Salomé quería resistirse a la tentación de esos labios que tantas veces había querido saborear, porque tenía miedo de hacerlo y ya no querer soltarlos...
Él tenía una boca irresistible que desde el primer momento que se topó con ella, la incitó a querer probarla para averiguar su sabor.
Su cuerpo se paralizó y los movimientos que estaba llevando a un ritmo perfecto con sus caderas, simplemente se detuvieron cuando esos labios empezaron a acercarse cada vez más y se frenaron a un centímetro de su boca.
El mundo parecía haberse paralizado junto con ella, y el hombre que llevaba el apodo de pimpollo, y muñeco de porcelana, era el único responsable de semejante suceso tan inexplicable.
Mientras todo alrededor de ambos se detenía, había dos órganos que eran imparables: el par de corazones latían al mismo ritmo y rompían el silencio, enseñándoles que no era un sueño; todo lo que estaban experimentando era completamente real y estaban a punto de dar el segundo paso para enamorarse...
El primero fue la mirada, esa que ambos se dieron cuando se encontraron en ese club, obligados a estar en la misma posición que ahora; sin embargo, en aquella ocasión, Salomé se había sentado a horcajadas sobre él, con un fin muy diferente al actual; esa vez, su reacción había sido provocada por la rabia que sentía hacia él, pero ahora era diferente...
Su intimidad estaba apretando la de él como esa vez, solo que esta vez se trataba de un impulso deseo, de una pasión insaciable que no pretendía dañarlo, sino llenarlo de sensaciones placenteras; las mismas que ella estaba experimentando.
El segundo paso, era ese beso que estaban a punto de llevar a cabo y que seguramente no aportaría una, sino millones de sensaciones y sentimientos en ellos que los llevarían a estar cada vez más cerca de eso que tanto temían ambos: enamorarse...
Salomé no quería pensarlo siquiera. Hace mucho tiempo que había sellado su corazón con cadenas de hierro y un montón de candados, olvidando donde había dejado las llaves de todos ellos; pero llegó él...
Llegó con su mirada clara, como la miel y seductora, como el fuego ardiente que veía en ese par de ojos, los cuales la recorrían entera cuando se posaban sobre ella... Vino con esos labios que tenían la forma perfecta para encajar en los suyos, y se veían tan suaves que quería hundirse en ellos una y mil veces, permitiendo también que recorrieran su piel por cada rincón... Apareció con esa sonrisa pícara y perversa que tantas veces la había mirado, para provocar que su piel se erizara y ardiera entera sin tener la posibilidad de escapar de ella...
¿Cuál era el siguiente paso?, ¿qué seguía después de ese beso?, ¿qué tan cerca se encontraba del último nivel, en el que no habría vuelta atrás?
No lo sabía, pero estaba dispuesta a arriesgarse e ir escalando esa cima, porque esos labios la tentaban como la más peligrosa de las drogas, y tenían tanto poder en ella, que a pesar de no haberlos probado nunca, la llamaban y la atraían como si ya se hubiera vuelto adicta a ellos...
Esperó... Le cedió el poder de actuar primero y hacer lo que quería, porque se moría de ganas por ver qué tan valiente era ese hombre que tenía como esposo. No lo estaba rechazando, pero tampoco accediendo y sabía que él podía tener miedo a su rechazo y retroceder; sin embargo, no lo hizo...
Como un guerrero valiente dispuesto a morir en la batalla arriesgando su vida, se lanzó al fuego y sus labios rozaron los suyos... Se vio obligada a cerrar los ojos al sentir ese toque caliente y suave que tanto había deseado.
Ella no se lo pidió, pero él pareció leerle la mente porque la besó tan sutil..., tan delicado... justo como ella lo había ansiado..., pero no fue capaz de resistirlo por mucho tiempo y cuando sintió que los labios de él se apretaban a los suyos en ese beso que parecía el primero, su boca borracha de deseo se abrió para él... Su lengua ansiosa por probarlo, recorrió ese labio inferior carnoso y suave, para después engullirlo fervientemente, absorbiéndolo..., chupándolo..., degustándolo como quería...
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Selenelion (Sol y Luna)
RomanceJimmy es un hombre capaz de domar a cualquier mujer, excepto una... Una que por circunstancias de la vida termina siendo su esposa doce horas después de haberla conocido. Esa misma noche se dio cuenta de que, en lugar de mujer, parece un gorila salv...