Abrió los ojos y giró el rostro a la izquierda, pero ella ya no estaba, y el vacío en su pecho se hizo más grande. ¿Cómo es eso posible?
Si se suponía que estaba destruido, que ya no existía, ¿por qué con su ausencia se sentía aún peor? Tal vez porque ignoró su presencia, pero tampoco podía darle algo que no tenía...
Salió de la bañera, se envolvió la cintura con una toalla y entró de nuevo al cuarto, encontrándolo tan vacío como su alma. Solo había un traje negro sobre la cama, que seguramente Salomé había dejado ahí para él.
No quería volver a pisar un maldito cementerio, pero ella tenía algo de razón cuando dijo que debían estar allá; a pesar de todo, quería volver a ver el rostro de su nana, aunque eso implicara volver a derrumbarse, al menos, después de eso podría estar seguro de que ya no despertaría de esa pesadilla; verla en un ataúd, mataría la última esperanza que le quedaba de estar soñando.
Se vistió sin prestar mucha atención a los detalles, poniéndose la corbata con facilidad, como tantas veces lo había hecho para ir a trabajar, ahora lo haría por otra razón, una que implicaba tener que ir a ese sitio que tanto aborrecía.
Las vendas que cubrían sus manos estaban mojadas y se las quitó, pero enseguida brotó sangre nuevamente de la herida; por fortuna Salomé llegó en ese preciso momento, luciendo un gabán negro desabotonado que cubría una parte de su vestido negro también, y sin decir nada, se acercó a él al percatarse de lo que sucedía y tomando el botiquín, volvió a limpiar y cubrir sus lesiones de la misma manera.
—Te espero abajo —dijo antes de salir, dejándolo solo.
Jimmy se sentó en la cama y se cubrió la cara con las manos.
Estaba listo para bajar y encontrarse de nuevo con la realidad, pero se estaba acobardando, así que respiró hondo conteniendo esas lágrimas que querían volver a escapar, y se levantó para encontrarse con los demás.
En el primer piso, vio a varias personas que parecían sombras, luciendo atuendos de color negro, y se acordó de por qué él había dejado de usar trajes negros un tiempo; desde que había muerto su madre empezó a aborrecerlos hasta que el dolor fue menguando, pero ahora ese odio había vuelto.
Paul encontró su mirada y se acercó a él para saludarlo; le puso una mano en el hombro y luego le acarició la espalda.
Su padre también se acercó a él después, y le dio un abrazo.
—Hola Jimmy —lo saludó Victoria esbozando una media sonrisa.
—Hola. —le respondió apuntándola con su cara de piedra.
Las gemelas también estaban ahí junto a Salomé y lo miraron sonriéndole con empatía, pero él solo asintió en forma de saludo y desvió la mirada a su esposa, al notar que ella también lo estaba observando.
Su secretaria Dana también estaba ahí junto a la secretaria de su padre, y lo saludó con respeto.
—Buenos días, señor.
—Hola —contestó y siguió oteando a las personas que estaban ahí.
No había muchos, pero para él se sentía como si hubiera millones, ya que la casa siempre había estado casi sola.
Minutos después empezaron a salir todos de la casa y él caminó junto a su amigo Paul.
Había dos limusinas negras que los llevarían hasta el cementerio, y él se acercó a una de ellas, siguiendo a su padre, pero entonces se percató de que Salomé caminaba hacia la otra con las gemelas, siguiendo a su tía Victoria.
El corazón roto le rogó que la llamara para que lo acompañara y; sin embargo, no lo quiso escuchar... por mucho que se moría por tenerla cerca, si ella no quería estar junto a él, no se lo pediría tampoco, debía tener razones para eso...
ESTÁS LEYENDO
Selenelion (Sol y Luna)
RomanceJimmy es un hombre capaz de domar a cualquier mujer, excepto una... Una que por circunstancias de la vida termina siendo su esposa doce horas después de haberla conocido. Esa misma noche se dio cuenta de que, en lugar de mujer, parece un gorila salv...