteriores —expresa Arya agradecida por la espera que tuvieron con ellos.
—Me imagino que han sido días difíciles. No hay de qué preocuparse, esperamos que pronto puedan encontrar al culpable —comenta Swan sinceramente—. Por ahora, me gustaría llevarlos a conocer al personal. Les advierto que algunos no están muy contentos por la elección. Pero estamos seguros, que es lo que el hospital necesita.
—Gracias, esperamos hacer todo lo posible para ser aceptados, pero también para aumentar la reputación del hospital —asegura Robín con su característico carisma.
Las personas nunca se dan por enteradas que es bisexual. A lo mucho se dan cuenta cuando después de coquetearle por un buen de tiempo, este las ignora, ya que es de difíciles gustos. Es entonces que todos comienzan a murmurar su tipo de preferencia sexual. A muchos los deja con duda, en sí le gustan las mujeres o los hombres.
Swan les da el recorrido de rigor en el hospital y les muestra las principales áreas de trabajo, descansos, cafeterías y zonas comunes.
Después los lleva con el personal con el que estarían trabajando hombro a hombro y al cual tendrían que convencer para ganar su lugar.
Al ser jefes de áreas comunes, jefe de cirugía pediátrica y de pediatría. Mucho del personal ya se conoce, por lo tanto, lo más lógico es que estos estuvieran reunidos juntos para la presentación.
—Les presento a Robín Evans, experto pediatra con una especialidad en cirugía pediátrica, con varios años de experiencia y distintas menciones honoríficas. Ha trabajado en Los Ángeles, Chicago, Miami, Alemania, Inglaterra y ahora estará con nosotros. Recibámoslo con un aplauso —expresa emocionada y con mucha efusividad la doctora Swan.
En el pequeño auditorio el personal médico aplaude. Unos conformes, otros no tanto. Desde su sitio, Robín levanta la mano para saludarlos, pero no le ceden el micrófono, así que permanece en su sitio.
—También, tenemos a la doctora Arya Harley —declara Swan—. Muchos de ustedes le han oído mencionar con su nombre de Annie Edwards, ya que ha sido creadora de un gran trabajo en el ramo. Igual que el doctor Evans, ella ha trabajado en los mismos hospitales y es reconocida en el país, así como en el extranjero. Demos un fuerte aplauso a la nueva jefa de pediatría, Arya Harley.
Los presentes aplauden y algunos hasta vitorean.
En esta ocasión la doctora si le cede el micrófono, pero Arya que es más de las que no les gusta hablar en público lo duda. Sin dudarlo, toma a Robín del brazo y camina con él al pedestal.
—Gracias a todos por su caluroso recibimiento, estén seguros de que haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudarles en lo que se necesite. Quedo a su disposición —expresa Arya cediéndole la voz a su amigo.
—Como dijo mi colega y amiga, estamos a sus órdenes, pueden buscarnos si necesitan algo. Gracias por este recibimiento, espero que no sean tímidos y se acerquen para conocernos antes de emitir juicios, estamos en la mejor disposición de mejorar el ambiente laboral —dice con mucha seguridad y un tono animoso que contagia a cualquiera.
En esta ocasión todos aplauden con más ánimo. Les ha gustado eso de mejorar el ambiente laboral. Luego de que Arya termina de dar esas cortas palabras, pero precisas, se une a su amigo y espera a que la doctora Swan termine de dar el resto de indicaciones.
La doctora Swan da otras noticias al respecto sobre la remodelación de la sala de urgencias. Justo cuando termina y despide al personal, Arya y Robín avanzan por el pasillo lateral y entonces el pediatra se acerca.
Dentro del público hay una doctora de la edad de Robín que lo observa con otros ojos. Al bajar del podio, esta se acerca al pasillo para interceptarlo.
—Doctor Evans, mucho gusto, soy la doctora Taylor —este estrecha su mano.
Robín la ve y se ruboriza. La mujer es de aspecto menudo pero mirada intensa. Sus ojos son negros y sus largas pestañas cautivaban a quien la vea, más a Robín que parece hipnotizado.
—Mucho gusto en conocerle, Doctora Taylor —saluda Robín, totalmente cautivado por la mujer—. Ella es Arya Harley, mi colega y amiga —presenta orgulloso.
Arya había permanecido sin interferir. Se dio cuenta de inmediato que la doctora esa tenía algo con Robín. Casi que volaban corazones en el aire.
—Mucho gusto —dice Arya con una sonrisa cómplice—. Tengo que dejarlos, la doctora Swan me solicita. Permiso.
Arya se aleja en busca de Swan. No es cierto que esta la busca. Ni siquiera la encuentra, pero eso le da un margen para indagar por ahí sola y llamar a Mark.
Abandona el recinto y sale al pasillo para tener un poco más de privacidad. Cuando está sola, le marca.
—Hey, soy yo —dice anunciándose como si Mark no la tuviera registrada.
—Hola, me da gusto escucharte —dice Mark sorprendido porque no creía que le fueran a llamar—. ¿Cómo estás?
—Bien, aquí comenzando en la jefatura de cirugía —expresa sin querer hablar del tema porque le parecía incómodo—. ¿Quería saber cuándo podemos ir a almorzar?
—Cuando gustes, en realidad eres tú quien tiene problemas para salir... más con el compromiso con mi hermano —echa en cara.
Arya se molesta por eso, pero a la vez entiende que es porque eran amigos y se alejó por el bien de su relación.
—No te diré que es cierto, pero debes comprender que ahora tengo un hijo. Que por cierto es maravilloso —explica Arya—. De todas formas, ¿te parece que vayamos a almorzar mañana?
—Claro, por mi encantado —responde Mark, de mejor ánimo—. ¿Te parece si me mandas el lugar donde nos veremos?
—De acuerdo, hasta mañana entonces... adiós.
—Adiós.
Robín estaba detrás de Arya escuchando sin que ella se dé cuenta.
—Te vas a meter en problemas con Ayden —dice Robín haciendo que Arya pegue un brinco del susto.
—Le diré antes... ya sé lo que es ocultarle las cosas —responde la doctora—. Lo único que busco es una conciliación entre ellos...
—Como digas... pero recuerda esto, te van a regañar.
—No quiero que te preocupes, si le diré.
—Ajá...
Robín en esta ocasión encamina a su amiga al ala pediátrica y le cuenta lo encantado que quedó con la doctora Taylor.
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El enigma del millonario
RomanceArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?