CAPÍTULO 102: No te dejaré ir

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Salomé subió al avión con lágrimas en los ojos. No quería alejarse de él tan pronto, ya que no habían podido pasar ni siquiera veinticuatro horas juntos, pero esas pocas que estuvo junto a él habían sido las mejores de su vida; como todos los momentos que vivía a su lado.

Se sentó junto a la ventana y conectó los auriculares para escuchar música; sin embargo, el rostro triste de Jimmy no se iba de su mente. Sus gestos de sonrisa fingida y el latido de su corazón acelerado por la anticipación de tener que dejarla ir, era todo lo que podía ver y oír.

Le había dicho esa última frase esperando que le sirviera de consuelo, pero sabía perfectamente que él no estaría bien.

Se habían alejado solo una semana y esa le había parecido la más larga de su vida, a pesar de que tuvo la compañía de las gemelas. Jimmy solo tenía a su padre y a Paul, pero ellos deberían estar tan ocupados con el nuevo proyecto de C.M.L., que seguramente no tendrían mucho tiempo para pasar el rato.

Estaba solo en la mansión; únicamente con sus guardaespaldas que parecían robots, y el personal del aseo que iba por ratos solamente a hacer su trabajo.

No aguantó las ganas, sacó su movil y le marcó, aunque en el avión le habían prohibido usarlo.

—Hola mi nena —le contestó inmediatamente, y sintió que un aire fresco se colaba en su alma al escuchar la voz del hombre que tanto amaba.

—¡Mi amor!, ¿cómo estás?

—Voy saliendo del aeropuerto, ¿y tú?, ¿ya estás en el avión?

—Si mi amor, pero estoy pensando en salirme de aquí, ¡no quiero dejarte más!

—Ni lo pienses Salo, quédate ahí quieta.

—¿De verdad crees que ese concurso es tan importante para mí? —le preguntó, porque todavía no entendía cómo él no podía ver que una mirada suya valía más que cualquier cosa para ella.

—No lo creo, sé que lo es.

—Ok, lo admito, es importante, pero tú lo eres más Jimmy.

—Y aquí me tienes, esperando que vuelvas para seguir siendo tu esclavo. Me tienes a tus pies, reina, y así será estés en el concurso o no.

La sonrisa que esbozó le hizo doler las mejillas al escucharlo.

—Muak, muak, muak —le envió un montón de besos auditivos—. Te amo Jimmy, mi niño bonito, mi muñeco de porcelana, mi pimpollo sexi y salvaje.

—Lo sé preciosa, y tú también tienes claro que te amo y eres la dueña de mi corazón —la hizo suspirar—. No te niego que voy a extrañarte jodidamente y voy a anhelar tus besos como un maldito maniático, pero si tú eres feliz yo lo seré también. Aquí estaré esperándolos para cuando puedan venir, y por favor cuida mucho a mi bebé, nada de dar brincos extraños.

—Lo sé... Salúdame a mi tía y dile que gracias por los boletos y que perdón por no visitarla, también a tu padre. —No quería despedirse aún, pero quizás era lo mejor—. No te preocupes mi amor, nuestro bebé y yo volveremos por ti.

—Empezaré a comprar todo lo necesario para ustedes dos —dijo, y Salomé presintió que una sonrisa se formó en su rostro—. Les diré a los tres que les mandas saludos, tú salúdame a las gemelas también.

—Ok amor, besos también para las tuyas...

Escuchó la risa de Jimmy al otro lado de la línea y se sintió triunfante por haberlo hecho reír una vez más.

—Lo haré, pulga —afirmó cuando terminó de reírse—. Te extrañaré tanto, que la luna va a saber más de ti que de estrellas en el cielo; en las noches le contaré sobre nosotros, para que nunca pierda las esperanzas de que algún día podrá encontrarse con el sol.

Selenelion (Sol y Luna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora