Él no te va

4.9K 246 8
                                    

Arya había resistido el impulso de confesar al pequeño que era su madre. Una vez que se apartó de él salió de prisa de la habitación. El doctor Evans se disculpó por ambos y salió detrás de ella. En cuanto encontraron una habitación vacía se encerraron.

—¡Perdón, Robín! —dice ella rompiendo en llanto.

Lleva ambas manos al rostro para cubrírselo mientras llora.

Robín Evans la abraza y este lo rodea con sus brazos, es algo que ya habían hecho antes y ninguno se siente incómodo. Él, aunque apuesto y caballeroso, siempre ha mantenido su distancia.

—No te disculpes, ahora entiendo por qué es tan difícil alejar de tu mente a ese hombre —murmura sosteniéndola, ella ríe un poco y sorba por la nariz—. Dejaré que fantasees con él, solo si prometes no divorciarte de mí.

Arya ríe ante la bobada de su amigo y se aparta.

—Gracias, Robín —dice tocando sus brazos—. Siempre me haces reír cuando lo necesito.

Este sonríe en complicidad, pero entonces la puerta se abre y el ímpetu con lo que lo hace los toma por sorpresa.

Ayden Emory yace parado en el umbral de la entrada con la mirada endurecida y la quijada apretada, los labios en una línea.

Arya y Robín se separan por mero instinto.

—¿Podemos hablar? —pregunta Ayden a la doctora ignorando plenamente al médico.

Robín murmura algo en la oreja de esta y ella lo mira de mala gana, pero luego se recompone.

—En mi consultorio —señala con tono serio y mirada llorosa.

El doctor Evans intenta mirar a todos lados menos a ellos.

Ayden le cede el paso y cuando pasa frente a él puede oler su perfume. Por un momento rememora el tiempo que estuvo con ella y no lo valoró. Antes de seguirla mira al doctor Evans y este solo le sonríe tímidamente.

Nada más empieza a caminar detrás de Arya, bufa.

—¿Qué te da risa? —pregunta ella.

—Es un idiota, Arya —confiesa y ella pone los ojos en blanco.

—Suerte para ti que eso no te importa —declara y acelera el paso, Ayden decide no decir nada hasta tenerla en su consultorio para él solo.

De esa manera no escapará y podrá decirle lo que siente.

Lo tenía decidido.

Arya entra a su consultorio, su asistente ya no está, puesto que se supone ya salieron. Invita a pasar a Ayden y este entra. Ella camina intentando alejarse de él, pero Ayden es más rápido y cierra la puerta poniendo pestillo haciendo que esta se gire para ver lo que hace.

—¿Qué crees que haces? —inquiere ella viendo lo que acaba de hacer.

—Necesitamos hablar, te lo he dicho varias veces —repite él de nuevo

Arya lo mira con cansancio.

—Vale, dime, te escucho —Arya pone los brazos cruzados sobre su pecho y suelta el aire.

—No seas condescendiente conmigo, Arya —pide él con molestia—. No tienes que actuar conmigo como si no te importara Aryehn.

—¡Exacto! Has captado la idea —responde ella con ironía—. Pero te equivocas, actúo así contigo, no con él. Mi hijo siempre me importó y lo sigue haciendo. Tú, en cambio, me importas en lo más mínimo.

—¡Mientes, Arya! —exclama él y camina hacia ella—. Si no te importara, no te afectaría nada de lo que yo dijera —Arya da un paso atrás, pero él no detiene su avance—. Sé que te afecto, tanto como tú a mí.

El enigma del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora