CAPÍTULO 70: Boronas

511 79 17
                                    

Pasaron a Ana a sala de cirugía y los dos se quedaron mudos...

Ambos habían tenido una conversación algo extraña con ella, pero muy significativa.

Era como sentir paz y angustia al mismo tiempo, porque no lloraban, pero tampoco reían.

Se miraron por fin a la cara sin emitir ningún gesto, y luego, simplemente se tomaron de la mano para empezar a caminar por el pasillo del hospital.

Sabían que la operación sería larga, pues era a corazón abierto, y no querían pasar un minuto más allí. Los hospitales les aterraban a los dos, aunque se podría decir que así era para todos los que esperaban que algún ser querido saliera de ahí sano y salvo.

Llegaron a una cafetería cercana y se sentaron uno frente al otro, casi sin mirarse, ni interactuar al principio, hasta que llegó la persona que los atendería y les preguntó qué deseaban tomar.

Se miraron buscando la respuesta en el otro y luego asintieron, como si se hubieran comunicado a través de la telepatía.

—Un par de tazas de café sin azúcar, por favor —dijo Salomé dirigiéndose a la mujer.

Jimmy no le quitaba la mirada de encima, esperando que ella dijera algo.

—¿Tienes sueño? —le preguntó por fin para romper el silencio incómodo.

—Sí —respondió ella—. Pero no te preocupes, no se siente como si me fuera a desmayar.

—En cuanto salga Ana de la cirugía nos vamos un rato a casa a descansar, mi padre ya viene para acá.

—Qué bueno, ¿y cómo está él?

—Un poco alterado.

El café de ambos llegó y los dos dieron el primer sorbo al mismo tiempo.

—Ni siquiera el café sabe como el suyo —comentó Salomé.

—En unos días volverás a probarlo —afirmó, y la vio esbozar una leve sonrisa con los ojos brillosos, mirándolo fijamente como si tratara de descifrar algo en él.

Pasaron unos minutos y volvieron al hospital, tan callados como cuando salieron de ahí, y se dirigieron enseguida al piso donde se encontraba Ana, en sala de operaciones.

Volvieron a sentarse en un par de sillas, y Salomé recostó la sien en el hombro de Jimmy cerrando los ojos, cansada, pero en cuanto lo hizo, la imagen de Anita vino a su mente... Su sonrisa cálida junto a esa mirada de amor que le había dado cuando le confesó todas esas cosas que la hicieron feliz.

Tenía que salir bien de esa cirugía...

Solo pensaba en lo que harían cuando saliera del hospital; tal vez irían a la playa y se sentarían los tres alrededor de la fogata para platicar sobre la travesura de Ana. Jimmy seguramente se reiría sin parar cuando lo supiera...

Ana había sido el cupido de ambos, y no había otra cosa que le agradeciera más que eso; el haber conspirado con el universo para unirla a Jimmy, a ese hombre que estaba ahora a su lado, esperando lo mismo que ella, pacífico y cariñoso a pesar del horrible momento que estaban atravesando.

No supo cuánto tiempo pasó, ni cuantas veces se llevó el mismo mechón rebelde detrás de la oreja, o en cuantas ocasiones sintió el pecho de Jimmy elevarse por los suspiros, hasta que... un doctor llegó corriendo por el pasillo, acompañado de varias enfermeras que lo seguían hasta la habitación de Ana.

Los dos se estremecieron y se pusieron de pie al mismo tiempo. Jimmy corrió por donde se fueron los médicos, cruzó una puerta y se paró fuera de la sala de cirugía mientras ella lo seguía.

Selenelion (Sol y Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora