Salomé estaba en su cuarto, con el estómago medio vacío, recostada en la cama sin poder quedarse dormida, y lo único que podía hacer era pensar, y pensar, y pensar... Lo primero que se le vino a la mente, fue que ese día era viernes y no había salido con sus amigas a ese club al que siempre iban las tres.
Repasó lo que había hecho en todo el día y se encontró con que lo había desperdiciado casi por completo, salvando el momento mágico que vivió junto a Jimmy.
En la mañana, cuando tuvo que quedarse dentro de su auto, completamente desnuda y enfurecida, después la tarde, que la pasó sentada en el jardín viendo como instalaban la puerta y el sistema de seguridad para fastidiar a su esposo, y ahora, en la noche, estaba acostada en su cama con una media cena horrible en el estómago, sin haber siquiera almorzado.
Antes su vida era muy rutinaria, desde que murieron sus padres, decidió que disfrutaría de cada momento, pero su tía siempre quería tener el control sobre ella y no la dejaba trabajar para la empresa a su manera, sino buscando siempre la forma de arruinar sus planes sacando excusas estúpidas para que tuviera que estar en Textiles Sol sin necesidad, sentada en la oficina, esperando esa reunión que nunca se llevaba a cabo, o solucionar esos problemas que nunca se presentaban.
Solamente tenía tiempo para salir una noche cada quince días y algunos otros, tenía que hacer pijamadas con sus mejores amigas para poder verlas, o encontrarse con ellas durante la clase de ballet a la que había empezado a asistir por iniciativa de su madre, y entonces comenzó a recordarla:
Ella había sido una mujer realmente tierna y dulce, romántica, sensible, de esas que amaban la delicadeza y la sutileza, así como la sencillez y la entrega; siempre estaba inculcándole buenos modales y valores para que fuera una mujer grandiosa que diera lo mejor de ella y amara sin condiciones; sin embargo, Salomé poseía más la personalidad de su padre, a quién también amaba con toda su alma; extrovertida, soñadora, alegre, atrevida y de vez en cuando muy explosiva. Él era así... Era un hombre que donde llegaba se ganaba el cariño de todos y hacía reír a cualquiera con sus ocurrencias; era el que encendía las fiestas, pero también las apagaba cuando se enojaba, y no permitía que nadie se burlara de él o de su familia.
Había muchas cosas que tenía de él, pero otras no, lo mismo sucedía con su madre, y empezó a darse cuenta de que también se parecía a ella desde que lo conoció a él... Desde que Jimmy llegó a su vida pareció sacar ese lado suyo apasionado y enamoradizo que no sabía que tenía.
Eso le molestaba porque ese hombre la hacía perder la cabeza, pero no solo de rabia y enojo, sino también de pasión y afecto. Él era esa mezcla perfecta entre lo que siempre había querido encontrar en un hombre y lo que aborrecía del género masculino, al punto de haber jurado alguna vez que nunca permitiría que alguien con el ego por las nubes y la capacidad de burlarse de los demás, pasara mucho tiempo en su vida, pero ahí estaba..., pensándolo y añorando volver a tenerlo cerca.
Supo que estaba llorando cuando sintió una gota de humedad haciendo cosquillas en su mejilla, seguida de otra más y otra más que escurrían por turnos, escapándose de sus ojos, hasta que se vio cubriéndose la cara con las manos conteniendo los sollozos; sin embargo, era tanto el dolor que sentía en ese momento que no pudo controlarlos y se dejó llevar por esa tristeza que la consumía.
Extrañaba a sus padres, los echaba mucho de menos y hasta ahora empezaba a darse cuenta de que cuando ellos se fueron para siempre, nunca tuvo ese momento para deshacerse en llanto, ya que debía ocuparse de la empresa y según su tía, no había tiempo que perder en lloriqueos. En el día se la pasaba trabajando, haciendo todo lo que sus padres debían hacer y en las noches llegaba tan cansada que el sueño la consumía.
Nunca había tenido el tiempo para sacar el dolor y vivir el duelo como alguien normal y tal vez por eso había empezado a odiar tanto a Victoria. Ella era una mujer fría, controladora y vanidosa que solamente pensaba en su propio bienestar y en el dinero, que era el segundo pilar más importante después de su propia autoestima.
No le molestaba en absoluto que una mujer fuera tan segura de sí misma, pero sí que esa seguridad estuviera acompañada de tanta arrogancia y soberbia. Ella misma era una mujer segura, independiente, pero eso jamás le impidió ser humilde y bondadosa con los demás, sea quien sea y sea cual sea su situación social o económica.
