Su alma hecha boronas... Eso sintió Jimmy cuando la vio tan destruida, recostada en su cama, abrazando una almohada como si fuera su chaleco salvavidas en medio del mar.
«¿Qué sucedió?»
Quería preguntárselo, pero únicamente lo pensó al no encontrar las palabras adecuadas.
Se fue acercando a ella poco a poco hasta llegar a la cama y sentarse despacio, ni tan cerca para asustarla, ni tan lejos para que no se diera cuenta de su preocupación. La miró por largos segundos que se convirtieron en minutos, mientras ella miraba al frente y le escurrían las lágrimas por las mejillas.
Quería acercar su mano y limpiarlas con la yema de sus dedos o tal vez absorberlas con su boca para sentir su sabor salado y ver si así ella le transmitía su dolor y podía sentirse mejor.
Su corazón se destrozó al verla tan frágil, tan dolida, tan abandonada... Se moría de ganas por hacerle sentir que él estaba ahí para ella y quería pedirle perdón por lo que había hecho; tal vez esa era la razón de su tristeza y su pecho se arrugaba estrujando su alma al pensar que él podía ser la causa de su llanto.
No quería ser el motivo de sus lágrimas; su intención nunca había sido entristecerla, sino más bien enfadarla, porque de alguna manera le encantaba ver su rostro haciendo muecas y gestos de enojo; amaba ver esos ojos negros y profundos echando chispas hacia él para calcinarlo, porque sabía que del odio al amor solamente había un paso, pero la tristeza y la decepción que alguien podía causar, serían imposibles de olvidar.
Se estremeció al pensarlo y solo quería gritar unas disculpas para que ella lo perdonara, pero entonces no pudo evitar pensar cómo una mujer tan fuerte podía estar llorando simplemente por haber comido ahuyama, era ilógico y estúpido, y eso logró tranquilizarlo un poco dejando de sentirse culpable; sin embargo, no del todo, porque sabía que en algún punto él también podía tener algo que ver con esa tristeza, ya que unas cuantas horas atrás la había visto estirando los labios en una sonrisa mientras se burlaba de él y los ojos le brillaban de malicia.
Sabía que las palabras no eran necesarias y guardó silencio, viendo como ella empezaba a calmarse poco a poco, pero la tristeza en sus ojos rojos no se iba y él quería apagarla de alguna manera, así que se decidió y la abrazó... Rodeándola por los hombros enterró la cara en su cuello, aspirando delicadamente el aroma dulce de su cabello.
Cerró los ojos y se quedó allí, aferrado a ella, percatándose de que sentir su cuerpo frágil y tembloroso, lo devolvía a la vida; se dio cuenta de que la abrazó con la intención de consolarla y fue él quien terminó siendo consolado...
Ella no se movía, simplemente permanecía ahí quieta, dejándose abrazar, regalándole los latidos de su corazón y el ruido de su respiración junto con ese olor que tanto amaba y se había vuelto su droga. Se dejó llevar por el armonioso momento hasta que un gruñido de tripas lo obligó a abrir los ojos.
Se alejó lentamente de su cuello para mirarla sonrojada, apretando la almohada con más fuerza en su vientre y se sintió mal porque ella se había quedado con hambre por su culpa, pero no pudo evitar hacer esa pregunta estúpida:
—¿Tienes hambre? —La vio negar con la cabeza mirándolo con timidez y vergüenza, pero él sabía que mentía cuando ese sonido volvió a repetirse con mayor intensidad—. Voy a traerte algo de cenar.
—Son las diez de la noche, no molestes a Ana.
—No lo voy a hacer.
Se levantó decidido y salió del cuarto para correr directamente al primer piso, donde ya todas las luces se encontraban apagadas y se encendió primero la del comedor y luego la de la cocina cuando él entró.
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Selenelion (Sol y Luna)
RomanceJimmy es un hombre capaz de domar a cualquier mujer, excepto una... Una que por circunstancias de la vida termina siendo su esposa doce horas después de haberla conocido. Esa misma noche se dio cuenta de que, en lugar de mujer, parece un gorila salv...