Se dio la vuelta caminando hacia la salida, resignado a no poder despedirse de ella una vez más, pero entonces, justo cuando estaba cruzando el umbral y su mano derecha jalaba la manija, escuchó pisotones rápidos en las escaleras, seguidos de su voz:
—¡Jimmy! —giró el rostro buscándola y la halló descendiendo a toda prisa por las escaleras—. ¡Jimmy Matías Luna, detente!
❤ღ❤
Bajó el último escalón y corrió hacia él para poner las manos en sus mejillas y besarlo con vehemencia, apretándole el rostro con las manos, haciendo que los labios de él se estiraran hacia afuera para poder abarcarlos completamente... Le chupó ambos labios al mismo tiempo y luego los separó con su lengua para besarlo con pasión, y él se dejó llevar, correspondiendo su beso con el mismo deseo insaciable que poseían ambos.
Él le apretaba la cintura con fuerza, sin querer soltarla, y ella paseó después las manos por su pecho, acariciándolo sin poder detener el beso y sin querer hacerlo, hasta que, como siempre, alguien tuvo que dañar el hermoso momento:
—Lamento tener que interrumpirlos, pero tenemos que irnos —dijo Frank desde afuera.
—Te espero aquí en un mes.
—En un mes.
Sellaron el pacto con un último beso y sus miradas que desprendían destellos de amor, pero tuvieron que soltarse, y Jimmy le dio la espalda alejándose y dejándola con el corazón adolorido...
Se quedó en la puerta viendo como él se alejaba, hasta que cruzaron el portón principal y se subieron a la camioneta que ya estaba parqueada en la entrada, y era conducida por uno de los guardaespaldas de Frank.
A pesar de que ya no lo veía por culpa del vidrio oscuro, se quedó ahí mirando la camioneta, porque sabía que Jimmy sí la estaba viendo desde adentro y quería que él se grabara su imagen de esa forma, parada en el umbral de la puerta, porque así iba a estar cuando él tuviera que volver, y de esa misma manera lo esperaría...
Sus ojos se aguaron cuando la camioneta emprendió la marcha y la vio alejarse, llevándose al amor de su vida, que le había robado el corazón para llevarlo como amuleto de la suerte.
Ana se quedó junto a ella todo el tiempo hasta que la camioneta ya no se vio más y la llamó para que entraran:
—Señorita Salomé, deberías entrar ya, la mañana es fría.
Ella solo sonrió tratando de ocultar su mirada triste y cruzó el umbral pasando por su lado para luego correr escaleras arriba hacia su habitación.
El día transcurrió lento a pesar de que trató de distraerse en varias actividades y hasta le pidió a Ana que no llamara ese día al personal de limpieza porque ella se encargaría de dejar toda la casa impecable, solo para que el tiempo pasara menos tortuoso, porque no había tenido noticias de Jimmy y no hacía más que pensar en él.
Cenó a las ocho junto al ama de llaves y luego subió las escaleras y se detuvo en lo alto de estas:
—Descansa Anita.
—Igualmente, señorita, que pase una linda noche.
Sonrió con tristeza por su genuina intención, antes de darse la vuelta y empezar a caminar por el pasillo.
Era obvio que su noche no sería linda, y seguramente no podría pegar el ojo pensando en él y en que estuviera bien; solo el hecho de pensar en que Jimmy tenía que estar montado en un avión por tantas horas, la aterraba. Había visto tantos programas de casos reales de accidentes de avión en los que no quedaba ningún sobreviviente, que para ella era una tortura cada vez que debía montarse en uno y por eso siempre prefería viajar por tierra aunque le costara más tiempo; sin embargo, ahora no era ella quien viajaría, sino su esposo y de igual manera sentía la misma horrible sensación de pavor, angustiada por pensar en que no le fuera a pasar algo malo; solamente quería que él estuviera bien y oró por eso durante varias horas, dando vueltas en la cama hasta que recibió su llamada:
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Selenelion (Sol y Luna)
RomanceJimmy es un hombre capaz de domar a cualquier mujer, excepto una... Una que por circunstancias de la vida termina siendo su esposa doce horas después de haberla conocido. Esa misma noche se dio cuenta de que, en lugar de mujer, parece un gorila salv...