CAPÍTULO 79: Libertad

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Había silencio en la mansión, nada más, y Jimmy se llenó de ira, pero no hacia Salomé...

Se dio la vuelta y salió de la casa devolviéndose hasta el parqueadero para volver a sacar su auto, e ir directo al apartamento de Paul.

Tenía que reclamarle por lo que había hecho y no quiso esperar más. Ya tenía que lidiar con una Salomé loca que se quería ir de la casa, y no podía perder la oportunidad de enfrentar a su mejor amigo; tenía que darle una explicación sobre eso.

Llegó y tocó la puerta fuerte con los puños, sin importar que los tenía heridos; un Paul soñoliento salió a recibirlo y en cuanto le abrió la puerta Jimmy entró disparado...

—¿Por qué lo hiciste? —se paró en el centro de la sala con las manos en la cintura, mirándolo para fulminarlo.

—¿Hacer qué?

—No te hagas, Paul, lo del contrato.

—Ah... eso. —Se rascó la cabeza y los ojos.

—Necesito una maldita explicación.

—Pues porque tú me lo pediste.

—¿Acaso estás idiota? Cuando yo te lo pedí creí que Salomé me había engañado.

—¿Y acaso no te engañó?

Paul lo miró arrugando el entrecejo, y en ese momento cayó en cuenta de que... se le había olvidado contarle sobre el pequeño detalle de las fotos.

Desvió la mirada a un lado sintiéndose como un idiota.

—No, es que olvidé contarte que vi unas fotos de ese día, y resulta que ella no besó a ese tipo, yo fui el que vi mal, ¿por qué crees que me aferré a ella más que nunca?

—No lo sé, no tengo idea, ya que a mi mejor amigo y hermano se le olvida que puede contarme las cosas como si yo fuera el cura de la confesión o su psicólogo —ironizó—. Me quedé suponiendo que la habías perdonado.

—Bueno, ese no es el punto, debiste comunicarme antes que trabajarías para disolver el contrato.

—¿Para qué?, yo te lo pregunté muy claramente Jimmy, y me dijiste que estabas seguro de querer acabar tu matrimonio con ella, además, ¿es que no te has dado cuenta? En todos los malditos periódicos siempre ponen una nota que dice que su matrimonio es arreglado; pensé que te alegrarías de poder acabar con eso, te hice un maldito favor, ya que un pedazo de papel no impide que tú y Salomé se quieran.

No lo interrumpió en ningún momento porque, él tenía razón...

Ya había meditado eso en su oficina y Paul solo se lo estaba confirmando; había sido lo mejor y ya con la opinión de su mejor amigo, pudo soltar el aire que retenía, tenso:

—Tienes razón... lo siento hermano —le ofreció la mano para que hicieran su saludo típico y le dio un abrazo.

—Ahora podrán empezar desde cero y bien, para que puedan mostrarle al mundo que su matrimonio no tenía nada de falso.

—¡MIERDA! —maldijo al recordarlo—. Salomé va a irse.

Caminó apresurado hacia la puerta, pero Paul lo detuvo.

—¿Cómo que se irá?, ¿a dónde?

—No lo sé, supongo que a su antigua vivienda; cuando llegué había tres maletas en las escaleras.

—Ay hermano —Paul negó con la cabeza—. No sé cómo todavía no te ha enloquecido esa mujer.

—Lo sé, a veces tiene comportamientos extraños, ¿crees que tal vez debería llevarla a la unidad científica para que revisen su ADN?

Selenelion (Sol y Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora