CAPÍTULO 10: Tentación demoniaca

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Cuando el efecto hipnótico que los consumía a ambos pasó, siguieron su camino por separado sin decirse una sola palabra, y las miradas de odio y resentimiento volvieron.

Jimmy se fue a su cuarto para cambiarse de ropa a una deportiva, porque iría al gimnasio de su propia casa para ejercitarse como solía hacerlo cuatro veces por semana.

Su amigo Paul llegó a la casa, y ambos se encerraron en el gimnasio para adelantar los últimos acontecimientos como un par de vecinas chismosas, pero así eran ellos; desde pequeños siempre se contaban todo y ambos conocían cada uno de los secretos más oscuros e inocentes del otro.

Jimmy tenía pensado hablar con su mejor amigo de temas como el futbol o los autos, pero algo en su interior lo impulsaba a hablar de ella; quería contarle todo lo que le había sucedido referente a esa mujercita brava que lo tenía al borde del colapso.

Aunque ella últimamente no le había hecho maldades como él a ella, su sola presencia lo hacía estremecer y entrar en pánico cuando lo fulminaba con la mirada; con esas frases amenazantes que le escupía, lo hacía querer irse a un retiro espiritual, para ver si Dios le perdonaba los pecados y le enviaba a su ángel de la guarda para que lo protegiera de ella.

Paul solamente se reía al escucharlo hablar de Salomé, como si de un asesino y torturador serial se tratara. Los ojos de Jimmy se abrían mucho al mencionarla y parecían adquirir un brillo que el rubio jamás había visto en él, pero no sabía si esa luminosidad era por miedo, o por otra cosa...; sin embargo, lo conocía tan bien, que hasta podía jurar que Jimmy sentía algo más que temor y enojo por ella.

—¿Te gusta? —le preguntó, cuando él acababa de relatarle cómo ella lo había encerrado en el cuarto de juegos abandonado, y lo había acorralado contra la mesa de Ping-Pong, oteándolo con esa mirada asesina que le hacía temblar las rodillas.

—¡NOOO! ¿Estás loco? —respondió arrugando el entrecejo ante la pregunta descabellada de su mejor amigo.

¿Cómo se atrevía a preguntar algo así? Si era cierto que la belleza de Salomé no podía pasar desapercibida, pero que le gustara era otro asunto muy diferente; o al menos eso quería hacerle creer a su mente y a todos sus sentidos, que empezaron a revivir, haciéndole recordar el toque de su mano en la suya, el movimiento de sus labios al hablarle con dureza, la profundidad de esos ojos negros que penetraban hasta el fondo de sus entrañas, y su aroma... Esa fragancia delicada y fresca que emanaba de su cuerpo cuando la tenía cerca, y que se había impregnado en esas braguitas minúsculas que había estado olfateando hace unas horas...

—¡Jimmy! —voceó Paul, y su voz hizo eco en el gimnasio, haciendo que despertara de su trance dando un respingo—. ¿En qué carajo pensabas? —cuestionó achicando los ojos, pretendiendo analizar a su mejor amigo para encontrar la razón de su viaje repentino a júpiter.

—Esa mujer me va a volver loco, es un completo misterio, ¿puedes creer que sus bragas y sostenes no son de la marca Luna?

—¿Y desde cuándo te interesa tanto de qué marca son los pantis de una chica? —indagó Paul con sospecha, sabiendo que ese comportamiento no era normal en su mejor amigo.

—Ella es la dueña de Textiles Sol, la empresa que nos proporciona las telas para la fabricación de nuestra ropa de marca que es la mejor de todo el continente, ¿cómo es posible que una chica de clase tan alta no utilice la mejor y más fina ropa interior del país?

—Las mujeres son complicadas, tal vez no le gusta la ropa que fabrica tu empresa; en realidad no veo cuál es tu problema con eso y tu interés en algo tan insignificante.

A Paul no lo podía engañar; él ya sospechaba que su curiosidad hacia esa chica iba más allá de lo normal. Tal vez Jimmy se había obsesionado con hacerle pasar malos ratos porque se sentía en desventaja ante ella, al ser una mujer con semejante carácter tan imponente. Por eso se sentía frustrado de no saber todo de ella, de que hubiera una burbuja de cristal cubriéndola para que no pudiera enterarse de todos sus secretos, pero Paul sabía que su amigo la conocía hace poco; estaban casados y tenía mucho tiempo por delante para averiguar todo de ella y así poder mantenerse a salvo, porque eso era lo que él le decía que pretendía.

Selenelion (Sol y Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora