El restaurante tiene una hermosa terraza hacia el mar.
—Sé que ya te lo había dicho, pero te ves preciosa —alaga Ayden de nuevo.
—Gracias, no tienes que estarlo diciendo —comenta ella—. No estás obligado a nada. Lo sabes.
—No es por obligación, realmente siempre he creído que eres hermosa —confiesa él haciendo una pausa para beber de su copa de vino—. Desde la primera vez que te vi en el restaurante para la entrevista. Un poco irreverente, pero hermosa —ríe con un poco de pena.
Arya lo mira cómo no creyendo eso.
—No te creo, apenas si me viste —recuerda.
—Cierto, quizás no mantuve mi vista fija, pero si te vi, más cuando te marchaste —confiesa y ella lo ve escandalizada haciendo que él ría—. Por eso te invité a ir a mi departamento, a hablar.
—Oh... me parece difícil de creer, por ese entonces yo era un manojo de nervios y huesos —rememora con tristeza—. No había mucho que ver en mi retaguardia.
Ayden se ríe. Era cierto que ella estaba muy delgada, casi en los huesos, pero su figura era bien contorneada.
—Yo que pensé que me habías elegido por mi inteligencia y astucia —declara ella cambiando un poco el tema.
—Eso fue un plus —aclara él—. Nuestro hijo es muy inteligente. En el Kínder Garden los maestros lo dicen todo el tiempo y además es un buen chico, amable, cariñoso... si no fuera por la enfermedad él estaría feliz todo el tiempo.
Arya siente un nudo en la garganta.
—¿Tienes fotos? Me gustaría poder ver algo de él mientras crecía —confiesa ella.
—Por supuesto, dime loco, pero esperaba que un día quisieras hacerlo —Ayden saca una Tablet de su saco y se la entrega—. Ahí hay una cuenta en dónde verás todas las fotos y videos que le hemos tomado a lo largo de los años. Son miles, ya. Pero lo he hecho para ti.
Arya siente un martilleo en su corazón, sus emociones crecen cuando él hace ese tipo de gestos que sobrepasan lo normal.
—Wow... yo, no sé qué decir —anuncia y enciende la pantalla. En ella puede ver algunas aplicaciones y una carpeta con el nombre de Aryehn—. ¿Por qué no le pusiste otro nombre?
—Te dije, quería algo que te recordara —confiesa él.
—Gracias... independientemente de si está ligado a nosotros o no, es un nombre muy lindo. Con presencia y a la vez dulce —divaga ella—. ¿Batallaron para que aprendiera a hablar?
—No, creo que eso lo ha sacado a ti —se ríe un poco—. No se calla jamás.
Arya intenta mostrarse enojada, pero no puede, solo niega con la cabeza.
—¡Eso, eso mismo hace! —señala Ayden el movimiento de cabeza—. Cuando algo no le gusta, o nos regaña, mueve la cabeza tal como tú lo has hecho. Hoy lo hizo cuando dije una palabrota y Sebas y Bea estaban de testigos.
—¿Dices palabrotas continuamente frente a él? —inquiere ella preocupada.
—Por supuesto que no, jamás —aclara él riéndose—. Fue un desliz en el calor del momento.
Arya lo reprueba con la mirada y bebe de su vino. En ese momento llega el mesero y sirve sus platillos. Arya es amante de los mariscos calientes y le sirven camarones al ají. Ayden prueba un solomillo.
El vestido tinto pegado a sus curvas, resaltan su figura.
—¿Qué has hecho estos años? —inquiere Ayden.
ESTÁS LEYENDO
El enigma del millonario
RomanceArya Harley accede a un acuerdo millonario con Ayden Emory, un magnate de Nueva York, a cambio tendrán un hijo y una relación ficticia, pero con la regla inquebrantable de no tocarlo ni enamorarse. ¿Descubrirá este enigma que rodea al millonario?