Por eso admiraba a Jimmy, él era humilde y generoso; lo sabía por como ayudaba a Anita en las labores de la casa cuando no le correspondía, porque era prácticamente el rey de la mansión, y ella solamente era una empleada del servicio doméstico que se había ganado su cariño y respeto; ¿tal vez porque le recordaba a su madre? No lo sabía y algo en su pecho se estrujó al pensar que estaba casada con un hombre del que no conocía muchas cosas de su vida, porque ninguno de los dos se había prestado para hablar alguna vez, a menos que fuera para lanzarse burlas y molestarse mutuamente.
Los sollozos no paraban, no se detenían y las lágrimas continuaban mojando sus mejillas junto con la sábana con la que estaba arropada. Agarró una almohada para abrazarla, sintiéndose completamente sola y abandonada; hubiera podido llamar a las gemelas para que la recogieran y escaparse a ese club de siempre para emborracharse hasta caer inconsciente; sin embargo, no quería hacerlo, no tenía ganas de nada, solo quería llorar... Necesitaba un abrazo y no había nadie ahí para ella, hasta que él apareció...
La puerta de su cuarto se abrió y a través de la capa transparente que empañaba sus ojos lo vio... Él se asomó con cautela para mirarla y aunque trató desesperadamente de limpiar las lágrimas que escurrían de sus ojos, ya era tarde; él la había visto deshecha y completamente destruida.
En sus ojos pudo notar la angustia y la preocupación al verla en ese estado, cuando cerró la puerta detrás de él sin dejar de mirarla, como si al quitarle los ojos de encima pudiera suceder alguna tragedia. Lo vio acercarse lentamente hacia ella sin decir nada... Tenía una bata gris de seda puesta amarrada en la cintura y podía jurar que sus ojos habían empezado a brillar más de lo normal, pero ese destello era funesto, sepulcral y; sin embargo, verlo caminar hacia ella había sido como encontrar la luz al final del túnel.
Continuó mirando al frente por una vergüenza que poco a poco empezaba a desaparecer mientras más cerca se encontraba él, hasta que lo vio sentarse en el borde de la cama a un metro y medio de distancia. Sus ojos se desviaron a su rostro y limpió con el dorso de su mano un par de lágrimas que empezaban a escaparse de las esquinas, antes de esquivar nuevamente la mirada.
Él la miró por unos segundos sin soltar una sola palabra; parecía que no tenía idea de lo que debería decirle, pero solo su presencia la hacía sentir mejor y poco a poco el hueco en su pecho se fue haciendo más pequeño. Ella tampoco sabía qué decir y le parecía que las palabras sobraban en ese momento, solo quería sentirlo ahí junto a ella; aunque a veces lo odiara y tuviera ganas de asesinarlo, él parecía curar sus heridas solo con brindarle su presencia.
Su cuerpo parecía necesitarlo porque su respiración, que en otras ocasiones se habría acelerado al tenerlo cerca, ahora parecía empezar a volverse más controlada y los latidos de su corazón ya no dolían tanto, hasta sus ojos empezaban a dejar de arder aunque lo mirara apenas de reojo. «¿Tiene magia?» Le preguntó a su cabeza una y otra vez, tratando de encontrar una explicación para el comportamiento de su cuerpo.
Jimmy no tenía el mismo efecto que una medicina, aunque se le pareciera porque junto a él se sentía curada; no existía un solo remedio que aliviara todos los males en cuestión de segundos con tan solo tenerlo cerca; ni siquiera le estaba hablando y mucho menos tocándola, entonces ¿cómo lo hacía? ¿Qué poder celestial tenía ese hombre en su interior?
La habitación empezó a llenarse de su aroma masculino y ella cerró los ojos para percibirlo mejor y deleitarse con él, sin que lo sospechara. Se sumergió en la oscuridad detrás de sus párpados, sintiendo tan solo su presencia con cada partícula que componía su cuerpo, llenándose de él... Sentada con las piernas cruzadas, abrazando la almohada en su pecho, hasta que sintió el hueco en la cama mucho más cerca de ella y unos brazos fuertes y tibios la rodearon por los hombros.
Él la estaba abrazando..., confortándola con ternura..., con la cara enterrada en el cabello que cubría su cuello, se había aferrado a ella, como si fuera él quien necesitara ser sanado...
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Selenelion (Sol y Luna)
RomanceJimmy es un hombre capaz de domar a cualquier mujer, excepto una... Una que por circunstancias de la vida termina siendo su esposa doce horas después de haberla conocido. Esa misma noche se dio cuenta de que, en lugar de mujer, parece un gorila salv...