Visita no deseada

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Era media tarde cuando Arya recibió la llamada de Mark, aprovechando que Ayden estaba en una reunión virtual con Daniel en su despacho. Decidió tomarla en su cuarto de relajación.

—Sí, Mark, ¿Qué piensas de lo que te mandé? —inquiere ella con gran preocupación.

—Hola, lo hablé tanto con el jefe de cardiocirugía como con el oncólogo especialista, ambos concuerdan que una quimioterapia o radioterapia en el estado de tu madre puede ser muy agresivo —comenta con su tono profesional que le caracteriza. Arya al oírlo deja caer los hombros—. Sin embargo, nada está perdido. Los españoles están realizando un tratamiento experimental que básicamente se trata de combinar varios fármacos de inmunoterapia.

—¿Estás proponiendo que llevemos a mi madre a España? —pregunta ella confundida y esperanzada—. No creo que pueda soportar tantas horas de vuelo.

—No, Arya. Lo que propongo y el doctor Jones propone es que realicemos el tratamiento acá. Una de sus colegas estuvo en las primeras pruebas y cree que puede obtener los permisos para mañana mismo. El asunto es saber si tu mamá y tú están dispuestas —propone con más entusiasmo que el de antes.

La joven doctora se llena de una nueva ilusión con respecto a la salud de su madre.

—¡Eso sería genial, Mark! Estoy segura de que mi mamá quiere, si estaba dispuesta a las quimios, creo que estará dispuesta a las pruebas —dice con mejor ánimo—. Solo que hay un asunto, ¿cuánto saldrá esto?

—Al ser experimental, no tendrá costo. Lo que genera el costo en sí son los traslados, el uso de instalaciones y equipo médico...

—¿Cuánto? —pregunta ella interrumpiéndolo.

—Aún no tengo una cifra exacta, pero al menos unos veinte mil dólares.

—Wow... —murmura ella—. Entonces, ¿cuándo quieres que te confirme?

—Lo más pronto posible —señala Mark—. Tengo que mandar el perfil de tu madre al consejo para su aprobación, también.

—De acuerdo, entonces te marco en un momento, hasta pronto.

—Hasta entonces.

Arya cuelga y camina decidida a su recámara. Su madre yace dormida, Sam y Bruno se han retirado a su recámara, así que aprovecha para ver cuánto ha ahorrado.

—Solo cinco mil dólares... —murmura, guardándolos dentro de su calceta en el closet.

Se levanta decidida a pedirle a Ayden, se dirige a su oficina y toca la puerta. Ayden no responde así que pasa. Él yace con audífonos puestos y por eso la ha escuchado, cuando se da cuenta de su presencia se asombra y se quita los audífonos de inmediato.

—¿Estás bien?, ¿te pasa algo? —pregunta asustado al ver el rostro pálido de ella.

—Tengo que hablarte de algo... no quisiera, pero tengo que —advierte sentándose frente a él—. No te vayas a enojar, pero hablé con Mark —dice precavidamente notando como Ayden frunce el ceño al mencionar a su hermano—, le envié el archivo clínico de mi mamá. Le pedí que lo revisara y consultara con el cardiólogo y oncólogo sobre el tratamiento más conveniente para ella.

—¿Y qué te ha dicho? —inquiere preocupado. Él no guarda esperanzas con respecto a Mirella, la ve muy decaída.

—Dicen que no la sometamos a radioterapia y que hay un tratamiento experimental... el asunto que me cuesta veinte mil dólares. Tengo cinco ahorrados, de mi sueldo y eso... —explica con vergüenza—. Quería saber si me puedes adelantar algo del mes, y haré un arreglo con Mark para que lo tomen de mi sueldo y ver facilidades de pago.

El enigma del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora